Con más transpiración que ingenio, con el músculo antes que con la mente. Había que poner el hombro y eso fue lo que hizo Paulo Díaz, como reconoció el defensor chileno, para conectar un tiro libre combado de Nacho Fernández y que así River, cuando a la ida de la serie de octavos de final le quedaba poco y nada, se llevara de Córdoba un triunfo que fue hijo del esfuerzo, del sudor.
Seguramente se trata de un River que futbolísticamente todavía no se acerca a lo que pretende Marcelo Gallardo, pero que a estas alturas de la Copa Libertadores no puede permitirse un resultado negativo. El 1-0 en el Mario Kempes lo deja bien posicionado para el desquite del próximo miércoles en el Monumental. “Hoy se vio un espíritu de equipo, aunque sé que falta en lo futbolístico. Hay que mejorar”, expresó Gallardo tras el encuentro.
“Va a ser un batalla”, había pronosticado el Muñeco. Y no falló en el cálculo. En buena medida porque son dos equipos que no están en su mejor momento, y tratan de compensarlo con lucha y empeño. Armas nobles, pero insuficientes para construir un juego de calidad, de recursos variados. Las dificultades de River comienzan en la generación y se agudizan en el área, sin sus dos goleadores en la Copa Libertadores. Entre los lesionados Miguel Borja (5) y Facundo Colidio (2) marcaron más del 50 por ciento de los tantos en la etapa de grupos. Adam Bareiro todavía está fuera de sintonía.
Por lo cerrado y apretado que fue el desarrollo, no era un partido como para cometer errores. El desliz fue del defensor Lucas Suárez, expulsado cuando quedaba poco más de media hora. Una hendija por la que River empujó un poco más para quedarse con la victoria. Una paradoja: había sufrido por la vía aérea y terminó ganando por ese medio.
A River le funcionó la inclusión de Fabricio Bustos, que debutó con apenas tres prácticas compartidas con sus nuevos compañeros. Llegó para ocupar un puesto que el equipo tiene vacante desde hace rato, inclusive desde el final del primer ciclo de Gallardo. Pasaron varios nombres sin ofrecer las garantías suficientes. El ex defensor lateral derecho de Independiente mostró decisión desde la primera pelota que tocó, se ofreció repetidamente como salida.
Lo más destacado de Talleres 0 vs. River 1
Los primeros minutos fueron controlados por River, pero Talleres fue agresivo, pasaba rápido a campo del rival cuando recuperaba la pelota. Gallardo hizo tres cambios con respecto a su debut, y también alguna corrección táctica, con una línea de tres volantes (Santiago Simón, Matías Kranevitter, Rodrigo Aliendro), dos media-puntas por delante (Franco Mastantuono, Claudio Echeverri) y Bareiro como faro ofensivo.
River intentó avanzar de manera agrupada, con el atrevimiento de los dos juveniles para gambetear y encarar. A los 11 minutos, Mastantuono –este miércoles cumplió 17 años– enganchó en el área y sacó un zurdazo bajo que controló Guido Herrera. En vez de ser el primer aviso de futuras llegadas de River, quedó como una aislada ocasión.
El partido pintaba para ser interesante, y era equilibrado, con buen ritmo y dos equipos propositivos, aun cuando les costaba generar situaciones de gol. Talleres fue el primero en inquietar, tras un desborde del paraguayo Matías Galarza y un remate desde el balcón del área de Marcos Portillo, desviado por Franco Armani.
Talleres se defendía más agrupadamente, achicando espacios entre volantes y defensores, y se hacía fuerte en el embudo del medio. River tenía más abiertas las líneas, y por momentos quedaba en un mano a mano. El peligro volvió a cruzar el área del visitante con un tiro libre que se perdió por la línea de fondo.
Se ponía pierna fuerte, sin mala intención. Matías Catalán se llevó la tarjeta amarilla por bajar en carrera a Echeverri. Había que arriesgar físicamente y el que lo pagó fue el delantero Alejandro Martínez, reemplazado por Ramiro Ruiz Rodríguez. River no conseguía integrar al circuito ofensivo a Bareiro, que quedaba absorbido por los zagueros centrales. Una pieza suelta que resentía la capacidad ofensiva general. En la única ocasión en que el paraguayo consiguió desmarcarse en el primer tiempo, Mastantuono prefirió asistir a Simón.
Ante las dificultades para poner a algún jugador en situación favorable en el área, River apeló a la media distancia, con un tiro de Echeverri por arriba del travesaño. El desarrollo se hizo más trabado y confuso. La fricción quedaba en un primer plano, reflejada en una amonestación al impreciso Paulo Díaz.
En el comienzo del segundo tiempo, River activó algo más la banda izquierda, con un par de proyecciones de Enzo Díaz, aún lejos de su mejor nivel. Cada uno estuvo cerca del gol con la pelota detenida. El visitante, con un córner de Mastantuono que Paulo Díaz cabeceó libre de marcas, justo a donde estaba parado Herrera. Enseguida respondió Talleres, a partir de un tiro libre cruzado, con un cabezazo de Juan Portillo que Gastón Benavídez y Bruno Barticciotto no supieron aprovechar por el segundo palo, ya con Armani fuera de acción.
Echeverri y Mastantuono habían corrido mucho y Gallardo hizo una apuesta por la experiencia con los ingresos de Nacho Fernández y Manuel Lanzini. El encuentro seguía siendo una tensa pulseada y, en la fiereza de ir al límite, al zaguero Suárez se le fue la pierna de manera temeraria: planchazo desde atrás arriba de un tobillo de Bareiro. Tarjeta roja. Un exceso innecesario, cerca de la mita de la cancha.
Se movía el tablero táctico. Talleres retrasó a Juan Portillo, Diego Ortegoza entró para reforzar el eje central y Cristian Tarragona suplió arriba a un invisible Federico Girotti. Gallardo respondió al sumar un delantero, el juvenil Agustín Ruberto, por un volante (Aliendro). Talleres redobló esfuerzos para que no se notara el jugador de menos ante un rival que tenía pocas ideas, irresoluto. Mientras, seguía preocupando a River por la vía área. Un cabezazo de Catalán al gol no fue convalidado por tener un pie off-side. Era empate, pero tenía que ser en una eliminatoria, su especialidad, que Gallardo festejara el primer triunfo desde su regreso.