Cómo la transformación de las sabanas en África cambió para siempre la evolución de los antepasados

La expansión de las sabanas en África oriental forzó a los homínidos a adoptar el bipedalismo, una adaptación crucial para sobrevivir en un entorno más abierto y con menos árboles, lo que facilitó el desplazamiento y la recolección de recursos (Reuters)

La expansión de las sabanas en África, un proceso que ocurrió durante millones de años, jugó un papel crucial en la evolución de los seres humanos. Este cambio drástico en el entorno geográfico y climático provocó una serie de adaptaciones que transformaron a los antepasados, forjando sus capacidades para caminar sobre dos piernas, desarrollar cerebros más grandes y trabajar de manera colaborativa. A lo largo de este proceso, la transición de los bosques densos a las vastas sabanas abiertas impulsó la evolución de características fundamentales que diferencian a los humanos de otros primates.

Según un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores han proporcionado evidencia de que la expansión de las sabanas en África oriental fue un factor determinante en la evolución humana, específicamente en la capacidad de los homínidos para caminar erguidos. Esta investigación analizó sedimentos marinos recolectados cerca de la costa oriental de África, lo que permitió a los científicos reconstruir un registro de vegetación que se extiende por 24 millones de años.

Este análisis reveló un patrón claro: entre 24 millones y 10 millones de años atrás, África oriental estaba dominada por bosques, un hábitat adecuado para los primates arbóreos. Sin embargo, a medida que el clima cambió, los bosques comenzaron a desaparecer gradualmente, dando paso a paisajes más abiertos de sabanas y praderas, lo que obligó a nuestros antepasados a abandonar los árboles.

Este cambio en el entorno representó un desafío para los homínidos, que ya no podían confiar en los árboles para la protección. En las sabanas abiertas, donde la vegetación es menos densa y los depredadores son más visibles, los homínidos tuvieron que adaptarse para sobrevivir. Como el rastreo de presas en el suelo es considerablemente más difícil que entre las ramas de los árboles, los primeros homínidos comenzaron a desarrollar la habilidad de caminar sobre dos piernas para poder recorrer distancias más largas.

Caminar erguido no solo les permitió observar mejor el horizonte en busca de depredadores, sino que también liberó sus manos, permitiéndoles manipular herramientas y defenderse de los peligros.

Las nuevas condiciones climáticas alteraron el paisaje África y también llevaron a un cambio en la dieta de los homínidos, impulsándolos a integrar más productos herbáceos y carne de animales pastantes en su alimentación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según Daily Mail, este cambio hacia el bipedalismo es fundamental para comprender la evolución humana. La postura erguida permitió a los homínidos moverse de manera más eficiente a través de las sabanas, lo que resultó en un mayor acceso a recursos dispersos en el suelo, como animales pequeños y plantas.

A medida que los homínidos comenzaron a cazar y recolectar, la cooperación se convirtió en una habilidad crucial para su supervivencia. Este nuevo entorno exigió que los grupos trabajaran juntos, lo que impulsó el desarrollo de las capacidades sociales y cognitivas. Según contó a Daily Mail, el Dr. Kevin Uno, paleontólogo ambiental de la Universidad de Columbia, el trabajo en equipo fue una de las principales ventajas evolutivas que permitió a nuestros antepasados sobrevivir en las sabanas.

A lo largo de millones de años, esta colaboración se perfeccionó. La cooperación en la caza, en la defensa de los grupos y en la obtención de recursos alimenticios ayudó a fortalecer las relaciones sociales entre los homínidos. El análisis de sedimentos y de los alkanes presentes en los fósiles y sedimentos marinos demuestra cómo la vegetación en África oriental pasó gradualmente de estar dominada por árboles a estar dominada por hierbas, un cambio que ocurrió de forma progresiva hasta hace unos 2-3 millones de años, cuando las sabanas alcanzaron su mayor extensión.

Este cambio alteró el entorno físico y provocó una transformación en la dieta de los homínidos. A medida que las sabanas dominaban, los ancestros humanos comenzaron a consumir más hierbas y animales herbívoros, lo que promovió una mayor flexibilidad en su dieta.

La vida en las sabanas impulsó a los antepasados a mejorar sus habilidades en la fabricación de herramientas y estrategias de caza, lo que fue vital para el desarrollo de su inteligencia y capacidades sociales (Europa Press)

El impacto de la expansión de las sabanas no se limitó al bipedalismo y a la dieta. A medida que los homínidos empezaban a adaptarse a la vida en el suelo, también se produjo un aumento en el tamaño de sus cerebros. Un mayor cerebro permitía desarrollar estrategias de caza más complejas, fabricar herramientas y coordinar esfuerzos en grupo. Este aumento en el tamaño cerebral es una de las características más distintivas de la evolución humana y está fuertemente relacionado con las presiones selectivas de las sabanas. Las habilidades cognitivas necesarias para la caza en grupo, el uso de herramientas y la protección mutua exigían un cerebro más grande y más capaz.

Además, los hallazgos recientes sobre las isotopías de carbono en los suelos antiguos de África muestran que las sabanas eran un componente clave en los hábitats de los primeros homínidos. Investigadores como Thure Cerling, geocientífico de la Universidad de Utah, han demostrado que las sabanas dominaron el paisaje de África oriental durante los últimos seis millones de años, proporcionando un entorno propicio para el desarrollo de la bipedalidad. Los estudios de isótopos de carbono en suelos antiguos de Kenia y Etiopía revelaron que más del 70% de los sitios donde se han encontrado fósiles de nuestros antepasados eran sabanas, y solo en menos del 1% se encontraron áreas con una densa cobertura arbórea.