La pérdida del gusto y el olfato es un síntoma que muchos han experimentado, especialmente durante la pandemia de COVID-19, pero no es el único desencadenante.
Comprender las diversas causas de esta afección es crucial, no solo para tranquilizarnos, sino también para identificar cuándo es necesario buscar atención médica.
Los motivos de la pérdida del gusto y el olfato: ¿cuándo te tenés que preocupar?
La anosmia, o pérdida total del olfato, es más común que la ageusia, que se refiere a la pérdida del gusto. Esto se debe a que el olfato se transmite a través de una única vía neurológica que conecta los receptores nasales con el cerebro, mientras que la percepción del sabor implica tres nervios diferentes.
El sitio Saber Vivir destaca que diversos factores pueden contribuir a la pérdida de estos sentidos. El tabaquismo es un causante crónico, así como la deficiencia de ciertos nutrientes:
- Vitamina B
- Vitamina B9
- Vitamina B 12
Una dieta alta en grasas saturadas y azúcares, pero baja en frutas y verduras, también se ha vinculado a esta problemática.
Además, la exposición a metales pesados como el cobre, plomo o plata puede deteriorar el sentido del olfato y del gusto, especialmente en contextos laborales donde hay contacto constante con estas sustancias.
La pérdida permanente del olfato puede ser un signo temprano de un tumor benigno conocido como meningioma, que, aunque no es mortal, puede presionar la corteza cerebral responsable de interpretar los olores.
La conexión entre el olfato y otras áreas del cuerpo
La pérdida del olfato y el gusto no siempre se origina en las vías respiratorias; a menudo, puede estar vinculada a problemas en otras partes del cuerpo.
Es importante entender estas conexiones para detectar posibles afecciones subyacentes. Algunos factores relevantes incluyen:
Riñones: la insuficiencia renal crónica, especialmente en fases avanzadas, puede llevar a una disminución del olfato, impidiendo la detección de alimentos en mal estado y privando a la persona del disfrute de ciertos aromas.
Vista: antes de que se manifieste el glaucoma, puede haber una falta de sensibilidad al percibir olores. Se han desarrollado pruebas olfativas para ayudar en el diagnóstico temprano de esta enfermedad.
Cerebro: la pérdida de capacidad olfativa puede preceder al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, Parkinson o esclerosis múltiple.
Corazón: investigadores de la Universidad de Míchigan han descubierto que la anosmia puede estar asociada con un aumento del riesgo de insuficiencia cardíaca, elevando hasta un 30 % las probabilidades de episodios congestivos.
Además, una variedad de medicamentos, incluidos antihipertensivos, antibióticos, antidepresivos y antihistamínicos, pueden alterar la percepción del gusto, principalmente al provocar sequedad bucal.