Sensación no, realidad: Una semana que mostró la crudeza de la inseguridad santafesina

Sensación no, realidad: Una semana que mostró la crudeza de la inseguridad santafesina
Sensación no, realidad: Una semana que mostró la crudeza de la inseguridad santafesina

La inseguridad en la provincia de Santa Fe ya no puede ser explicada como una mera percepción ciudadana: se ha transformado en una realidad cotidiana que golpea tanto a Rosario como a la capital provincial y a otras ciudades del interior. El relato oficial que busca instalar números alentadores y un discurso de control contrasta de manera brutal con los hechos que se repiten cada día en las calles y que, en muchos casos, ni siquiera trascienden por completo debido a las restricciones informativas impuestas desde el propio gobierno.

En Rosario, las denuncias por robos, balaceras y ataques con armas de fuego son moneda corriente, configurando un escenario que nunca logró estabilizarse más allá de breves períodos de aparente calma. Pero el fenómeno no se limita a la ciudad más poblada de la provincia: en Santa Fe capital la escalada delictiva expone un cuadro igual de preocupante. Los últimos episodios —una combi incendiada con restos humanos dentro, una balacera en el norte de la ciudad con dos heridos, y el ataque a piedrazos a un colectivo escolar con más de 30 chicos a bordo— muestran que la violencia se multiplica y atraviesa distintos niveles de gravedad.

Un hallazgo que sacudió a la capital

El primer caso que despertó conmoción ocurrió en un camino rural entre Santo Tomé y Colonia San José, donde una camioneta calcinada fue hallada con restos humanos en su interior. El hecho, confirmado por peritos de la Agencia de Investigación Criminal, quedó en manos del fiscal de Homicidios Andrés Marchi. Las pericias deberán determinar la identidad de la víctima y las circunstancias en que ocurrió el crimen. La crudeza del hallazgo expuso nuevamente la incapacidad estatal para prevenir hechos de extrema violencia en territorios rurales y periurbanos.

Balaceras a plena luz del día

Apenas 24 horas después, en el barrio Loyola Sur de la capital provincial, cuatro hombres en motocicletas abrieron fuego contra una vivienda particular. Dos jóvenes resultaron heridos —uno en la mano y otro en la espalda— y debieron ser trasladados al Hospital Iturraspe. La Policía halló en el lugar vainas servidas de distintos calibres, prueba de que se utilizaron más de un arma de fuego en el ataque. El episodio revela la naturalización de las balaceras en Santa Fe, con un nivel de violencia cada vez más extendido y sin fronteras claras entre la criminalidad organizada y el delito común.

Violencia contra un colectivo escolar

El tercer hecho que encendió las alarmas ocurrió en la Circunvalación Oeste, donde un colectivo de la empresa El Chumbito que trasladaba a más de 30 niños del Club Náutico El Quillá fue apedreado mientras regresaba de un entrenamiento. Aunque no hubo heridos, los daños materiales fueron importantes y la sensación de vulnerabilidad, extrema. El dueño de la empresa, Salvador Talarico, denunció que este tipo de episodios se repite con frecuencia en esa zona, particularmente en las inmediaciones del barrio Santa Rosa de Lima. “Nos viven apedreando, no solo a mí, sino a muchos colectivos y automóviles”, advirtió.

El debate político: falta de transparencia y ausencia de plan

La situación no pasa inadvertida en el plano político. El concejal santafesino Jorge Andrés Fernández presentó pedidos de informes para conocer qué acciones concretas está llevando adelante la Municipalidad frente a la escalada de violencia. Reclamó información sobre el funcionamiento del Consejo Consultivo de Seguridad Urbana, las Mesas Barriales y el Observatorio de Seguridad Pública, al tiempo que insistió en la necesidad de contar con un diagnóstico real y un plan integral.

Fernández fue enfático: “La seguridad no se declama: se construye con participación, control ciudadano y planificación”. También advirtió sobre la importancia de sumar transparencia institucional, proponiendo la creación de una Oficina de Anticorrupción que permita garantizar el buen uso de los recursos destinados a la seguridad.

Entre el relato y la realidad

Mientras el Gobierno insiste en sostener un discurso que destaca avances en la baja de homicidios y en el despliegue policial, los hechos diarios en Rosario, Santa Fe y otras ciudades como Rafaela, Venado Tuerto o Reconquista muestran lo contrario: una provincia atravesada por la violencia, la falta de prevención y la ausencia de políticas sostenidas.

El contraste entre el relato y la realidad se profundiza cada día en la calle, allí donde los vecinos, las instituciones educativas y las familias ya no discuten si la inseguridad es una sensación, porque la padecen como un dato cotidiano de su vida.