Lo llaman el corralito, y es una tienda rigida prefabricada que la Fórmula 1 lleva a los circuitos o hace construir por el organizador local. Allí, unos muretes dinos y bajos junto a los que se instalan micrófonos y cámaras, los pilotos pasan a confesarse tras los entrenamientos oficiales y las carreras.
En ese ambiente un poco oscuro para que los camarógrafos iluminen con sus propios leds, se vierten excusas por fallar, explicaciones rimbombantes y también expresiones de optimismo y tristeza.
El piloto de Williams Alex Albon hacía un gesto de decepción con sus labios. Y desde su 1,85m de estatura, se inclinaba hacia los micrófonos y reconocía, honesto, ante los periodistas británicos: “Yo no estuve perfecto, pero Colapinto lo hizo fantástico. Eso es bueno para el equipo”.
Lo decía con sinceridad. Los que conocen a Alex saben que no elogia en vano.
Y justo cuando expresaba eso le pasaba por detrás una sonrisa que transportaba a un novato de la Fórmula 1, que, en este mudo tan competitivo, en la pista y contra 19 rivales, entraba por primera vez entre los 10 mejores: Franco Colapinto.
Franco sonreía, movía rápidas sus manos y reía. Feliz porque estaba noveno, dejando a Albon décimo, aún más atrás al otro novato, el de Haas, Oliver Bearman, con quien querían compararlo los ingleses.
Sudaba todavía tras el esfuerzo en las tres partes de la clasificación y bebía sus sales isotónicas a través de un fino tubo de plástico. Quería explicar y aplicar su humor: “Fueron buenas vueltas las de la qualy -comenzó aplicando la jerga inglesa de la F1-. Muy al límite. Besé varias veces las paredes, pero demostramos que podíamos entrar en la Q3. Ayer, después del toque en la primera práctica me dieron mucha confianza y arreglaron el auto muy bien. Ayer había mucha suciedad en la pista y teniendo en cuenta eso los ingenieros trabajaron”.
-¿No se cambió nada?
-No, lo único que cambiamos fue lo que va entre la butaca y el volante -se rio de su propio chiste.
Este es el piloto y también el personaje que se inició en Monza hace dos semanas y ya navega como un tiburón en el mar.
El suyo es uno de los comienzos más espectaculares en la historia de la Fórmula 1 moderna, solo superado por la pole de Carlos Reutemann en el GP de Argentina en Buenos Aires, con Brabham, en 1972.
Williams viene de pasar una mala época. No gana una carrera desde 2012 ni consigue una pole desde 2014. La familia de Frank Williams vendió la empresa a inversores americanos en agosto de 2020. Procura mejorar su séptima posición de 2023 entre los constructores y por ello se deshizo del estadounidense Logan Sargeant para darle una oportunidad a Colapinto, que había impresionado en su test de Abu Dhabi el año pasado y en la FP1 de Inglaterra este año.
Franco ya pasa de la promesa a los hechos. En Monza superó en tiempo de vuelta en carrera a Albon, que es el referente de la escuadra, y en la Q1 y en la Q2 de este sábado ya mostraba sus intenciones. Con cierta holgura paso de la Q1 a la Q2. Y en esta ya sorprendía superando por casi 4/10 a Albon. Esa era una sorpresa de acuerdo con los estándares de los novatos de los últimos años. Superar tan rápido al compañero de equipo.
Pasando a la Q3 dejaba en el camino a consagrados ganadores como Daniel Ricciardo, Esteban Ocon y Valtteri Bottas.
Y en la Q3 iba a tener un tête à tête con los muros a los que, como dijo, “besó” varias veces. Los F1 tienen suspensiones y llantas diseñadas para resistir unos ciertos impactos laterales, lo que da confianza a los pilotos. Pero no hay que excederse. Y reía Franco, repitiendo lo de rozar paredes. Resultado del romance: noveno, a 1,2 segundos de la pole de Leclerc, el piloto que se agiganta en los circuitos urbanos y ganador de Mónaco este año. Ese déficit no es de conducción, sino de coche. Albon quedaba sin palabras, décimo a poco más de 3/10.
En Williams pueden ser bastante optimistas porque tienen a sus pilotos entre los primeros 10 y aspiran a ser el quinto equipo entre los constructores de aquí a fin de año. Como argumento presentan un coche que recibió un nuevo fondo aerodinámico que ya dio muy buen resultado en Italia, circuito muy veloz, y en Baku, con curvas donde se necesita mucha capacidad mecánica de tracción al acelerar. Todavía falta la prueba de fuego del fin de semana, la carrera. Si en dos tipos de dibujos tan diferentes el Williams FW46 rinde muy bien, la próxima cita de Singapur le sería favorable. Allí también hay unos cuantos muros de metal a la vera del pavimento que podrían rendirse a la habilidad de Colapinto.
Colaboración: Jaime Pintanel
Clasificación sábado