Un arma calibre 9 milímetros con un silenciador y que quedó grabada en primer plano en el crimen de Fabián Sturm Jardón, asesinado ayer a la madrugada en la puerta de un kiosco en el barrio porteño de Recoleta, es la punta que podría conectar una guerra narco que salió a la luz en los últimos tres meses y que ya se cobró la vida de dos uruguayos que se habían radicado en la zona norte bonaerense. Al menos, esa es una de las hipótesis más firmes sobre la que trabajan los investigadores porteños a cargo de determinar no solo quién, sino por qué, fue acribillado por la espalda el hombre de 42 años.
“Hay un hecho original, que aún no se pudo determinar cuál es, que tiene que ver con Sturm Jardón y su socio [Marcelo González Algerini, también asesinado] quedándose con algo vinculado a la droga que no les corresponde. Ese hecho preciso es el desencadenante de las dos cosas que pasan después. Primero el tiroteo a St
urm en el ingreso a un country, en septiembre; la muerte de este Marcelo [González Algerini] que le atribuían a Sturm y a lo que está vinculado el arma con la que mataron a Sturm”, resumió escuetamente ante LA NACION, uno de los pesquisas sobre las primeras 36 horas de la investigación.
Para avanzar sobre esta hipótesis fue clave el hallazgo del arma homicida. Según indicaron fuentes policiales a LA NACION, personal de la Brigada de Homicidios de la Policía de la Ciudad realizó conjuntamente con la personal del Centro de Monitoreo Urbano (CMU) un seguimiento de cámaras privadas y de cámaras públicas de la huida del sicario que mató a Sturm Jardón y le robó su morral. Así lograron detectar cuando sube a un auto marca Fiat, modelo Cronos de color rojo y se aleja de la zona del homicidio. Con las cámaras privadas como del CMU siguen el trayecto del auto hasta que es abandonado en el barrio de Balvanera, en la zona conocida como Abasto.
Luego de comprobar que la zona era segura, se acercaron y abrieron el auto sobre el que se realizan peritajes. Dentro del vehículo se encontraron guantes, una bolsa [la misma que se ve en el video del crimen de Sturm] y una pistola 9 mm con silenciador que sería el arma homicida.
Tras los primeros análisis sobre el arma, las señales de alerta se encendieron, ya que se investiga si fue la misma que se utilizó en los hechos anteriores: el tiroteo en la puerta de un country y el asesinado de González Algerini, de 36 años, el 12 de octubre en Pilar y por el que estuvo detenido el padre de Sturm a quien se liberó en las últimas horas por falta de méritos.
Los investigadores también trabajan sobre el perfil del sicario, que no sería argentino y que estiman participó de, al menos, dos de los tres hechos que incluyeron disparos y que terminaron con la muerte de los dos uruguayos.
También fue allanado por la brigada de Homicidios de la fuerza porteña el departamento al que se había mudo en los últimos meses Sturm luego de sobrevivir al intento de asesinato en la puerta del country. Se trata de una vivienda, situada en Paraguay 2943, en la misma cuadra del kiosco donde lo acribillaron ayer.
“El señor venía seguido al kiosco, casi todos los días. Me enteré de esto cuando llegué a trabajar”, comentó una empleada de ese kiosco a LA NACION y agregó su convencimiento de que “esto fue un ajuste de cuentas”.
En el interior del inmueble, según detallaron los investigadores, se secuestraron tres teléfonos, la caja de una pistola Glock, el documento español del uruguayo que tenía doble nacionalidad y otros efectos personales que están siendo peritados por estas horas.
“Tenía miedo que lo maten. Por eso se mudó solo al departamento y nosotros nos quedamos en el country”, fue una de las frases que la joven mujer de Sturm Jardón le dijo a la justicia en la causa por la muerte de su marido que está a cargo del fiscal Marcelo Roma y en la que interviene el juez nacional en lo criminal y correccional Darío Bonanno.
Según ese relato, cada vez que la pareja decidía encontrarse lo hacían en un lugar distante del nuevo domicilio que tenía la víctima. La mujer contó que se armaba un protocolo con el que Sturm Jardon intentaba evitar ser identificado, ya que también pesaba un pedido de captura sobre él por el crimen de su socio ocurrido exactamente dos meses antes de su muerte.
El 12 de octubre, González Algerini había salido de su casa en una camioneta Chevrolet Tracker, con Teófilo Américo Sturm González, un uruguayo de 80 años, padre de su socio, para hacer compras.
Cuando llegaron a un kiosco, Teófilo Américo se bajó del vehículo y González Algerini lo esperó en el interior. A los pocos segundos, se puso a la par una camioneta Chevrolet Tracker una Jeep Renegade desde donde comenzaron a dispararle a mansalva. Fue una ráfaga de diez disparos, cuatro proyectiles impactaron en el cuerpo del conductor, que murió en el lugar. Cuando el personal de la policía bonaerense llegó a la escena del crimen, encontraron un morral con 694.000 dólares, 1.000.000 de pesos y dos iPhone.
En un primer momento, Teófilo Américo quedó detenido por su presunta participación en el plan criminal, pero ayer la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de San Isidro le dictó la falta de mérito. La decisión judicial se dio tan solo horas después de que su hijo de 42 años tuviera el mismo final que su socio.
¿Se descartó la hipótesis que vinculaba el crimen de Sturm a compra y venta de rodados dentro de la comunidad gitana? Fue la pregunta de LA NACION a los investigadores que se mostraron cautos y aseguraron que es “lo que menos suena” o sobre lo que “menos se avanzó”, pero que es aún es prematuro descartarlo. Más aún, cuando todavía se desconoce lo que originó la seguidilla de crímenes.