En una era de aumento de las tensiones comerciales transatlánticas, podría parecer un momento inoportuno para que los inversores diversifiquen sus carteras de Estados Unidos a Europa. Después de todo, el presidente Donald Trump advirtió que tiene previsto imponer un arancel adicional del 25% a los productos procedentes de Europa, lo que plantea interrogantes sobre las repercusiones en las economías y empresas de la región.
Pero este año ha demostrado claramente que las consecuencias para el mercado de tal escenario pueden ser muy diferentes de lo que esperan los inversores. En un mundo más incierto, esto otorga una prima a la diversificación.
A fines del año pasado, el término “excepcionalismo estadounidense” estaba por todas partes, y con razón. El mercado de renta variable estadounidense había superado sistemáticamente al resto del mundo durante casi 15 años. Esto no era irracional, sino más bien un reflejo de sus fundamentos superiores. Desde la crisis financiera, EE.UU. había generado un crecimiento de los beneficios significativamente superior al de otros mercados.
El éxito del sector empresarial estadounidense se debió en gran medida a la extraordinaria rentabilidad del sector tecnológico, que se ha concentrado cada vez más en unas pocas empresas de megacapitalización. A finales del año pasado, las cinco mayores empresas tecnológicas de EE.UU. representaban casi el 30% del valor del índice S&P 500, una cifra récord.

Estos patrones constantes de éxito repetido recompensaron a los inversores que habían concentrado su exposición en el mercado de renta variable estadounidense, la tecnología y un grupo de empresas. La diversificación, descrita en su momento por el Premio Nobel Harry Markowitz como el “único almuerzo gratis” en la inversión, no consiguió aumentar la rentabilidad ajustada al riesgo. Pero el éxito repetido llevó las valoraciones de los ganadores a máximos relativos récord.
Las diferencias de valoración pueden ser grandes y persistentes durante largos periodos. Por lo general, sólo cuando cambian los fundamentos subyacentes comienzan a revertirse los extremos de valoración. Aquí es donde las expectativas pueden desempeñar un papel importante. Lo que realmente importa para el rendimiento de los mercados financieros no es tanto la trayectoria de los resultados futuros, sino más bien el resultado en relación con las expectativas. Europa y Alemania son un buen ejemplo.
La debilidad relativa de la economía europea en comparación con la estadounidense durante la última década no ha dejado lugar a dudas. La falta de exposición europea a la tecnología y los problemas relacionados con los altos precios de la energía eran bien conocidos. Sin embargo, los inversores iniciaron este año con un optimismo demasiado alto sobre la continuación de las tendencias en la renta variable que han definido la última década, y mostrándose demasiado pesimistas sobre las posibilidades de diversificación como forma de aumentar el rendimiento ajustado al riesgo.
Desde principios de este año, los mercados han empezado a cuestionar estos supuestos, lo que ha generado mayores oportunidades para los inversores. En primer lugar, el mercado de renta variable estadounidense se está comportando peor que otros, en particular Europa. La mayoría de los índices europeos han subido un 12% o más en términos del dólar en lo que va de año, frente al rendimiento plano del S&P 500.
El comportamiento de la Bolsa alemana ha sido aún más sorprendente. En lo que va de 2025, el índice Dax 40 está registrando el segundo mejor comienzo de año desde la reunificación alemana, con una subida del 13% en euros y del 15% en dólares.
En segundo lugar, también a nivel sectorial, a menudo se han pasado por alto las oportunidades de diversificación. Los bancos europeos son mucho más pequeños que las principales empresas tecnológicas de EE.UU., por lo que atraen menos la atención, pero llevan un par de años comportándose igual de bien. Los bancos europeos han subido entre un 20% y un 25% en lo que va de año, mientras que el sector tecnológico estadounidense ha caído.
En tercer lugar, por primera vez en mucho tiempo, varias temáticas están superando a las tecnológicas estadounidenses de gran capitalización. La aparición de nuevos competidores de China ha reavivado el interés por los valores tecnológicos del país (que han subido más de un 35% desde su mínimo de enero hasta su reciente máximo).
Mientras tanto, en Europa, existe la posibilidad de que bajen los precios del gas si se llega a un acuerdo de paz en Ucrania, de que aumente el gasto fiscal tras las elecciones alemanes y de que los gobiernos europeos incrementen sus esfuerzos por desregular y estimular el crecimiento. Puede que las cosas no estén tan mal como venían reflejando los mercados.
Las expectativas y la valoración son importantes. La diversificación es una buena forma de ampliar las exposiciones para aumentar la rentabilidad ajustada al riesgo durante largos periodos de tiempo. Aunque las circunstancias han ido en contra de este enfoque durante gran parte de la última década, los beneficios de la diversificación se están reafirmando.