Rampla Juniors, la otra orilla de Foster Gillett: por qué en Uruguay eligieron creer pese al “ruido” de Argentina

En Rampla Juniors, la vecina orilla de Foster Gillett, están alertas. Desde el margen argentino del Río de la Plata las noticias no son alentadoras: el grupo que tomó posesión de la gestión del fútbol del club uruguayo por treinta años -y con opción a otros treinta- no pudo liberar los fondos para ubicar al futbolista de Vélez Valentín Gómez en Udinese, de Italia. Tampoco concretó la transferencia de Rodrigo Villagra, de River, acordada de palabra, pero sin contrato firmado. Estudiantes de La Plata espera unos US$ 9,6 millones del magnate estadounidense para los próximos días. Y tiene que debatir un acuerdo de inversión en su asamblea, prevista para marzo.

“Todos miramos, leemos y estamos pendientes”, admite a LA NACION Gabriel Kouyoumdjian, el flamante presidente de la asociación civil Rampla Juniors, que desde ahora se encargará de todas las actividades del club. De todo, menos de la pelota. “El socio puede que esté algo preocupado, pero yo no lo dudé ni un poco y tampoco lo dudo, porque veo cómo están trabajando. Los hinchas son socios que van a los entrenamientos del plantel y no lo pueden creer: no hay muchos clubes de primera así, que tengan un cuerpo técnico con diez personas”, agrega el máximo directivo del Picapiedra, como le dicen a este club del cerro montevideano que juega en el Estadio Olímpico Pedro Arispe, pegado a la bahía de la capital uruguaya. Allí donde un despeje al lateral puede terminar en el río.

Fachada de la sede social de Rampla Juniors en Montevideo, Uruguay

En la charla con LA NACION, Kouyoumdjian redobla la apuesta: “No le tengo miedo al reclamo de la gente: si nos llegan a dejar en Pampa y la vía, les pondremos el pecho a las balas. No miro los riesgos de todo esto: evaluamos todo y estoy muy confiado, No pasa por mi cabeza que esto se pueda llegar a caer. La gente del grupo tomó un compromiso y cumplió”, cuenta el máximo dirigente del club. Entre eso compromisos estaba el pago de las deudas con futbolistas y otros acreedores para poder empezar el torneo en regla: 550.000 dólares, que ya fueron abonados.

“El ruido de Argentina no afecta a Rampla”, dice Gastón Tealdi, presidente de la sociedad anónima deportiva (SAD) que compró el activo fútbol del club uruguayo. Este abogado fue, además, delegado de Peñarol y uno de los máximos responsables de la llegada de Marcelo Bielsa a la Celeste como vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), cargo que dejó a mediados de 2023. “Estoy en permanente comunicación con Guillermo (Tofoni). Sé de su seriedad y compromiso con este proyecto. Cumplieron con todo”, agrega Tealdi, que figura en los listados de FIFA como integrante de la Cámara de Agentes del Tribunal del Fútbol. “Sabemos de los problemas burocráticos, que no son los ideales. Pero a veces las cosas no se dan con facilidad. Venimos trabajando bien, cuidando los recursos y haciendo todo con normalidad”, resume.

El plantel de Rampla Juniors, reunido antes de una práctica: el entrenador es el ex Boca y Vélez Leandro Somoza

Club “devastado” y US$ 33 mil en materiales

Una vez que la Asamblea aprobó el acuerdo de cesión del fútbol por 30 años, el grupo inversor emprendió la tarea de conformar el equipo para la segunda división del fútbol uruguayo. La temporada 2024 terminó con el descenso y la idea de los dueños de la SAD es regresar este mismo año a la máxima categoría. O, a lo sumo, en 2026. “El tiempo llevó a que estuviera todo muy deteriorado: encontramos un club devastado”, resume Tealdi. Un dato: para que el plantel pudiera entrenarse en condiciones óptimas se compraron implementos, siluetas para los tiros libres, colchonetas, por valor de US$ 33 mil. Parte se pagó en efectivo y, lo restante, mediante transferencia bancaria.

Como Rampla no tiene su predio de La Terraza disponible para el primer equipo, se examinaron varios campos tentativos. Hasta que eligieron el del Liceo Naval, donde llegó a entrenarse Peñarol, uno de los grandes del país vecino. “Las canchas son espectaculares: los futbolistas tienen todo para desarrollar su tarea con comodidad. Y también reservamos el lugar para concentrar”, cuenta Tealdi, el presidente de la SAD de Rampla. El directivo no tiene dudas: la meta de Rampla es competirles mano a mano a Peñarol y Nacional. “Ese es el objetivo a largo plazo. Foster (Gillett) no piensa de hoy para mañana, sino que se trata de una construcción muy profesional”, explica.

Entrenamiento de los arqueros de Rampla Juniors, que se prepara para el torneo uruguayo de segunda división

“Veo más difícil el ascenso que pelear por cosas importantes en primera”, se sincera por su parte Kouyoumdjian, el presidente del club. “En 2027 se cumplen cien años del primer torneo que ganó Rampla, todavía en el amateurismo. ¿Por qué no pelearlo con Foster? Soy muy optimista: la ilusión la tenemos”, asegura.

Rampla, antes que Estudiantes

Las primeras conversaciones arrancaron en marzo de 2024, mucho antes de que Gillett aterrizara en Ezeiza para ver alternativas de inversión de la mano de Guillermo Tofoni, empresario y agente de partidos internacionales. “En general, los inversores prefieren clubes sin hinchadas para no asumir tantos riesgos, como hizo el grupo City con Torque. Pero Foster fue al revés: quería un equipo desafiante con arraigo popular. Y Rampla concita una zona muy popular como el cerro”, recuerda Tealdi. “Lo sedujo eso y sus objetivos van más allá de lo deportivo: quiere contribuir al desarrollo social de todo el lugar. Le encantó. ¿La negociación con el club? No te diría que fue fácil, siempre hay discusiones, pero nosotros estábamos convencidos”.

Quienes quieren comprar un club en el país vecino conocen de memoria la hoja de ruta. La primera parada, obligatoria, es en las oficinas de la AUF. Allí, Gillett y sus emisarios se encontraron con otro hincha de Rampla, el presidente de la asociación, Ignacio Alonso. El dirigente incluso dio el presente en la Asamblea que votó el acuerdo con los inversores, en diciembre del año pasado. En los primeros encuentros, informales, los enviados por Gillett supieron que en el humilde club estaban de acuerdo con vender su activo fútbol a una empresa.

Foster Gillett, empresario estadounidense que compró, mediante una SAD, el fútbol de Rampla Juniors, de Uruguay

“Foster buscaba un club popular, con arraigo, para levantarlo”, cuenta el flamante presidente de Rampla, Kouyoumdjian, cuya lista venció en las elecciones a otras dos, una de ellas integrada por Carlos Oreiro, hincha fanático de Rampla y papá de Natalia. Y evoca aquellos momentos embrionarios de la transformación en SAD: “Yo me entero de las intenciones del grupo en marzo de 2024: la inversión externa era algo que siempre buscamos y, hasta ese momento, no sabíamos nada que pudiera venir de Argentina”, relata. Sobre el acuerdo, Kouyoumdjian puntualiza: “No se habla de un monto mínimo de inversión, aunque sí de obras en el primer y segundo año. Por ejemplo, de no menos de 700 mil dólares para cerrar el predio de La Terraza, que es del club. La cifra incluye renovar los vestuarios, poner un piso sintético y la iluminación. Todo eso quedará para Rampla Juniors”.

¿Y el estadio Olímpico? El sueño de Gillett y Tofoni es, a largo plazo, transformarlo en una “cancha boutique” con todas las comodidades. Claro que para eso falta: recién arrancan las negociaciones y la empresa naviera dueña de la cancha, que no es de Rampla. Las charlas podrían terminar de concretarse en los próximos meses, ya que la compañía habría decidido irse del país vecino.

Vista de uno de los arcos del estadio Olímpico Pedro Arispe, de Rampla Juniors

El plan deportivo

Rampla Juniors modelo 2025 tendrá futbolistas argentinos (el de mayor trayectoria, el cordobés Julio Buffarini) y entrenador albiceleste: Leandro Somoza, exjugador de Boca, Vélez, Lanús y Villarreal de España. Además, fue DT de Aldosivi (Mar del Plata) y de Rosario Central. Según pudo reconstruir LA NACION, Somoza fue recomendado por Juan Sebastián Verón, presidente de Estudiantes de La Plata y con quien Gillett firmó un preacuerdo de inversión que debe ser refrendado por la Asamblea del Pincha. “Si querés un proyecto a largo plazo, es el indicado”, habrían sido las palabras de la Brujita.

El magnate escuchó y concertó una reunión en Puerto Madero -la zona elegida para hospedarse cada vez que viene a Buenos Aires- con el propio Somoza y su representante, Martín Guastadisegno. Allí se habló de las aspiraciones deportivas, del plan para ascender y competir con Nacional y Peñarol y, claro, de dinero. Para ese momento, la prensa ya se había hecho eco de los problemas con los pases de Valentín Gómez y de Rodrigo Villagra, en los que había intervenido el hombre de anteojos que el técnico y su representante tenían enfrente.

Julio Buffarini, uno de los refuerzos principales de Rampla Juniors para la temporada 2025

Según trascendió, Gillett les dio las garantías necesarias para que pusieran manos a la obra. “Les mostró extractos bancarios en el extranjero por más de 1000 millones de dólares. El problema era que todavía no había podido ingresar ese dinero al país”, narra alguien al tanto de aquellas negociaciones que prefiere anonimato. Es el mismo argumento que esgrimen desde el lado del empresario estadounidense para explicar por qué se truncó la transferencia de Gómez a Udinese (Italia). En el caso de Villagra, ni siquiera hubo un contrato firmado por la venta.

El 6 de febrero, el club le dio la bienvenida a Somoza en las redes sociales. En paralelo, la dirección deportiva trabajaba en el armado del plantel para competir en la segunda división del fútbol uruguayo, que empieza el próximo 8 de marzo. El gerente del área es argentino y se llama Ezequiel Scaziga, quien trabajó como analista de videos en Defensa y Justicia con Sebastián Beccacece como entrenador (año 2018). “Nos armamos de una manera muy similar a cualquier equipo del ascenso argentino”, cuenta Scaziga ante la consulta de LA NACION. “Puede que allá resuene la llegada de (Julio) Buffarini, pero fue el futbolista número 25 en firmar. El equipo es un mix entre grandes y chicos”, agrega.

Si los hinchas de Rampla pensaron que en algún momento podía llegar un futbolista comprado por el Grupo Foster Gillett -tal el nombre de la sociedad creada en Argentina-, la realidad está muy lejos: “Nunca estuvo en carpeta ningún jugador de grupo: todos los que llegaron fueron propuestos por nosotros. Además, no tenemos plaza disponible para extranjeros. Y tampoco nos pidieron que le guardemos el lugar a nadie”, añade Scaziga, el director deportivo de Rampla Juniors, quien estará acompañado por otro argentino, Juan Ignacio Delgado, en la secretaría técnica.

Scaziga añade: “Foster tuvo un acercamiento con nosotros y nos habló de un proyecto deportivo serio, organizado. Algo de todo eso ya se ve en la práctica: instalaciones, materiales, indumentaria, todo está en primer nivel para la liga que jugamos. La mano de la SAD se ve en la inyección económica y en la solución de problemas de infraestructura. Ahora no hay ninguna complicación”. El perfil oficial de Rampla en X, mientras tanto, no para de anunciar refuerzos. Ajenos a todo, aunque conscientes de que esto es fútbol, los dirigentes del Picapiedra de Montevideo eligen creer.