Dos tandilenses egresaron del secundario con un proyecto que hoy es su emprendimiento sustentable

Alejandro Unchalo y Valentín Frávoli son oriundos de Tandil. En el último año del secundario (Técnica Nº2 de Tandil), debían realizar un proyecto para egresar de su orientación en Técnico Químico. “En ese momento decidimos elaborar un plástico biodegradable a partir de cáscaras de cítricos”, cuentan hoy. Tras recibirse, y por el apoyo y consejo de sus docentes, decidieron emprender con su marca: Citricplas. La aceptación fue inmediata.

Un plástico biodegradable elaborado a partir de cáscaras de cítricos, es el emprendimiento de estos dos jóvenes, impulsados por sus docentes.

“Nuestro emprendimiento consta en la fabricación de plástico biodegradable. Este plástico lo hacemos a partir de cáscara de cítricos y tiene un periodo de degradación de entre 15 a 30 días en tierra, ya que los microorganismos presentes en el suelo lo utilizan como fuente de alimento”, relatan hoy sobre aquel proyecto que nació en 2001. Y agregan: “Además, esta degradación favorece el crecimiento de las plantas, aportándole nutrientes al suelo”.

Hoy su producto ya es utilizado para el empaquetado de productos agrícolas como semillas, fertilizantes orgánicos y otros.

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Además de crear conciencia sobre las posibilidades del uso de plásticos no biodegradables, su objetivo es comercializar el producto en forma masiva. En inicio, ya es utilizado para el empaquetado de productos agrícolas como semillas, fertilizantes orgánicos, etc. “También, tratamos de promover la economía circular, ya que utilizamos los desechos de otras industrias, como lo son las cáscaras de cítricos que son desechadas por las fábricas de mermelada, o incluso utilizamos los frutos de los árboles de la plaza del centro de la ciudad (estos son cítricos que no son comestibles)”, explican.

El Citricplas se produce en forma de láminas, en moldes donde se plancha la resina formada, que posteriormente se seca.

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Sobre el proceso de elaboración, los emprendedores detallan: “Las cáscaras de cítricos se hierven para lograr un ‘ablande’. Se les suman gelificantes y se genera una resina. Luego se planchan y elaboran láminas delgadas que luego se secan y despegan, para formar las bolsas mediante termosellado”. Uno de los factores más positivos del emprendimiento es que esta producción de plástico no deja ningún residuo. “Si algo se genera, lo tratamos y volvemos a introducir en el proceso”, explican estos emprendedores que habrá que seguir de cerca.

Las cáscaras se extraen de restos de industrias de elaboración de mermeladas, e incluso de la plaza del centro de Tandil.