MAR DEL PLATA.- Aunque las últimas proyecciones están previstas para este domingo 1° de diciembre, la 39° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata culminó formalmente este sábado con la ceremonia de entrega de premios en todas las categorías, que comenzó a las 19.40 en el Teatro Auditorium, con una buena presencia de público, actores, directores y realizadores.
Los galardones de la Competencia Oficial se repartieron entre la belga Au bord du monde, de Guérin van de Voorst y Sophie Muselle (elegida como mejor largometraje), ambientada en un hospital psiquiátrico y con mucha influencia del cine social de los hermanos Dardenne (su protagonista, Mara Taquin, también se quedó con el premio a la mejor interpretación); secundada por el premio especial del jurado para el sensible drama realizado en animación y ambientado en la Segunda Guerra Mundial dirigido por el francés Michel Hazanavicius The most precious of cargoes, que integró la Selección Oficial del último Festival de Cannes y cerró la competencia del encuentro marplatense. En tanto, el argentino Matías Lucchesi alzó el lauro al mejor director por El casero, la historia de dos hermanos (Paola Barrientos y Alfonso Tort) que viajan a Villa Carlos Paz para convertir la antigua casa familiar en hotel boutique, único premio oficial dentro de la Competencia Internacional para el cine argentino ya que el triunfo en la categoría mejor guion fue para Gil Kenan y Jason Reitman por la estadounidense Saturday Night.
Fue, en términos generales, un festival distinto y que vivió -como es su sello desde su creación, hace 70 años- los avatares políticos y económicos de la Argentina. La edición 2024 pendió de un hilo, vivió el cambio de su cúpula directiva pocos meses antes de su realización y además tuvo la notable ausencia de los principales referentes de la industria cinematográfica local, quienes participaron de otro encuentro, denominado Contracampo, que aglutinó a los productores opuestos a las actuales políticas del Incaa. Pero, por otro lado, Mar del Plata tenía como amenaza ante una cancelación del cónclave cinéfilo la pérdida de su dorada “categoría A”, que la hermana a los 15 festivales más importantes del mundo y cuya calificación es soñada por muchos grandes encuentros de la región, dado que es el único encuentro del continente que la posee. Así, el festival resistió los peligros, presentó varios títulos de indudable relieve y tuvo una discreta pero sostenida presencia de realizadores y artistas que, en la recta final, añadió los nombres de los mexicanos Fernanda Valadez, Santiago Volkow y Manuel García Rulfo; la asiática Tsu Chan Chambers; el panameño Ricardo Aguilar Navarro; el israelí Samuel Maoz; los españoles Aitor Echeverría, Adriana Ugarte y Emma Suárez, y una delegación de Armenia que incluyó al director de su festival internacional Golden Apricot, Karen Kavestisyan; a la programadora Varvara Hovhannisyan y a la realizadora Zara Jian, presentando un tributo por el centenario del nacimiento de Sergei Paradjanov (El color de la granada, su obra más conocida, se proyectará de forma gratuita este domingo 1° de diciembre a las 16.30 en la Sala Manuel Antín del Palacio Libertad).
También estuvieron en Mar del Plata Fernanda Mistral, que presentó el tributo al recientemente fallecido Manuel Antín con Los venerables todos, y Pablo Torre la retrospectiva en homenaje a su padre, Leopoldo Torre Nilsson. Pablo César se dio cita junto con la galerista Luz Castillo para mostrar el documental sobre su vida; Teresa Costantini participó junto con Mauricio Wainrot por Wainrot entre bambalinas; el terror y lo fantástico reunió a Demián Rugna, Fabián Forte, Nicanor Loretti y Luca Castello, en tanto que Benjamín Vicuña presentó El silencio de Marcos Tremmer y Fabiana Cantilo su Lágrimas de fuego, dos personalidades que provocaron las selfies en esta recta final.
El público reconoció a la armenia There Was, There was not, de Emily Mkrtichian, que recibió además una mención especial del jurado oficial junto con la española Rita, de la actriz y cineasta Paz Vega, que también viajó al festival. La Competencia Argentina reconoció a La llegada del hijo, de Cecilia Atán y Valeria Pivato; a Mariano González como mejor director por Adulto, en tanto Gerardo Panero por El Ariston y Lautaro Bettoni y Benicio Mutti Spinetta por No corre el viento recibieron sendas menciones especiales. El premio Work in Progress también lo recibió el cine argentino por 76 89 23, de Federico Benoit y la mención de la competencia Estados Alterados fue para Nuestra sombra, de la argentina Agustina Sánchez Gavier. El ascenso y caída de Zara Zilverstein, de Brian Kazez, se quedó con el premio al mejor cortometraje argentino. En las otras secciones competitivas, películas de Brasil, Uruguay, México, Líbano y Qatar, Chile y Bolivia también recibieron reconocimientos de los diversos jurados. Durante las últimas jornadas se destacaron dos actividades especiales que acompañaron los directores artísticos, Gabriel Lerman y Jorge Stamadianos, con especial interés: la master class que el especialista argentino Pablo Helman (tres veces nominado al Oscar y que trabajó para George Lucas, Steven Spielberg, Clint Eastwood y Martin Scorsese) brindó sobre los efectos especiales que realizó para Wicked, precuela de El mago de Oz, actualmente en cartel en nuestro país; y la emocionada presentación en el escenario del Teatro Colón que Héctor Olivera hizo de su clásico La patagonia rebelde, celebrando el cincuentenario de su estreno y uno de los clásicos del cine argentino a través del tiempo, al que evocó con prodigiosa memoria desde sus 93 años.
Precisamente, durante la ceremonia de clausura, tanto Helman como Olivera recibieron con emoción sus Astor a la Trayectoria. La exhibición del film de clausura, el thriller Puntos suspensivos, de David Márques, se vio algo empañada por la cancelación a último momento, por un problema de salud, de la presentación de su protagonista, Diego Peretti.
Tiempos de cambio entre gritos y susurros
La ceremonia de premiación comenzó 19.40 sin los principales referentes de la Secretaria de Cultura de la Nación, del INCAA y del Municipio de Mar del Plata, quienes si estuvieron en el acto inaugural. En la noche de clausura estuvieron el presidente del Ente Municipal de Turismo y Cultura Marplatense, el Director General de Cultura de General Pueyrredòn y el Presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos, quienes acompañaron a Jorge Stamadianos y Gabriel Lerman, directores artísticos del festival quienes hicieron uso de la palabra agradeciendo al equipo del festival: “El show empieza no porque este listo, sino porque son las once y media de la noche, decían en la película Saturday Night y la idea es que ustedes disfrute y no vean lo que pasa detrás de los cortinados”, agregó Stamadianos señalando que: “El cine argentino sigue siendo mayoría y la marca especial de este festival de Mar del Plata”, indicó en un discurso a dos voces compartido con Lerman: “En estos días he vivido situaciones hermosas”, dijo para detallar las actividades que involucraron a Héctor Olivera, Adriana Ugarte, Emma Suárez y Demián Rugna: “Este festival fue realizado con una libertad total de criterios, de discursos, de posiciones, porque eso es el buen cine”, sumó Stamadianos. “Los esperamos en Mar del Plata en Noviembre de 2025 para celebrar la edición nro. 40″, cerró -entre aplausos- Lerman.
A partir de allí se desarrollaron los dos momentos más emotivos de la noche, el primero tuvo lugar cuando Luis Alberto Scalella tomó el micrófono y emocionado casi hasta las lágrimas, depositó el premio Astor de Plata en manos de Olivera: “Siempre ha sido un referente, un faro para mi, un hombre que se dedicó y vivió por y para el cine, todo lo que ganó y perdió lo perdió en el cine. Se jugó la vida de verdad no como ahora que las críticas son en Facebook o Instagram”, comenzó Scalella, a la sazón presidente de la FIAPF y de Argentina Sono Film: “Me siento amigo de él, siempre quise ser como él, lo admiré toda la vida, una gran persona, un gran socio, un mejor cineasta. Me siento muy honrado de entregar el premio: “Grande Héctor, carajo!”, cerró fundiéndose en un abrazo con el ganador dos veces del Oso de Plata de Berlín por La patagonia rebelde y No habrá más penas, ni olvido. Héctor Olivera ocupó el atril quince minutos los cuales fueron una clase de historia vivida del cine y de la propia del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que conoció desde sus comienzos con tan sólo 23 años, para unos años después, en 1959, ganar con El Jefe de Fernando Ayala como Mejor Película hablada en castellano, de la que fue su productor. “¿Por qué no la mejor película? El hecho es que había una producción de un tal sueco… Bergman. El hecho es que con Ingmar Bergman no se podía competir”, dijo risueño compartiendo esas risas con la audiencia que ocupó -aunque no de manera total- la enorme platea del Teatro Auditorium y que además fue testigo de sus recuerdos sobre Perón y su proteccionismo al cine nacional; la Revolución Libertadora y la cinefilia del Capitán Manrique y la figura de Astor Piazzolla y de cuya estampa en El día que me quieras, como un niño canillita, el festival tiene su estatuilla distintiva. La misma que acto seguido recibió el especialista en efectos visuales Pablo
Helman de manos de una de las mejores sorpresas de la noche, porque fue el mítico Lito Nebbia quien se hizo presente en escena para entregar ese segundo trofeo a quien fue baterista de la banda Los Moros antes de dedicarse a ese mundo que le permitió trabajar con los grandes nombres de Hollywood: “Hace 44 años que me fui de Argentina pero Argentina siempre esta conmigo porque me acuerdo siempre que en un pequeño cine de la calle Florida fue donde vi Amarcord de Fellini y aprendí a amar al cine… una y otra vez he buscado respuestas dentro mío y, una y otra vez, mi formación en la Argentina me enderezó el camino, la educación que recibí de mis padres, mis abuelos, mis maestros, la escuela primaria, secundaria, universitaria, la educación que tuve en el Conservatorio Manuel de Falla”, dijo con enorme emoción el tres veces nominado al Oscar: “A pesar de tener tanta suerte, no todo ha sido rosa, y siempre me respaldo en la formación argentina y los valores que fueron impuestos en mi. Como dice el poeta Nebbia: “Solo se trata de vivir, de ser honesto con uno mismo porque si uno se olvida de donde viene no sabe adonde va”, dijo sin poder contener las lágrimas.
Luego prosiguió la entrega de los premios paralelos de las entidades que no se retiraron del festival como Cronistas, Fondo de las Artes, Recam y Signis. Y allí el festival comenzó con algunos pasos de comedia como la traducción simultánea que mareó al israelí Roy Assaf y luego cuando el periodista Fernando Brenner bramó desde la platea que su jurado no había sido convocado a escena para entregar los premios de la sección Estados alterados, nombre muy a tono con el ánimo y lo acontecido. A partir de allí los nervios ganaron a la organización y Gerardo Panero volvió a subir al escenario para agradecer su mención luego de que no se le diera el uso de la palabra en primer término. Se vivió una progresiva desorganización escénica sumado discursos cada vez más encendidos sobre la política cultural oficial aunque, sorprendentemente y salvo las palabras del argentino Matías Lucchesi, las expresiones de los referentes locales fueron tibias frente a las encendidas palabras de ganadores extranjeros: “Resistir a la extrema derecha es una batalla que aún no ha terminado ni en Brasil, ni en la Argentina”, se leyeron de la brasilera Márcia Faria con una gran ovación de buena parte de los asistentes. Luego los videos compartidos de Laura Escalada de Piazzolla, Paz Vega y Jason Reitman trajeron un poco de sosiego en la ya larga ceremonia pero en la recta final todo volvió a encenderse y a enredarse cuando aparecieron todos los jurados y uno de ellos tomó el micrófono de los presentadores y dijo que los jurados querían leer un comunicado. Pero los ganadores Guérin van de Voorst y Sophie Muselle ya estaban listos para brindar sus palabras que tampoco ocultaron la situación del festival: “Gracias al Festival de Mar del Plata por continuar en esta lucha. En estos setenta años el Festival de Mar del Plata ha sido un lugar único de encuentro”, dijo van de Voorst para pasar luego la palabra a su co-directora Sophie Muselle.
Todo se cerró con el comunicado de todos los jurados y que redundó en un apoyo al festival: “El festival es de todos y todas, las y los argentinos y no de una gestión gubernamental, así como también por lo que viene representando a nivel mundial siendo uno de los más relevantes de América Latina y porque el cine no es solo industria sino un valor cultural que nos representa. En este contexto apoyar al festival es defender al cine argentino”, cerraron con los aplausos de los invitados que continuaron la reunión en las cómodas instalaciones del Hotel Provincial para compartir un impecable brindis y ánimos más sosegados pero que no esconden el debate que mantiene en vilo al cine nacional y del cual el Festival de Mar del Plata se confirmó un año más como su caja de resonancia más contundente.