El alivio del FMI y la distensión global ayudan a la Argentina pero no resuelven todas las necesidades

El mundo respiró con la retirada de Donald Trump de la excursión al campo de batalla, que en la galaxia X ya bautizaron “la guerra de los seis días”, en alusión a la ofensiva que sufrió Israel de Egipto, Siria, Jordania e Irak entre el 5 y el 10 de junio de 1967. Desde la puesta en escena del 2 de abril imponiendo aranceles generalizados y “recíprocos” a todo el mundo, con énfasis en el mundo de China, la economía global había protagonizado una pérdida de capital cercana a la que sufrió en la pandemia, en 2020. Habrá que ver la nueva reacción de China. La baja del plan de alcance global por 90 días da un respiro a la expectativa de una recesión de magnitud.

En la misma semana, la Argentina procura la firma del board del FMI a un acuerdo de diez años por u$s 20.000 millones, con cuatro años y medio de gracia, que será acompañado de aportes de organismos internacionales. Se trata de reforzar las reservas del BCRA para habilitar la salida del cepo cambiario, principal traba a las inversiones en una economía que tenía para mostrar una inédita disciplina macroeconómica.

Banco Central de la República Argentina

El trabajo del equipo de Luis Caputo permitió varios pronunciamientos del FMI sobre la proximidad del acuerdo como algunas pautas de contenido en un contexto complicado a nivel global que comprometía los supuestos del acuerdo pero también políticamente al organismo, que debería asistir no sólo a un país al que ayudó demasiadas veces y en exceso. La incertidumbre acerca del plan cambiario contenido en el acuerdo, como señalan los analistas de Criteria, fue lo que desancló significativamente las expectativas en la segunda semana de marzo. La pérdida de reservas fue notoria y la falta de definiciones sobre el futuro régimen cambiario le costó al BCRA más de u$s 3000 millones de las reservas tanto en saldos negativos en el mercado como en el control del dólar en el mercado financiero, cosa de mitigar un traslado a los precios.

Ayer, Moody’s diagnosticó que el acuerdo “ayudará a Argentina a prepararse para la siguiente fase de su ajuste, que implica la eliminación del cepo y los controles de capital. Ayudará a estabilizar los niveles de reservas internacionales, que han disminuido en los últimos meses, lo que indica un tipo de cambio real que no ha encontrado un equilibrio sostenible”.

Sin embargo, señaló que “el panorama a largo plazo se ha ensombrecido, dado que los flujos de inversión real previstos en el sector extractivo argentino, claves para estabilizar las finanzas externas tras la eliminación de los controles de capital y de divisas, son ahora más inciertos debido a la caída de los precios de los hidrocarburos como resultado de la guerra arancelaria”, dijo Jaime Reusche, Vice Presidente de Moody’s. Con el retroceso de los bonos, el riesgo país bajó a 889, el mismo nivel que en la previa, una cuenta solo nuestra, que ahora se alimenta de dificultades globales.