Desde los inicios de la televisión, el éxito acompañó a las familias de ficción. Yo amo a Lucy, La familia Falcón, Los Brady Bunch, La familia Ingalls, Cuéntame cómo pasó, Modern Family son algunos de los ejemplos que recordamos con cariño y confirman la persistencia del género en el tiempo.
Si con Gran Hermano la gente corriente aceptaba vivir en el encierro de una casa simulada, los reality show familiares invirtieron la cámara y transmiten desde casas de celebridades que simulan ser corrientes.
El conflicto como parte del espectáculo caracterizó a los concursos que producía Tinelli. Pero si no funcionó para la TV, donde no revirtió el declive de audiencia, menos funciona en redes sociales, donde las cuentas más exitosas son las más amables
Las precursoras fueron las Kardashians, que en 2007 presentaron su vida en este formato híbrido que no es realidad, porque la producción es demasiado cuidada para tomarlo como un momento de entrecasa. Pero tampoco es ficción, porque las hermanitas son pésimas actrices como para suponer que siguen un guion. Sin embargo, el programa Keeping Up with the Kardashians tuvo varias secuelas y mantiene un canal de YouTube con 2,2 millones de suscriptores.
Desmintiendo ese prejuicio de que estas mujeres son el paradigma de las influencers, los cantantes Camilo y Evaluna las superan con 3 millones de suscriptores en un canal compartido, distinto al que cada uno tiene con su música. La pedida de mano, canciones estrenadas en la cocina, viajes en clase económica ilustran con simpleza su lema “Amar es nuestra revolución”.
El reality show familiar más real no lo es por pedigrí, sino por autenticidad
En paralelo a sus canales musicales, donde juntan más de 21 millones de suscripciones, la pareja empezó su canal de realidad doméstica en 2015. Que muchas veces aprovechan para sus videoclips, como la canción “Por primera vez” que musicaliza el video del casamiento de la pareja en 2020 y que lleva más de quinientos millones de vistas. El éxito inspiró a Los Montaner, que en 2022 estrenaron la primera temporada en televisión sumando hermanos, hermanastros, cuñadas y, por supuesto, los suegros más famosos.
De las redes sociales también salió la española María Pombo cuyo reality show de familia completa ya va por su cuarta temporada. Últimamente la televisión codicia la atención que las plataformas generan. Pero no siempre funciona. No todo influencer con muchos seguidores transfiere ese éxito a la televisión. A la inversa, no toda estrellita de la televisión se convierte en un éxito de redes.
Con estos antecedentes, Marcelo Tinelli decidió transmitir sus rencillas familiares en Amazon Prime. Contrariamente a la tónica de los dos éxitos de los Montaner y las hermanitas Pombo, Tinelli elige el camino de la discordia que caracterizó sus programas con estrellitas con más ego que prestigio. Mientras los Montaner repiten “por la gloria de Dios” y María Pombo recuerda que “mi familia, mi refugio, siempre ha estado allí”, los Tinelli vienen a ventilar traumas infantiles e intrigas familiares.
El conflicto como parte del espectáculo caracterizó a los concursos que producía Tinelli. Pero si no funcionó para la TV, donde no revirtió el declive de audiencia, menos funciona en redes sociales, donde las cuentas más exitosas son las más amables. Si los Pombo o los Montaner son un éxito es porque dan ganas ver cuánto se quieren y lo felices que podríamos ser si alguna de esas familias nos adoptara. No es muy convocante quedarse a escuchar las quejas de las niñas ricas que tienen tristeza, como las Kardashian o las Tinelli.
Cuenta la etimología que los pavos reales reciben su nombre del contraste de los pavos que los conquistadores encontraron en Nuevo México, que parecían una copia desteñida de las aves coloridas que paseaban por los palacios europeos. A estos, entonces, llamaron reales, porque eran los auténticos, no por la majestad de sus plumas. El reality show familiar más real no lo es por pedigrí, sino por autenticidad.