Era un sábado más cuando José Delgado, a sus 15 años, se encontró por primera vez con el sushi. No fue en un restaurante japonés ni en una cena de lujo, sino en la cocina de su propia casa. Su hermana había pedido sushi por delivery, y le ofreció algunas piezas para que pruebe: “Estaba con dudas, pero insistió en que lo tenía que probar y bueno… fue un viaje de ida: me encantó. No entendía bien qué era, pero me fascinó todo: la textura, el sabor, los colores”, recuerda José con una sonrisa. “Si probarlo fue una aventura, pensar en hacerlo era una utopía… No tenía ni idea de lo que implicaba preparar sushi, mucho menos de los secretos de la cocina japonesa”, agrega. Aquella pequeña porción de sushi marcó el inicio de un amor por este plato, un amor que lo llevaría a pasar horas y horas perfeccionando su técnica en su cocina.
José, que en esa época prefería quedarse en casa, antes que salir a boliches como muchos de sus amigos, comenzó a investigar y practicar en su tiempo libre. “Mi hermana me dio un recetario y me quedaba horas en la cocina, probando, intentando”, explica. Poco a poco, fue perfeccionando su técnica y ampliando su repertorio, hasta que un día, decidió invitar a sus amigos a probar lo que había aprendido. En lugar de salir a la fiesta, se reunían en su casa, compartían unas cervezas y se sentaban alrededor de la mesa para disfrutar del sushi que él mismo había preparado. Aunque aún era un principiante, la pasión por el sushi, la comida japonesa y el deseo de mejorar lo mantenían motivado, y cada vez que sus amigos le pedían repetir la experiencia, él no dudaba en hacerlo.
En ese proceso, su familia fue su principal apoyo. “Mi papá me llevaba a la pescadería a seleccionar el salmón, el atún, mariscos y todo lo necesario, mientras que mi mamá me dejaba experimentar en la cocina. Eso hizo que los primeros intentos fueran cada vez más acertados”.
Así, en esas reuniones informales, entre risas y mucha práctica, se fue convirtiendo en un experto autodidacta del sushi, sin saber que años después esa pasión lo llevaría a abrir su propio restaurante especializado.
El salto al profesionalismo
Después de varios años, José encontró la oportunidad de adentrarse más formalmente en el mundo del sushi cuando un amigo de su padre, dueño de un bar, le ofreció la posibilidad de llevar su pasión a otro nivel. “Cuando tenía 16 años, un amigo de mi papá propuso que los jueves en su bar fueran noches de sushi. Así que me puse a trabajar allí y estuve un año y medio, hasta que decidí probar suerte con un pequeño delivery”, recuerda. Fue en este espacio donde comenzó a experimentar con recetas y técnicas que hoy forman la base de su restaurante.
Ese primer contacto, le permitió comprender la importancia de ofrecer calidad en cada plato. “El sushi no es solo lo que preparas en casa con tus amigos, es algo mucho más serio. Ahí entendí que la técnica y la dedicación son clave”, señala. Sin embargo, su búsqueda por aprender más lo llevó a viajar a diferentes lugares, y fue en ese proceso de exploración donde consolidó su amor por la cocina japonesa.
“En uno de mis viajes a Japón me hizo entender que la cocina no es solo técnica, también es una cultura, una historia. Y esa es la que quiero traer a mi restaurante”, explica.
El menú de Yakinilo
En su restaurante, apto para 13 comensales, José Delgado junto a sus tres socios, lograron equilibrar tradición e innovación en un menú que rinde homenaje a la cocina japonesa, pero con un toque personal. Uno de los pilares de la propuesta gastronómica es el yakitori, un plato de brochetas de pollo que se prepara a la parrilla, y que se convirtió en una de sus especialidades. “Nosotros aprovechamos el 100% del pollo. Hay muchos tipos, nos enfocamos en las piezas menos comunes, como las mollejas o el corazón de pollo, que le dan un sabor increíble. Es un estilo que me parece mucho más divertido y sabroso”, explica.
El concepto de Yakinilo va más allá de la comida: los vinilos que ambientan el espacio rompen con el estilo tradicional de los restaurantes omakase, aportando una atmósfera “relajada” y contemporánea. Delgado señala que la selección musical depende del “mood” de los comensales y la energía con la que llegan.
En el restó se destacan otras opciones presentes en la carta, como el omakase de sushi, una selección de piezas elegidas por el chef; el ikura don, un tazón de arroz cubierto con huevas de salmón; y el gyuniku, un plato de carne vacuna acompañado de verdeo y una salsa yakiniku que aporta un sabor agridulce característico.
Yakinilo ofrece una selección de sakes que complementan su menú. Las opciones varían en sabor y estilo, permitiendo a los comensales elegir según sus preferencias y acompañar los platos con una bebida adecuada.
Durante los días de semana al mediodía, el restaurante utiliza una pizarra al estilo japonés, en donde anuncian el “menú ejecutivo” disponible, adaptado según los ingredientes frescos del día. Por la noche, el servicio es únicamente con reserva previa, y el costo promedio por persona ronda los $50.000.
Delgado destaca la importancia de mantener la esencia de los platos y no sucumbir a la presión de cambiar constantemente el menú. “Queremos que la gente conozca y disfrute lo que ofrecemos. El sushi, el yakitori y los platos de la parrilla, como la trucha, son fundamentales. No es necesario cambiar el menú a cada rato, porque lo que tenemos es de calidad, es lo que la gente viene a buscar”, señala con firmeza. La idea, dice, es ir incorporando opciones nuevas de a poco, tal como se hace en Japón, donde los restaurantes ofrecen platos del día dependiendo de los ingredientes frescos disponibles.
“Nosotros queremos hacer algo similar para sorprender a los comensales con ingredientes de temporada”, comenta. Por ahora, sin embargo, prefiere mantener la estabilidad en el menú mientras más personas lo conozcan.
Con el éxito de su propuesta, muchos preguntan si tiene planes de expandir su negocio. Sin embargo, su respuesta es clara. “No tengo intención de franquiciar. Mi idea es mantener la esencia del lugar, lo que hace que la gente venga. Cuando amplías demasiado, a veces se pierde el rumbo”, afirma.
¿Dónde queda Yakinilo?
El restaurante se encuentra en Avenida Dorrego 1551, entre Avenida Álvarez Thomas y Avenida Córdoba, en el barrio de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires.
El grill japonés abre de martes a sábados, desde las 12 del mediodía hasta las 15 horas. Y por la noche, desde las 19 hasta la 01 hs.
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