La clasificación del Inter de Milán a semifinales de la Champions League corría peligro. Harry Kane, con un remate ajustado, había igualado la llave de cuartos para el Bayern Múnich y San Siro era un hervidero. Hasta que un córner desde la punta izquierda a los 13 minutos del segundo tiempo encontró a un voraz Lautaro Martínez. Y el Toro no perdonó y le dio otro empuje al dueño de casa, como lo hizo a lo largo de la presente edición del certamen continental, en el que acumula ocho tantos.
Tras el centro, la pelota da en el Toro, de 27 años. Kimmich la quiere rechazar luego de un rebote en su cuerpo, pero antes surgió el atacante campeón del mundo y bicampeón de América, para sacar un derechazo furibundo que batió al arquero Jonas Urbig. Su festejo desató una locura en la delegación local, empezando por el propio protagonista.
Es que el ex Racing gritó con vehemencia, mientras los abrazos y derrapes en el césped se multiplicaron alrededor. Luego se trepó al acrílico, volvió a gritar de cara al público y, trepado, giró y abrió los brazos, casi como posando para una foto para la posteridad.
Casi inmediatamente, a los 16 del complemento, Benjamin Pavard, de cabeza, anotó el 2-1 y parecía sentenciar la serie. Sin embargo, Eric Dier, de cabeza, firmó el 2-2 y volvió a inyectarle suspenso a la llave (en la ida, los italianos se habían impuesto 2-1 en Alemania). Lautaro terminó sufriendo desde el banco de suplentes. Es que el entrenador, Simone Inzaghi, decidió reemplazarlo a diez minutos del epílogo. Lo reemplazó Mehdi Taremi y la ovación bajó desde todos los rincones del estadio. El argentino se tomó el tiempo de aplaudir hacia todas las gradas antes de marcharse hacia el banco de suplentes.
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