Con preocupación y cautela, en el entorno del gobernador Maximiliano Pullaro ya se trabajaría en lo que será el “día después” de la elección de convencionales constituyentes. La expectativa de un triunfo ajustado en las urnas convive con la certeza de que los números no alcanzarán para avanzar con el verdadero objetivo de máxima del Gobierno: sentar las bases para una futura reelección.
Según fuentes cercanas a la Casa Gris, los sondeos que circulan puertas adentro prevén que el oficialismo podría obtener cerca del 30% de los votos, lo que se traduciría en entre 10 y 12 convencionales, sobre los 30 que necesita para mantener vivas sus aspiraciones de reforma constitucional. Lejos de los números ideales, el Gobierno busca una salida discursiva: instalar la idea de una victoria simbólica, aunque el resultado no le permita avanzar con sus planes.
La explicación que empieza a circular entre voceros y operadores políticos es que “en 2023 competíamos contra uno solo, ahora contra varios”, y que en ese nuevo escenario, “un 40% sería un buen resultado”. Sin embargo, la proyección más realista se ubica por debajo de esa cifra, y por eso se ensaya con anticipación el relato del “éxito perdedor”, una forma de matizar el impacto negativo de la jornada electoral.
Cálculos internos y señales de alerta
En el diseño original, Pullaro necesitaba alcanzar 30 convencionales para encaminar la reforma de la Constitución provincial que le permita plantear su reelección. Pero los informes internos advierten que, además de un bajo desempeño en la lista de convencionales por distrito único, el oficialismo también sufriría retrocesos en las listas distritales, donde predominan dirigentes del Senado provincial. Allí, se estima una pérdida de entre 3 y 5 lugares respecto de lo que se proyectaba antes del inicio de la campaña.
El dato no es menor: varios de esos senadores forman parte del núcleo de poder que sostiene a Pullaro en el entramado legislativo. Una merma en sus respaldos podría reconfigurar las correlaciones de fuerza y complicar aún más cualquier intento de avanzar con reformas estructurales en lo que resta del mandato.
¿Un final anunciado?
La estrategia electoral del Gobierno no solo ha sido criticada internamente por su falta de eficacia, sino también por una comunicación que muchos observadores califican de infantil o desconectada del humor social. En ese marco, se anticipa que la elección del 13 de abril podría marcar un antes y un después en el vínculo entre el oficialismo y su base electoral.
En menos de dos años, el espacio político que llevó a Pullaro a la gobernación podría perder decenas de miles de votos, dilapidando parte de su capital político en tiempo récord. Un escenario que, más allá de lo simbólico, tendrá consecuencias concretas en la dinámica del poder provincial.
En ese contexto, algunas voces dentro del propio oficialismo advierten que dirigentes históricos del frente gobernante estarían trabajando para un resultado adverso, ya sea por diferencias internas no resueltas o por cálculos personales ante una eventual reconfiguración del mapa político santafesino.