Un conjunto de obras de más de cuarenta artistas argentinos que aman la naturaleza viajan hoy hacia el norte de Italia, para participar de la segunda edición de la muestra colectiva Dalla Patagonia alle Langhe, en el antiguo campanario de la plaza Castello de La Morra, ciudad piamontesa. La torre es del año 1700 y funciona como galería de arte, donde las obras se ubican en alféizares, descansos de escaleras y muros de ingreso. Desde lo alto de sus cinco pisos se ve el paisaje de las Langhe, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Difícil competirle en belleza. La inauguración de la exposición es el 5 de octubre y será el encuentro de creadores de todo el país que fueron seleccionados en una convocatoria abierta y los argentinos residentes en Italia invitados a sumarse.
La muestra es iniciativa de la galería Natural Bio Art Gallery, que tiene perfil ambientalista y casa en el barrio de Retiro, en Maipú 981. Esta segunda avanzada piamontesa tiene que ver con que la galerista, Patricia González, vive seis meses en Buenos Aires y seis en las afueras de Milán. “Hicimos una reconversión para expandirnos hacia afuera. En primavera y otoño es ideal esta zona, y en el resto de los meses, Buenos Aires”, señala ella, que saca partido de su doble nacionalidad.
“La muestra es parte de la Feria internacional de Arte Contemporáneo, y es un desenlace orgánico de mucho trabajo en Buenos Aires, con el apoyo de nuestros grandes artistas que gracias a diferentes convocatorias conocemos y hacemos de cada muestra un gran trabajo en conjunto”, dice. La cruzada es autogestiva, financiada entre la galería y los artistas. “Tuvimos muy buena recepción en toda la región, mucha visibilidad en la prensa local y apoyo del consulado de Milán y diferentes esferas diplomáticas, que se sintieron felices de esta iniciativa de trasladar por una temporada la galería con el título que une ambas culturas”, cuenta. Dalla Patagonia alle Langue sale de un libro de escuela, Cuore, que hace un juego de palabras parecido. La región, con sus montañas y viñedos, tiene sus puntos de contacto con el sur de Argentina. Es una zona de turismo exclusivo, lo cual promete ser un mercado interesante para el arte.
Entre los artistas viajeros están los muy reconocidos Karina El Azem, Nicola Costantino, Fernando Brizuela y Tomás De Benedit, entre otros. A último minuto se sumó Washington Cucurto. Los artistas no son sólo patagónicos, como parecía indicar el nombre de la muestra: “Llevo artistas de todo el país, es muy federal la muestra. Busco que artistas de todos los rincones de la Argentina puedan tener esta experiencia”.
Tampoco son solo celebridades. “Hay algunos artistas consagrados, pero mi filosofía es que la jerarquía sea equilibrada y los artistas son todos iguales para mí, más allá de ciertos homenajes; las obras hablan por ellos”. Se suman allá artistas argentinos que viven en Europa, como Ernesto Arellano, que hace grandes esculturas en cerámica inspiradas en la estética animé y vive en Csale Monferrato desde antes de la pandemia. Lo mismo que la pintora Gery Ewens, acuarelista residente en Bra, y el fotógrafo Leandro Martino, que vive en el bosque, y es difícil saber si está allá o acá. “Está un pueblito en el límite con Francia y hace paisaje piamontés con lente argentino”, señala González. Cristian Albornoz es un artista tucumano residente en Milán.
“Llevo mucho textil, que es algo muy práctico y realmente el lenguaje visual es importante”, sigue González. Por ejemplo, viaja una cruz chacana de denim reciclado hecha de tres generaciones de mujeres, obra de María Perazzo. Está la obra de Florencia Martínez, activa artista argentina residente en Milán. También, la naturaleza virtuosa de Nadia Bellani, con su técnica de punteado. Del dúo Galaxia y Mar aporta textiles queer. Hay otras técnicas: fotos de Ángeles Pereda, y esculturas y joyería contemporánea de Horacio Inchausti. Amelia Gutiérrez, artista de Río Negro, aporta fauna local en pinturas. Geraldine Penn suma piezas de cerámica ritual. Hay gran representación de artistas patagónicos (una de Mendoza, cuatro de Río Negro, Santa Cruz), Tucumán, Pinamar y Entre Ríos, entre otros puntos del país.
“Esto es una aventura. Las obras viajan conmigo y una asistente –dice la galerista a punto de comenzar el viaje–. Allá nos encontramos con el montajista que nos provee el lugar que alquilamos para la muestra. Todo sustentado por mí y los artistas, con sangre, sudor y lágrimas… y esperamos que con muchas alegrías”.