“¿Qué se pone en juego en la marcha el miércoles? Se juega el futuro del país, no solo de la universidad, sino de la Argentina. Hoy tenés 2,2 millones de estudiantes en la universidad pública y lo que te jugás son los futuros médicos, ingenieros, economistas, políticos y jueces”, afirma Emiliano Yacobitti a El Cronista, desde su despacho en el primer piso del Rectorado.
Además de cumplir funciones como vicerrector de la universidad que lo vio formarse y militar en Franja Morada y luego saltar a la política nacional como parte del recambio generacional del radicalismo, Yacobitti sigue caminando esos mismos pasillos como titular de cátedra de Sistemas Contables en la Facultad de Ciencias Económicas.
En un mano a mano con este medio reflexiona sobre la marcha del próximo miércoles, las consecuencias del ajuste a las universidades en el Presupuesto 2025 de Milei y la grieta que abrió el veto presidencial en el radicalismo con efectos colaterales sobre el posicionamiento en el año electoral que asoma.
“No tomamos noción de que casi el 80% de los médicos se forman en las universidades públicas y el 90% de la investigación la hacen las universidades públicas”, señala Yacobitti, y ejemplifica: “Hay investigaciones para la detección temprana del cáncer de páncreas que están paradas. Como el centro de prototerapia que están haciendo entre la CONEA y la Universidad de Buenos Aires con el Hospital Rofo para que los tratamientos de quimioterapia sean menos malignos para las células saludables: está en un 98% construido, con el ciclotrón importado, pero la obra está parada hace un año porque el Gobierno no manda los fondos. Hay solo cinco de esos en el mundo. Lo que se está discutiendo es eso y si le vas a dar o no una herramienta a quienes quieren ser mejores. Todo eso se juega acá”, remarca Yacobitti.
-El jueves se conoció que en el primer semestre de 2024 una de cada dos personas cayó en la pobreza en la Argentina. ¿Cómo se puede vincular ese 52% con lo que representó históricamente la universidad pública en la Argentina?
-Lo que creo es que si vos no invertís en educación, lo que vas a hacer es que ese 52% de pobreza -que es mucho más alto en jóvenes (66%)-, se vuelva estructural. O sea, que se transforme en algo que perdure en el tiempo. Los países en los que a nosotros nos gusta mirarnos, lo primero que hicieron al salir de las guerras mundiales fue quintuplicar el presupuesto en educación. Porque si vos tenés una doble combinación, donde te súper aumenta la pobreza juvenil y desinvertís en la única herramienta social que tenés, para que lo que marque el destino de los jóvenes no sea el código postal donde nacieron, sino el mérito que ellos le ponen, vas a tener una pobreza estructural que cada vez se va a espiralizar más.
-¿Es contradictorio tomar el presupuesto universitario como parte de la variable del déficit cero con la promesa que el Presidente hace de un futuro de desarrollo cuando lo que se pone en riesgo es precisamente la mano de obra calificada en el país?
-Al Pesidente va a haber que juzgarlo por los resultados, porque su palabra ya sabemos que no tiene valor. Y hoy los resultados, no son buenos. Las decisiones políticas que se tomaron fue aprobar leyes donde les mantuvieron los privilegios a los que más tienen y a las empresas que tienen ganancias millonarias en dólares mientras castigaban a jubilados y trabajadores del sector público. En el caso de los universitarios, mucho más. Esos modelos en la Argentina ya fracasaron y fracasaron en el mundo. A mí no se me ocurre alguien que diga que cree en la libertad pero no en la educación pública de calidad. Porque qué libertad tiene alguien que le toca nacer en una familia en un barrio vulnerable o en una situación de extrema pobreza. Como Estado tenés que equilibrar esas diferencias y evidentemente eso no está en la agenda del Presidente.
-¿Están registrando la pérdida de trabajadores docentes en la Universidad de Buenos Aires?
-Sí, lo estamos haciendo. Por ejemplo, en el Consejo Superior pasado, el decano de la Facultad de Veterinaria nos contó que 48 docentes dejaron de dar clase en la Facultad. Es más o menos el 10% de su planta docente, que por supuesto son los docentes que hace más tiempo que están y que más prestigio y más títulos tienen. Obviamente cuesta reemplazarlo porque cuando lo suplantás, lo hacés por alguien que no tiene antigüedad.
-¿Cuánto es el sueldo promedio de un profesor en la UBA?
-Un docente universitario que no tiene antigüedad y trabaja 8 horas todos los días de la semana cobra 820.000 pesos en la mano. Está por debajo de la canasta de la pobreza. Un residente del Hospital de Clínica, por ejemplo, o del ROFO, que es alguien que ya terminó la carrera de Medicina y está haciendo la especialización, cobra 720.000 pesos. Y un trabajador administrativo arranca -la mayoría en la categoría 7- en 420.000 pesos en la mano. Estamos hablando de que hoy la Universidad Pública está perdiendo conocimiento. Porque uno puede pedirle a alguien que trabaje, investigue o dé clases en la universidad pública porque se formó en ella, aunque no sea el mejor sueldo, pero lo que no le podés es pedirle que no llegue a fin de mes.
-¿Esto ya está impactando en la calidad educativa?
-Las ofertas de cursos para 2025 va a ser distinta, porque a los docentes ya no pueden hacer tiempo entre horas cátedras en un bar porque el costo es mucho más grande. Y entonces hay muchos que ya están bajando la dedicación a simple o semi-exclusiva y buscan otro trabajo o dan clases en otro lado. Va a ser menor la oferta de cursos, sedes y horarios. En los colegios universitarios, como el Pellegrini y el Buenos Aires, hoy cuesta completar la planilla porque a fin del año pasado cobraban aproximadamente un 20% más que en la Ciudad y hoy están un 25% menos.
-¿Prefieren ir a las escuelas de la Ciudad?
-No, no lo prefieren. No tienen alternativa
-En el último comunicado referido a las paritarias, las autoridades de Capital Humano responsabilizaron a los gremios por no querer aceptar el 6,8% en octubre, lo que definieron como “oferta histórica”…
-Si tu oferta histórica es que los trabajadores de la universidad pública pierdan casi un 30% con respecto a la inflación, bueno, puede ser histórica pero igual sigue siendo una oferta pésima.
La amenaza del veto y la interna radical
-¿Cree que el Gobierno va a cumplir su promesa de veto total con el antecedente de la marcha del 23 de abril?
-Sí, el Gobierno ya lo anunció. Uno tiene la ilusión de que el Gobierno no vete pero no creo que vaya a cambiar su decisión. La marcha no es para que el Gobierno no vete: la marcha es al Congreso porque la mayoría de los diputados y senadores que tienen el poder para ratificar la ley, fueron electos diciendo que iban a defender la educación pública de calidad. Y si cumplen con la palabra empeñada, el veto no va a tener valor.
-No la cumplieron con los jubilados…
-No la cumplieron con los jubilados y fue un papelón. Hubo 18 diputados que cambiaron su voto sin que exista ninguna razón que no supieran en el momento de votar esa ley.
-¿Qué sensación le provocó que cuatro de esos 18 están afiliados a la UCR y otros dos radicales abandonaron el recinto a la hora de votar?
-Me dio mucha bronca, pero por suerte creo que el radicalismo tomó cartas en el asunto y le suspendió la afiliación. Ojalá el resto de los partidos políticos hubiesen hecho lo mismo con los que cambiaron el voto.
-¿Está de acuerdo con la idea de que un tribunal de ética los juzgue y eventualmente los expulse, como se planteó?
-No tengo ninguna duda. Nadie que no defienda la universidad pública puede decir que es radical. Porque está en los principios y el plan de gobierno que propone nuestra convención, tanto defender a los jubilados como el sistema público de universidades. Está en el ADN del radicalismo, pero bueno, hay algunos que se sienten seducidos por el ADN de Milei.
-¿Cómo definiría el ADN de Milei?
-Eso hay que preguntárselo a los que se sienten seducidos por eso. Por ahí es algo que hoy te hace ganar una elección. A mí no me convoca nada que me haga ganar una elección si no estoy convencido.
-Ahora, hubo críticas a este proceso desde adentro del propio radicalismo, por parte de referentes como su titular de bloque en Diputados, Rodrigo de Loredo, o el ministro de Defensa, Luis Petri…
-Algunos que creen que no está bien que los partidos sancionen. Yo soy de los que creen que es preferible que se parta pero que no se doble. Que la sociedad tiene que ver en los partidos políticos un conjunto de ideas. Y si este diputado es radical, va a votar por la universidad pública, por la independencia judicial, los jubilados, sobre todo en cuestiones troncales. No puede ser que un diputado radical se vaya a sacar una foto con alguien que diga que Alfonsín fue el peor Presidente de la historia y lo crea gracioso. Los partidos políticos tienen que ser previsibles para la sociedad porque si no eso debilita el sistema democrático.
-Fue diputado y conoce la lógica de los bloques en la Cámara, ¿cómo explica que la UCR, desde diciembre, ha estado siempre dividida a la hora de votar?
-Eso pasa en todos los partidos. El problema es que los bloques tendrían que sincerarse porque entran diputados en frentes electorales que son muy disímiles y después se juntan en bloques por partido. Y por ejemplo, los que estaban con Patricia Bullrich y Petri piensan de una manera muy distinta a los que estaban con (Horacio) Larreta y (Gerardo) Morales. La política argentina se transformó en una política frentista y los bloques en algún momento tendrán que conformarse por quienes integran cada frente político.
-El año que viene hay elecciones, ¿piensa que la UCR tiene que seguir esa lógica?
-Seguramente va a haber una convención donde se va a definir cuál es el marco de alianza que el radicalismo tiene. Y a nivel nacional, los que quieran estar en el radicalismo, van a tener que respetar ese marco de alianza.
-¿Se imagina al radicalismo eventualmente en un Frente Anti-Milei con el peronismo?
-Ya lo hicimos, venimos de un frente con (Miguel Ángel) Pichetto, (Diego) Santilli, (Cristian) Ritondo, todos vienen del peronismo. Y si vos me preguntás si yo haría un frente, creo que posiblemente me sentaría a discutir cómo ampliarse para generar una opción electoral que le garantice a la sociedad alternancia saliendo de los extremos
-¿Comparte el límite que se imponen algunos sectores con el kirchnerismo o se podría imaginar un frente con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, por ejemplo?
-No, hoy me imagino un frente separado de los extremos, de centro, que incluya algunos que estuvieron en Juntos por el Cambio, pero que no querían ir con Milei; algunos que vienen más del lado del peronismo, pero que no quieren estar con la parte más extrema y además independientes, socialistas y Confianza Pública.
El debate por el Presupuesto 2025 y el lugar de las universidades
-En el Presupuesto 2025, las universidades figuran con un financiamiento 50% menor a lo que solicitan desde el CIN los rectores…
-El Presupuesto en la Argentina es muy perverso. ¿Por qué? Porque hay países del mundo que cuando no tenés Presupuesto, el Estado se apaga. Pero en la Argentina, si vos no aprobás el Presupuesto -que es un dibujo- el que manda el Presupuesto tiene más poder. Creo que este Gobierno tiene que tener Presupuesto porque si no les deja una discrecionalidad gigante. Pero las fuerzas políticas tienen que ponerse de acuerdo en que ese Presupuesto tenga la actualización que necesitan los sectores estratégicos.
-¿Qué tan gravitante es la suspensión del artículo que garantizan el 6% de inversión del PBI en educación en el proyecto enviado por el Ejecutivo?
-Muchas veces no se llegaba a eso por la ejecución, pero son más malas señales en contra de creer que la educación pública es esencial para la población.
-¿Asoma un 2025 con igual o mayor conflictividad que este año?
– Veo un 2025 muy, pero muy difícil para el trabajador, la clase media, la persona que hace el esfuerzo para darle una buena educación a sus hijos. La gente no puede más. A la clase media hasta se le devaluaron los ahorros, mientras que los que tienen mucha plata y pueden jugar con los bonos ganaron muchísima plata. En algún momento la situación se va a tornar demasiado angustiante.
-¿Están notando un impacto entre los estudiantes de la UBA producto de la crisis socio-económica?
-Si bien es cierto que es más difícil llegar a la universidad por el transporte y los materiales de estudio, también es cierto que hay algunos que iban a las universidades privadas y ya no la pueden pagar y entonces se pasan a la pública. Ahora, lo que sí me da la impresión, de caminar las aulas, es que la deserción en los cuatrimestres arranca antes. Y lo que sí también veo es que en lugar de cursar cinco días de la semana, hay muchos estudiantes que prefieren concentrar en dos o tres. Eso hace que vos tengas que estar por ahí ocho horas seguidas en clases, por lo tanto la capacidad de comprensión es mucho menor.
-¿Corre riesgo de alguna manera el concepto de movilidad social de la educación universitaria, a partir de todas estas circunstancias: puede volverse un privilegio de las elites?
-Si sigue creciendo la pobreza, la vida normal va a ser elitista. Hoy tener una vida digna es elitista en la Argentina. Entonces acceso a cualquier cosa que sea normal, a la salud pública, la educación, la seguridad, va a ser elitista. Porque los pobres y los indigentes no acceden a esas cosas. Y lo que nosotros tenemos que revertir es eso. No creo en la libertad sin igualdad porque entonces es una libertad para los que tienen posibilidades de tener buena educación. Es la libertad para pocos.