Hay quien pasa décadas ahorrando para adquirir una propiedad. La estabilidad de una residencia fija, junto con los beneficios económicos que puede suponer a largo plazo contar con una casa, hacen que sea un objetivo -a veces inasequible- para muchos.
Sin embargo, en Bárcena de Bureba, una localidad abandonada desde los años 70 y ubicada cerca de Burgos, ocurrió algo distinto. Un matrimonio de holandeses, Maaike Geurts y Tibor Strausz (46 y 48 años), decidieron gastarse 350.000 euros en una aventura que implicaría mucho más trabajo: comprar el pueblo entero.
Una transformación completa
“Nos contactaron porque estaban buscando algo así de grande, con muchas casas y tierras, apartado de las grandes ciudades”, explicaba a la Agencia EFE Elvira Fafián, responsable de Aldeas Abandonadas Real. “No tardaron mucho en ir a verlo -el pueblo-, se desplazaron directamente a Bárcena y les encajó y se lo quedaron”.
En mente, tenían un proyecto que les iba a llevar mucho tiempo: transformar, junto a sus hijas Trisa y Riva, este pueblo de 62 casas -muchas de ellas en ruinas- en una ecoaldea: rehabilitar las viviendas, cultivar y llevar a cabo diferentes proyectos. Venían con una idea clara, y dos años después, lograrán algo que, hasta hace poco, parecía imposible en Bárcena: que vengan nuevos habitantes.
Y es que, tal y como ha desvelado el Periódico de España, dos familias se unirán a Maaike y Tibor. Ellos dos, pese a que han ido trabajando en el pueblo, siguen instalados en Ámsterdam a falta de lograr que el municipio sea del todo habitable y pueda autoabastecerse. “Hemos tenido hace poco un encuentro en Ámsterdam con cuatro familias interesadas en venir y dos nos han dicho que seguro que van a venir en 2025″, explican al citado medio.
Menos de un año para la mudanza
“Vienen con dinero para invertir en la zona y vienen con una iniciativa de que su proyecto sea para otras personas que quieran vivir en el pueblo”, afirma Fafián. En este caso, la idea de este matrimonio holandés ha ido desde la plantación de árboles de paulonia -crecen rápido y regeneran el suelo- hasta la celebración de eventos como un festival de poesía -el Silvestris– la que asistieron cientos de personas. La idea, también, es que en algún momento puedan venir turistas y pernocten en la zona, puesto que, de hecho, ya hay muchos curiosos que vienen a visitarles para ver qué es lo que están haciendo.
En verano de 2025, Maaike y Tibor vivirán al fin en el pueblo junto con esas dos familias que ya les han confirmado que se unirán a ellos. Pero, además, habrá también una última persona, que de hecho ha sido un gran apoyo para el matrimonio en su proyecto. Se llama Carlos y es un hombre jubilado que, pese a haber vivido toda su vida en Madrid, compró hace 40 años una de las casas del pueblo en la que ahora vive, después de haberla arreglado con su hijo.