Mientras los analistas debaten acerca de cuáles son las profesiones que serán más impactadas por el avance de la inteligencia artificial, el primer profesor-robot ya comenzó a dar clases en un colegio secundario.
La docente humanoide se llama Iris y la organización que lo implementó es la Escuela Secundaria Superior KTCT en Kallambalam, en el estado de Kerala, en India. Vestida con un tradicional sari de seda, Iris utiliza Inteligencia Artificial Generativa (IAg) para convertir voz en texto y viceversa, permitiéndole interactuar con los estudiantes en tres idiomas diferentes.
Durante una demostración reciente, la profesora-robot respondió a preguntas de los estudiantes sobre diversos temas, desde el currículo escolar hasta curiosidades generales. En todos los casos, según reporta la prensa internacional, Iris proporcionó respuestas detalladas y ejemplos relevantes. Por supuesto, nunca se enoja ni se irrita.
Si bien los planes para la evolución de Iris ya están en marcha, ya que se prevé darle “ojos” para que identifique a cada estudiante y responda sus preguntas, a fin de aumentar el nivel de interacción, desde el colegio explicaron que no reemplazará a los profesores humanos, sino que servirá como un sistema de apoyo para el personal docente.
Ventajas y desventajas del profesor-robot
Este avance tecnológico en la educación plantea interrogantes sobre el futuro de la enseñanza y el papel de la IAG en las aulas. Mientras algunos ven en Iris una herramienta valiosa para complementar la educación tradicional, otros advierten sobre la importancia de mantener a rajatabla el rol del docente.
“La incorporación de esta tecnología en el contexto de las clases es interesante, principalmente porque permite a los alumnos en etapa de formación media adquirir herramientas digitales que utilizarán a lo largo de su vida”, opina Pablo Navarro, Secretario General de la Universidad de Morón y docente especializado en enseñanza digital.
Por su parte, Daniela Borlenghi, cofundadora y coCEO de PickApply, una plataforma de empleo para exclusivo el sector educativo, analiza tanto las ventajas como las desventajas de incorporar a un robot como Iris: “Entre los positivos, se encuentra la capacidad que tiene para ofrecer recursos educativos adicionales, así como también de generar respuestas rápidas. Sin embargo, también es cierto que con este humanoide se avanza en la deshumanización del proceso educativo y la falta tanto de empatía como adaptabilidad que un robot no puede replicar. Además, el hecho de que la clase sea impartida por un robot lleva a la despersonalización emocional y social entre los actores de la comunidad educativa”.
Más allá de sus particularidades, Anabela Cathcarth, coordinadora pedagógica en la empresa de tecnología educativa Educabot, sostiene que la presencia de robots en las aulas debe ser una decisión planificada y con el objetivo de lograr un aprendizaje significativo. “Uno de los principales beneficios de implementar la inteligencia artificial dentro del aula es que permite personalizar el aprendizaje para cada alumno. Pero, en el caso de Iris, que posee inteligencia artificial, no deja de ser un solo robot para toda la clase, por lo que no puede enfocarse individualmente en cada alumno”, detalla, por eso señala que la implementación de estas tecnologías puede ser mucho más significativa si cada estudiante tiene, por ejemplo, su propio asistente con inteligencia artificial.
¿Excentricidad o normalidad?
Si bien Iris despierta curiosidad por ser el primer robot de su tipo, ¿qué podemos esperar de cara al futuro? Aquí las aguas están divididas. Por un lado, Borlenghi señala que es utópico pensar en numerosas Iris en Argentina, especialmente considerando las disparidades en el acceso a la tecnología en diversas regiones del país. “Sería esencial que primero se aborden las carencias básicas de infraestructura tecnológica antes de pensar en adoptar tecnologías avanzadas como robots en la educación. La disponibilidad de recursos como computadoras e internet sigue siendo un reto en muchas áreas, lo que hace que la idea de una amplia adopción de robots en la educación parezca lejana o incluso utópica en ciertos contextos”, analiza. Y agrega: “Por otra parte, debemos ser cautelosos para asegurar que estos robots sean herramientas de apoyo y no sustitutos de los docentes, quienes son insustituibles en su capacidad de proporcionar orientación emocional y pedagógica.”
En este punto, los expertos señalan que el rol del docente va mucho más allá de impartir conocimientos. De hecho, estos profesionales tienen la habilidad de entender el contexto de sus estudiantes, brindar apoyo emocional, y adaptar sus métodos de enseñanza a las necesidades individuales y culturales de cada caso. Por eso, la empatía, el juicio profesional y la capacidad de inspirar son cualidades humanas irremplazables, según señalan los entrevistados.
Dicho esto, Iris podría funcionar muy bien para dictar contenidos factuales, proporcionar retroalimentación inmediata en evaluaciones, y facilitar el acceso a información y recursos educativos. Asimismo, podría complementar el aprendizaje con ejercicios interactivos y tutoriales, así como también podría de ser de gran ayuda para estructurar las clases. “De esta manera, un robot podría servir como asistentes del docente, ayudando a estructurar y organizar la clase permitiéndole al docente ocuparse en la interacción personalizada con sus estudiantes”, reflexiona la directiva de PickApply, aunque la especialista de Educabot recuerda un problema de la IA generativa: la alucinación. “El punto a tener en cuenta es que estos algoritmos, cuando no saben un dato, lo generan, por lo que es sumamente importante analizar esa información con criterio. Por eso, al momento de implementar la inteligencia artificial dentro de un aula, es sumamente importante configurarla y entrenarla para que la información que nos entrega sea verídica.
Pero, claro, también es cierto que un robot podría distraer al alumnado: “Con su morfología humanoide, Iris es sin dudas impactante, y puede desviar la atención de la clase. El espíritu curioso de los niños naturalmente hace que quieran interactuar con el robot, hacerle preguntas, sorprenderse con sus respuestas”, argumenta Cathcarth. Y recuerda que enero tuvo la oportunidad de conocer a Ameca, el robot humanoide más sofisticado del mundo. “En nuestra experiencia, resultó muy complejo para el propio robot poder entender cuándo le hablábamos a ella y cuándo no, por lo que nos contestaba a todo lo que decíamos. Los creadores habían desarrollado justamente un comando de voz para enviarla a dormir y que dejara de escuchar. Pienso que, en una dinámica de aula, este tipo de situaciones podrían complicarse muchísimo”.
Habilidades de los docentes
Navarro cree que habrá muchos más ejemplares como Iris en el futuro. “No creo que estemos muy lejos de integrar toda la potencia de la inteligencia artificial generativa en modelos robotizados, especialmente en la educación superior”, predice. De todos modos, al igual que el resto de los entrevistados, señala que los profesores no tienen por qué sentirse amenazados: “el docente tendrá una función esencial en mediar con la tecnología, y particularmente con la GenAI y las herramientas digitales, como las plataformas de enseñanza que se vayan incorporando. Sin duda, la función docente en este presente tecnológico será un desafío, en el que sus habilidades socioemocionales serán de un valor irreemplazable, así como sus capacidades de mentoría, motivación y uso de nuevas técnicas de enseñanza”.
A medida que Kerala lidera esta innovación educativa, el mundo observa con interés cómo se desarrollará esta integración de la IA en las aulas y qué impacto tendrá en el aprendizaje de los estudiantes a largo plazo. Pero claro, también hay que mirar el otro lado de la moneda. Como concluye Borlenghi: “si se implementa de manera desigual, la introducción de robots podría ampliar la brecha educativa. Es crucial que las políticas educativas aseguren un acceso equitativo a estas tecnologías, para que todos los estudiantes, independientemente de su contexto socioeconómico, puedan beneficiarse de ellas. Esto quedó muy al descubierto durante la pandemia y dejó de manifiesto las diferencias y las brechas”.