La situación en Júpiter hizo preocupar a los científicos ante una drástica elevación de temperatura en la Tierra. Y es que este planeta llamó la atención al sufrir más de 500 grados Celsius debido a ráfagas de viento solar, según un estudio.
Desde la Universidad de Reading, Reino Unido, un grupo de investigadores pudieron registrar por primera vez los efectos de una ráfaga en el planeta más grande de nuestro sistema solar.
Estos resultados publicados en la revista Geophysical Research Letters cambiaron la idea que se creía sobre que estos cuerpos enormes no sufrían este tipo de efectos.
Por qué Júpiter subió su temperatura a 500 grados
Los especialistas utilizaron la información tomada por el telescopio Keck II, la sonda espacial Juno, junto a modelo de viento solar, para detectar esta anomalía en Júpiter.

Allí, descubrieron que el viento solar que la magnetósfera se comprima como una bola de estrés, lo cual genera temperaturas de hasta 500 grados en un área que incluía la mitad de la circunferencia del planeta.
“Nunca antes habíamos captado la respuesta de Júpiter al viento solar, y la forma en que cambió la atmósfera del planeta fue muy inesperada”, manifestó el científico James O’Donoghue, que fue el autor principal del estudio.
La dos o tres erupciones solares que suceden en el mes en Júpiter, provoca que sea un laboratorio para estudiar cómo el Sol impacta en los planetas en general, según cuenta O’Donoghue.
La Tierra puede sufrir las altas temperaturas de Júpiter
Si bien la Tierra está más cerca del Sol, el masivo calor que se vivió en Júpiter por el momento no puede causar daño gracias a las características de nuestra atmósfera.
A pesar de que Júpiter tiene la magnetósfera más fuerte del sistema solar, la atmósfera no es igual de densa que la de la Tierra. En nuestro caso, la combinación de ambas capas nos protege del viento solar, es decir, de las partículas energéticas cargadas que vienen del Sol.
Para el caso del quinto planeta del sistema, las partículas quedan capturadas por su campo magnético y se desplazan hacia los polos. Cuando estas chocan, su ligera atmósfera crea auroras jovianas, distribuyendo el calor por todo el territorio.