MONZA, Italia.- Afuera del “hospitality” de Williams reinaba un caos tan alegre como bullicioso. Parientes, amigos, periodistas y decenas de hinchas argentinos que se habían “infiltrado” en el paddock esperaban que apareciera Franco Colapinto. Iban a tener para rato. Adentro, en la críptica sala de reuniones para ingenieros y pilotos, estaban James Vowles, el argentino y su compañero de equipo, Alex Albon. Un testigo privilegiado con el oído muy sensible reconstruyó, así, un corto diálogo que deja en claro el significativo resultado de este debut histórico en la Fórmula 1 para el pilarense, que terminó 12° en el circuito de Monza:
—Alex, Franco hizo mejor tiempo que tú en las últimas vueltas…
—A ver, a ver, quiero ver eso…
Albon se mostró muy sorprendido. Vowles, él y el ingeniero de pista del argentino, Gaetan Jego, se pusieron a estudiar los tiempos. Sí, Albon estaba sorprendido porque el novato había conseguido copiar su ritmo y desafiarlo al cronómetro tan pronto desde la primera carrera. Y como mínimo ya se ponía al nivel o por arriba del estadounidense Logan Sergeant al que reemplazó.
La estrategia de Williams
La verdadera y alentadora dimensión de lo conseguido por Colapinto, que, tal como Albon realizó una estrategia a una parada con neumáticos de compuesto medio seguida con calado duro, se puede juzgar a partir de la siguiente analogía: debutar en F1 es como pretender que un piloto de un modesto Beechcraft no se estrelle cuando se le confía una cápsula espacial de la NASA.
Evidentemente, Franco ya era ganador en Fórmula 3 y Fórmula 2, en la que había hecho media temporada (meteórico ascenso), pero un F1 es otro mundo. Se bajó del Dallara en Zandvoort una semana antes, y el viernes se sentaba en el FW46, 20 segundos más rápido y lleno de botoncitos y diales, como la cápsula espacial. Tuvo que poner en práctica todos esos controles: la gestión de las baterías, de los diferenciales, del freno, leer los datos de temperatura de neumáticos, presión y, al mismo tiempo, domar un coche sobre el que solo había girado tres horas. Así, con esa escasa preparación para el tamaño del desafío, largó a las 15 del domingo.
— Williams Racing (@WilliamsRacing) September 1, 2024
Se enfrentaba a pilotos con más de 10 temporadas de experiencia, y su vara de medir iba a ser Albon, considerado uno de los 10 más rápidos del circo, a punto de cumplir 100 grandes premios disputados. A medida que avanzaba la carrera, con la batalla entre la Ferrari de Charles Leclerc y los McLaren de Oscar Piastri y Lando Norris desarrollándose allá adelante, en otra galaxia, Franco comenzaba a fundirse en uno con su montura.
En la Fórmula 1, cuando se larga desde la segunda fila hacia atrás, resulta muy difícil evitar que los de adelante se alejen si no se dispone de un coche muy superior. El de atrás pierde carga aerodinámica en el alerón delantero, y eso le complica mantener el contacto, incluso a veces a pesar de la ayuda del DRS. Ejemplo: el Red Bull de Max Verstappen, con una adherencia pésima en Monza, arrancando desde la séptima posición, pese a la maestría del triple campeón holandés, solo pudo acabar sexto a 37 segundos del ganador, Charles Leclerc.
La alta temperatura, 35ºC, acabó con todas las estrategias lógicas. La principal era comenzar con neumáticos medios y pasar a los duros en torno a las 17-20 vueltas. Pero las paradas comenzaron mucho antes, y pilotos de punta como del medio pelotón, pasando de los medios a los duros antes, se condenaban a hacer dos y hasta tres paradas. Así se vieron favorecidos ambos Williams.
POINTS in Monza! 🔥🇮🇹
A brilliant drive by Alex to secure P9 in today’s #ItalianGP and a very impressive @F1 debut for Franco who brought it home in P12! 💪#DrivenByMyProtein @myprotein pic.twitter.com/P0dpjtIgfW
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Poniendo oficio
Junto con Leclerc y Ferrari, Williams eligió, y acertó, con la estrategia de una parada. Y eso agiganta la labor de Colapinto porque, en su primera carrera, supo manejar progresivamente el acelerador, usar pocos ángulos de volante y suavizar la aplicación del freno cuando podía, para hacer durar sus neumáticos duros 33 vueltas. Albon, que se había situado noveno desde el principio, seguía el mismo plan. Y en cuanto puso su juego de duros, comenzó Colapinto a girar más rápido que su compañero, y cuando faltaban cinco de las 53 vueltas, escuchó por radio: “Vía libre”. Aceleró, y en su última ronda fue dos décimas más rápido que Albon, que también hacía su registro más rápido en ese momento. Mismos neumáticos, misma estrategia. Cuando el novato rodó lo suficiente, ahí se presentaba.
Ese fue su gesto, su mensaje: “Tengo suficiente velocidad”. Y, más sutil, otra misiva: “Puedo gestionar neumáticos y acabar en muy buen estado físico una carrera de hora y media”. No había hecho eso antes en la F2 y F3, claro.
Franco fue tildando con un “OK” cada ítem de la lista del buen debut de un recién llegado. Se puede alegar que Albon quizás no se empleó a fondo en los últimos momentos porque quien lo precedía, en la octava plaza, era el mexicano Sergio “Checo” Pérez, inalcanzable, más allá de los 10 segundos.
Colapinto quedaba a poco menos de 14 segundos de Albon. A modo de comparación con otros pilotos más expertos, conviene observar que, sin impedimentos por una lucha en pelotón al principio, como le sucedió a Colapinto, el piloto de Ferrari Carlos Sainz, futuro compañero de Albon en 2025, terminaba tercero a 15 segundos de Leclerc. Y Sergio Pérez quedaba a una distancia similar por detrás de Verstappen.
Equilibrado, sin exageraciones
Claro que había alegría en el campamento argentino de la tribuna y el paddock, incluso excitación. Cuando Colapinto atendió a la prensa después de la carrera, lucía una tranquila sonrisa mientras se secaba el sudor y ordenaba su abundante cabellera.
Calmado, parsimonioso —asombra, ya que el corazón y las hormonas de los pilotos van a mil por hora tras los extenuantes esfuerzos—, hacía este balance: “Fue una buena carrera. Estoy contento. No sé si esperaba esto antes de la carrera. Había muchas incógnitas. No podía encontrar respuestas porque no había dado más de 8 vueltas seguidas en un F1 todavía. Pude resolverlo bien, hice una buena largada, controlé bien los blandos al principio, y la goma dura, que no la habíamos probado en todo el fin de semana, se comportó muy bien. Pude hacer un buen trabajo con ellas. Estoy muy feliz y el equipo está contento también. Lo más importante es seguir trabajando para acortar la brecha con Alex, que es mi referencia más grande. Ahora me voy al simulador para preparar Baku. Se vienen carreras que no conozco, pero las puedo preparar mucho mejor”.
Preparación, dedicación. Colapinto será nuevo como piloto de Fórmula 1, pero es el mismo chico que en Pilar no salía al recreo para leerse la biografía de Fangio, o el que se pasaba horas en los simuladores o se entrenaba a fondo física y mentalmente. Eso ya está comprobado. Segundo capítulo en dos semanas en Baku, Azerbaiyán.