Durante la última semana el panorama judicial ha cambiado para la Casa Rosada, y no precisamente de manera favorable. La Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió este jueves rechazar el pedido de licencia extraordinaria para que Ariel Lijo pudiera jurar como ministro del tribunal sin tener que renunciar al juzgado federal que tiene a cargo. Si renuncia y luego es volteado su pliego en el Senado, el juez podría quedarse sin nada. Y aquello no es una opción.
Por eso, Ariel Lijo les avisó a los cuatro cortesanos que no renunciará a su juzgado y que esperará a asegurarse que el Senado le convalide el pliego. Si Javier Milei quiere completar el número de la Corte, debe conseguir los dos tercios de los presentes en la próxima sesión que se convoque.
A partir de este nuevo escenario es que se abren varias incógnitas para el Gobierno, que corre riesgo no solo de que se rechace al pliego de Lijo sino el de Manuel García-Mansilla, quien ya juró como ministro de la Corte pero que no tuvo aprobación por vía legislativa.
Corte Suprema: por qué no asume Ariel Lijo
La cuestión principal es que, sin licencia extraordinaria, sin haber juramentado y sin intenciones de renunciar a su juzgado federal (con la garantía de tener un cargo vitalicio en el máximo tribunal), la única opción que le queda al magistrado es que el Senado apruebe su pliego.
A diferencia de García-Mansilla, su compañero de nombramiento por decreto, Lijo ya había conseguido las nueve firmas de la comisión de Acuerdos del Senado para que su pliego pudiera ser tratado en el recinto solo con una convocatoria simple.

Ariel Lijo, el magistrado nombrado por decreto por Javier Milei pero que todavía no pudo jurar
Hasta hace algunas semanas, el juez federal les aseguraba a los suyos que tenía los dos tercios necesarios para ser convalidado como juez. La sesión iba a ser el 21 de febrero, al filo del término de las extraordinarias.
Ocurrió entonces un cisne negro: el escándalo de la criptomoneda LIBRA, que terminó por sensibilizar al peronismo-kirchnerista en contra del Gobierno. A esto se le sumó las designaciones por decreto que una semana más tarde haría el Presidente.
Si el peronismo supuestamente se iba a abroquelar para apoyar a Lijo (quien, relatan desde diferentes ámbitos, fue uno de los pocos que se movió para conseguir los votos), eso ahora está en ampliamente en duda.
Los dos tercios que precisa Lijo se calcula sobre los presentes. Antes de que sucediera todo esto, la oposición dialoguista podía ayudar al oficialismo a no presentarse para contribuir al número necesario para aprobar el pliego. Esto también está en revisión: tanto el PRO, como el radicalismo y diferentes fuerzas provinciales están aprestadas a presentarse y voltear el pliego.
“Aun es muy reciente, pero va a tener que existir diálogo”, afirmaron desde un despacho de la Casa Rosada. Los operadores libertarios confirman que no van a retirar el pliego y que la única alternativa que les queda es sumar los votos uno por uno.

El Senado es el ámbito que deberá decidir sobre el futuro de Lijo y de García-Mansilla
Quienes lo han visitado afirman que en el despacho de Santiago Caputo hay una pizarra con los 72 legisladores que integran la Cámara alta. Abajo, como una pequeña inscripción aparecen las 160 vacantes que hay en los juzgados federales, en la Procuración General, en la Defensoría General y en la Defensoría del Pueblo.
Esas cuestiones son la válvula de escape que podrían funcionar para que Milei pueda rosquear los pliegos de ambos jueces y sin ser rechazados por la oposición. Las conversaciones con terminales de la oposición ya habrán comenzado.
Corte Suprema: qué puede pasar con García-Mansilla
El dictamen del catedrático tiene cuatro firmas por el momento. Si la oposición quiere rechazarlo tiene como opción conseguir otras cinco rúbricas más y llamar a sesión para tratar el pliego. Sin las firmas necesarias, este debate solamente se puede habilitar en una sesión y sobre tablas, con una presencia de dos tercios de los presentes.
El magistrado no tiene los votos de los senadores de Unión por la Patria, los que impedirían cualquier tipo de voto por dos tercios que pueda llegar a necesitar el oficialismo. Aun así, cayó bien en ese sector que el catedrático haya votado en contra de la licencia de Lijo, mostrando un margen de independencia para con los mismos libertarios que lo pusieron en el máximo tribunal.

La jura de Manuel García-Mansilla como juez de la Corte Suprema
A diferencia de Lijo, García-Mansilla ya juró como juez de la Corte. Ahí surgirá la disputa entre diferentes escuelas interpretativas, particularmente entre quienes afirman que el decreto (y la jura misma) ya habilitó al flamante juez a formar parte de la misma hasta el fin del período legislativo (es decir, el 30 de noviembre) y que como ya es cortesano solo se lo puede sacar por juicio político.
Desde una parte de la oposición afirman que sin el pliego no es válida su presencia en el tribunal y que, incluso, eso hará que se produzca una fuerte inseguridad jurídica para las acordadas posteriores que firme.