Credibilidad, poder y cripto estafa

La convulsionada democracia argentina, hoy ya experta en cultura “memética”, asiste a un escándalo pocas veces visto, por sus características y sus potenciales consecuencias para el gobierno y para el país. La “crypto-estafa” protagonizada en primera persona por Milei y la trama de diversos hechos de corrupción que salen poco a poco a la luz, nos muestran que la credibilidad del gobierno cae como un piano y con ello su base de sustentación. ¿Por qué?

Porque las democracias se sostienen en base a la legitimidad de origen, que en este caso ha sido el resultado en las elecciones de 2023, pero también por la legitimidad de ejercicio que sería la efectiva capacidad para gobernar a lo largo del tiempo. Estas definiciones son breves pero concretas y ajustadas a la realidad.

Lo importante con relación a la legitimidad de ejercicio (sin la cual no es posible gobernar), es que se sostiene sobre un valor fundamental y que termina siendo más importante que haber ganado una elección, porque debe permanecer en el tiempo. Ese valor es la Credibilidad.

La credibilidad es el verdadero poder. Entendida como la confianza depositada, en este caso por los argentinos con su gobernante, se transforma en el eje del poder.

Cuando un líder pierde credibilidad su capacidad de gobernar se erosiona, su palabra pierde valor y su legitimidad se cuestiona. Opera como un capital acumulativo, cuando se es fiable y creíble se pueden liderar procesos o promover reformas y garantizar gobernabilidad. Es el pilar sobre el que se asienta la confianza ciudadana.

Y aquí hallamos un vínculo fundamental: credibilidad y confianza. La confianza es la “fe laica”, otorga sentido y cohesión a una comunidad y es el cimiento sobre el que se construye esa credibilidad. Cuando se pierde la confianza se deja de creer. Esto que pasó en nuestro país con la “Banelco” de De la Rúa o la “foto” de Olivos, hoy ocurre con la “Crypto-estafa” de Milei.

El capítulo jurídico es muy delicado. Como se dice en la jerga, dejaron todos los dedos marcados. La persona del presidente actuando como partícipe necesario para la consumación de la maniobra fraudulenta. La premeditación y armado del mecanismo de estafa con intercambio de información entre Milei y quienes lanzaron la cryipto-trucha, y finalmente la autoincriminación en la vergonzosa entrevista posterior, que además rebela otro entramado de corrupción con periodistas. El capítulo político deslegitima y horada gravemente la credibilidad del presidente.

Quién se presentó a la sociedad como honesto aparece como un estafador. Quién venía a luchar contra la “casta” y la corrupción acompañado por “las fuerzas del cielo”, resultó ser peor de lo que “en teoría” venía a combatir. Quién se autoproclamó un genio, se justifica diciendo que fue tomado por tonto (aunque no acusa a ninguno de sus cómplices en la trampa). Quién se jacta de “ir con la verdad” a los argentinos, quedó expuesto en una burda maniobra de engaños sucesivos.

No siendo suficiente con aquello, el “crypto-gate” lastima la credibilidad de la política económica. Una estafa piradimal en la cúspide del poder político argentino, y además, atentando contra la credibilidad del mercado crypto a nivel global, seguramente tendrá sus consecuencias, que hoy son inciertas.

De nada valió que la misma treta se haya realizado ocho días antes en un lejano país africano, la orden desde el poder fue avanzar con la gran estafa. Repito, todos los dedos marcados. Con responsabilidad, además, del círculo más cercano con quienes en realidad gobierna. Así como en la “ley bases” quedó comprobada la compra de voluntades que concluyó con un senador preso y expulsado, hoy da la impresión que un grupo de lúmpenes han capturado el Estado, no sólo para destruirlo, sino para utilizarlo en su beneficio.

 Volviendo al principio, credibilidad y confianza son pilares de la gobernabilidad. Para sostenerlas, antes que nada es necesario un liderazgo ético, con el ejemplo como valor. Milei, primero en las formas, con su agresividad, violencia verbal y crueldad; y después en el fondo con los diferentes hechos que han salido y salen a la luz, ha despreciado cualquier tipo de límite ético, moral o legal. Hoy ha perdido gran parte de su credibilidad y seguramente nada será igual. 

Más allá de cuánto esté dispuesto a soportar el pueblo argentino condicionado por el trauma del dólar y la inflación, lo cierto es que el derrumbe de credibilidad ha afectado seriamente la institucionalidad y la figura presidencial que el propio Milei se encargó de degradar. Por lo que se ve, esta historia continuará…