Alerta por aplicaciones usadas para el tráfico sexual de niños en Colombia; el oscuro negocio que acecha desde Facebook, Tinder y Airbnb

Las “patronas” son intermediarias clave que conectan a menores con depredadores extranjeros según el informe - crédito Jesús Áviles Infobae Colombia

El tráfico sexual de menores en Colombia es una crisis que encontró en la tecnología un nuevo aliado. Una investigación de Bloomberg reveló cómo plataformas digitales como Facebook, Tinder y Airbnb están siendo utilizadas por redes de explotación infantil, facilitando el acceso de extranjeros que buscan relaciones sexuales con menores de edad.

En ciudades como Medellín, el turismo creció considerablemente, atrayendo a miles de visitantes en busca de diversión y nuevas experiencias. Sin embargo, junto con ellos llegaron depredadores sexuales que aprovechan la vulnerabilidad económica de muchas familias para explotar a niños y niñas.

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Messenger y Tinder son algunas de las herramientas digitales más usadas por estos grupos criminales - crédito Patrick Sison/AP

El caso de Timothy Alan Livingston fue una de las primeras señales de alerta sobre esta tendencia. Este extranjero fue capturado tras ser descubierto abusando de menores en Colombia, pero su historia no es un hecho aislado. Cada vez más personas llegan al país con estos fines delictivos, y la facilidad con la que acceden a sus víctimas es alarmante.

Según la investigación, los grupos criminales adaptaron sus métodos y utilizan redes sociales y aplicaciones de citas para captar menores. Facebook y Tinder permiten que los delincuentes contacten con niños y niñas, mientras que Messenger es usado para coordinar encuentros. Airbnb, por su parte, es empleado como un espacio donde se llevan a cabo estos abusos, sin que la plataforma pueda detectarlo con facilidad.

El reportaje expone cómo estas redes funcionan a través de intermediarias conocidas como “patronas”, quienes se encargan de conectar a las víctimas con los agresores. Una de las historias más estremecedoras recogidas por el medio antes mencionado, es la de una niña que fue obligada a vender su virginidad a un extranjero. El hombre no solo abusó de ella, sino que nunca le pagó la cantidad prometida.

La facilidad con la que estos delincuentes operan se debe, en parte, al crecimiento de estas plataformas en Colombia. Airbnb aumentó su alcance un 21% en el último año, Facebook es utilizada por más de la mitad de la población y Tinder cuenta con más de un millón de usuarios. Sin una regulación estricta, estos espacios siguen siendo aprovechados por redes de explotación infantil.

Carteles en Medellín advierten sobre la explotación infantil, pero persisten críticas por su insuficiencia - crédito Fiscalía del Perú

A pesar de los esfuerzos de las autoridades colombianas para combatir este flagelo, la investigación resaltó que las empresas tecnológicas no implementaron controles suficientes para evitar estos delitos. Algunas menores contaron cómo lograron evadir las restricciones de Facebook al crear perfiles comerciales en lugar de personales, lo que les permitió operar sin ser detectadas.

Medellín puso carteles de advertencia sobre la explotación infantil en distintos puntos de la ciudad, pero esto no es suficiente. La lucha contra este problema requiere un trabajo conjunto entre el Gobierno, las plataformas digitales y la sociedad para fortalecer la regulación y evitar que estos espacios sigan facilitando la explotación de menores.

El caso de Livingston fue solo el inicio de una tendencia que sigue en aumento. La impunidad con la que estos depredadores llegan a Colombia exige una respuesta inmediata. Sin medidas concretas por parte de las plataformas tecnológicas y sin una intervención más fuerte de las autoridades, la explotación infantil seguirá cobrando víctimas en el país.

Las plataformas digitales carecen de controles rigurosos para evitar que menores sean captados, según testimonios - crédito montaje Infobae

El crecimiento del turismo y el avance digital abrieron nuevas oportunidades, pero también facilitaron la proliferación de delitos atroces. La facilidad con la que los criminales pueden contactar a menores y operar bajo la apariencia de la legalidad agrava aún más el problema. Es fundamental que se refuercen los controles, se mejore la cooperación internacional y se implementen sanciones más severas para desmantelar estas redes. La protección de los menores debe ser una prioridad urgente para evitar que más niños y niñas sean víctimas de este horror.