En nuestro día a día, es común que utilicemos palabras con total naturalidad sin pensar en su correcta pronunciación o etimología. Sin embargo, muchas veces repetimos términos sin ser conscientes de sus orígenes o de cómo deberían ser pronunciados.
A lo largo de la historia del idioma, el castellano adaptó y transformó miles de palabras, y algunas de ellas mantienen secretos sobre su pronunciación que ni los hablantes más experimentados conocen. Un claro ejemplo de esto es la eterna duda entre “arveja” y “alverja“.
¿Se dice “arveja” o “alverja”?
Ambas formas, “arveja” y “alverja”, son correctas. A pesar de que existen variantes en la forma de escribir la palabra, ambas tienen una raíz común que remonta a una evolución histórica en el idioma castellano.

¿Cuál es el origen de la palabra arveja?
Según la RAE la palabra “arveja” proviene de un término latino antiguo, “ervilia”, que a lo largo del tiempo fue sufriendo transformaciones fonéticas hasta convertirse en “arveja”.
Este término se usaba originalmente para referirse al fruto del algarrobo mediterráneo. Sin embargo, en América, particularmente en países como México, el término se empleó para denominar lo que en España se conoce como “guisante” (palabra de origen mozárabe).

En este contexto, el nombre “chícharo” es utilizado en México, manteniendo una conexión más directa con el nombre latino de la legumbre.
¿Cómo surge la variante “alverja”?
Por otro lado, la forma “alverja” parece haber surgido por un proceso de asimilación fonética de “arveja”, primero transformada en “arverja” y luego en “alverja” mediante disimilación.
Además, esta evolución está influenciada por otras palabras que provienen del árabe, como “alcachofa”, “alcanfor” o “alubia”, en las cuales se incorpora el artículo árabe “al-“. Este fenómeno de disimilación es común en muchas palabras que se han transmitido desde el árabe o el mozárabe al castellano.