Cultura, raza y orientación sexual aún son causas por las que se acosa en el aula: el 47% del alumnado reconoce que no actúa ni interviene

02/06/2017 Imagen de recurso de un aula vacía.
EUROPA SOCIEDAD ESPAÑA EDUCACIÓN
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(EUROPA PRESS/)

El acoso escolar preocupa, duele y quita el sueño a niños y padres que ven a sus hijos sufrir. En el curso 2023-2024, el 9,4% de los alumnos afirmaba que él o uno de sus compañeros de primaria y secundaria sufría bullying, según los datos que ha dado a conocer este miércoles la sexta edición del informe La opinión de los estudiantes, elaborado por las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR. Por primera vez se ha cuantificado el conocimiento real de casos, no su percepción entre el alumnado y el profesorado.

Lo que enfrentan aquellos niños y niñas que sufren el abuso de sus compañeros son insultos, motes y burlas (87,6%) así como aislamiento (42,6%), ya sea presencial o en redes sociales. Este acoso psicológico, “aunque no deja marcas visibles, daña profundamente a las víctimas. En muchas ocasiones viven la tortura de sus compañeros durante más de un año, creándoles traumas complejos de tratar.

Por eso es muy importante la atención temprana de cualquier caso y “seguir trabajando la prevención en el aula”, señala Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR. Sin embargo, el estudio, realizado a partir de encuestas de más de 9.300 alumnos y 454 profesores, también muestra que, aunque más de la mitad (53%) de los estudiantes piensa que los compañeros sí hacen algo ante los casos de bullying, una gran parte del alumnado (47%) reconoce que no actúa ni interviene. Por el contrario, en el caso de los profesores, los estudiantes piensan cada vez más que sí intervienen. En concreto, el 71,4% así lo hace, (un 9,3 puntos porcentuales más que en el curso anterior), frente a un 28,6% del alumnado sigue pensando que el profesorado no actúa.

Los insultos, los motes y hacer el vacío son los más comunes, pero hay más formas de acoso que denuncian los menores como la difusión de rumores (26,8%), la violencia física con golpes (22,2%), las amenazas (20,9%) o los robos y roturas de objetos personales (11,4%). Esta situación se ejerce en la mayor parte de los casos sobre un solo individuo, independientemente del sexo y, sin embargo, los acosadores suelen ser varios en la mitad de los casos.

Entre las razones que los alumnos señalan sobre por qué se ataca a estos compañeros incluyen: las cosas que hace o dice (57,9%), su aspecto físico (55,5%), cuestiones como problemas psicológicos, discapacidad o lenguaje (33,5%). Las anteriores son las mayoritarias, no obstante, hay dos que se dan en menor medida, pero denotan una falta de trabajo en diversidad e inclusión, que son su cultura, raza o religión (15,7%) y su orientación sexual (7,1%).

El perfil de los acosadores

Se mantiene el perfil de acosador del curso anterior: chicos más que chicas, que acosan en grupo. Sin embargo, cuando quien acosa es una persona, no hay diferencias entre géneros y supone la procedencia de 15,6% de los casos, según la percepción del alumnado. Uno de cada cinco profesores (20,9%) tiene conocimiento de algún caso en su centro y consideran que los acosadores se caracterizan por sentirse superiores al resto (82,4%), su agresividad, falta de control y haber normalizado la violencia (79,5%) y problemas familiares (78,3%).

Recomendaciones para evitar el acoso escolar en el curso

Las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR han elaborado también una serie de recomendaciones para familias, alumnado y profesorado para poner en marcha tanto ahora, al inicio del curso, como durante el mismo, para prevenir el acoso escolar. Estas acciones van desde que se manifieste en las clases que el centro no va a tolerar estas situaciones, como a establecer mecanismos de denuncia y petición de ayuda de fácil acceso y confidenciales, claramente visibles, tanto en el propio centro como a través del Teléfono/Chat ANAR (900 018 018)

Para los padres, aconsejan dedicar tiempo a los hijos y prestarles atención para identificar cualquier cambio que se produzca en su conducta, como el bajo rendimiento escolar, somatizaciones (dolor reiterado de barriga o cabeza) o retraimiento social.