LONDRES.- El momento elegido para el ataque pareció ser oportunista y calculado al mismo tiempo.
Ni bien Israel y Hezbollah firmaron el alto el fuego, la semana pasada, se disparó otro conflicto ahí nomás, en Siria.
Los rebeldes sirios lanzaron un arrasador ataque contra las fuerzas del presidente Bashar al-Assad en el noroeste de Siria y tomaron el control de grandes franjas de territorio, incluida gran parte de las ciudades de Hama y Alepo.
El repentino avance de los rebeldes y el revés que implica para al-Assad y sus aliados echa leña al fuego de rivalidades geopolíticas que en Siria se vienen cocinando desde hace más de una década, cuando los levantamientos prodemocráticos de 2011 se convirtieron en una rebelión a gran escala.
Pero los recientes ataques también exponen lo fácilmente que se extiende la violencia en una región volátil y todavía más impredecible por la maraña de intereses de las superpotencias que compiten por ejercer su influencia en el lugar.
Con la intención de sumar otro aliado clave en la región, Irán y Rusia le vienen suministrando apoyo militar al régimen de al-Assad desde hace años: los aviones rusos bombardeaban las posiciones rebeldes desde el aire, mientras que en tierra las milicias delegadas de Irán —como Hezbollah en el Líbano— combatían a favor del gobierno sirio.
Turquía y Estados Unidos también tienen tropas en zonas de Siria no controladas por el gobierno y desde donde apoyan a diferentes grupos rebeldes: Turquía en la región noroeste y Estados Unidos en el noreste.
De la ofensiva que arrancó la semana pasada participan varios grupos rebeldes sirios que se unieron bajo el liderazgo de Hayat Tahrir al-Sham, antigua filial del grupo terrorista al-Qaeda. De hecho, Hayat Tahrir al-Sham ya controlaba la mayor parte del territorio del noroeste de Siria, sostenida por grupos de oposición al gobierno.
Los rebeldes claramente han aprovechado la oportunidad que se les presentó al ver que tanto el gobierno sirio como Rusia e Irán estaban debilitados y exigidos por otros conflictos, señala Mouaz Moustafa, director ejecutivo de Syrian Emergency Task Force, una organización humanitaria norteamericana que trabaja para fomentar la democracia en Siria.
Moustafa agrega que los rebeldes tomaron nota de los daños causados por el ataque con beepers contra miembros de Hezbollah en el Líbano y los ataques aéreos israelíes en Siria contra los líderes de la Guardia Revolucionaria de Irán. Para los rebeldes, esos ataques fueron la señal de que era el momento adecuado para lanzar uno de sus propios ataques.
Otro factor que impulsó la ofensiva fue el deseo de ayudar a Ucrania con el objetivo de asestarle un golpe a Rusia, un enemigo que comparten.
Moustafa dice que estaba al tanto de los preparativos de las últimas semanas para coordinar una ofensiva. “Sabía que estaban haciendo planes, pero lo que me sorprendió fue que tomaron Alepo en apenas dos días”.
Por primera vez en años, el aumento de los combates plantea interrogantes sobre la capacidad de avance de los rebeldes y sobre el verdadero poder de al-Assad. También podría interrumpir la tendencia de la comunidad internacional de los últimos años, que gradualmente se había resignado a que al-Assad siguiera al mando y a que algunos países árabes y europeos reanudaran sus relaciones diplomáticas con Siria.
Irán y Rusia ya han declarado su apoyo a al-Assad, pero más allá de algunos ataques aéreos rusos sobre las ciudades de Idlib y Alepo, que están en manos de los rebeldes, los analistas se preguntan cuánta ayuda podrá brindarle el Kremlin en el corto plazo.
Los Estados árabes han expresado su preocupación por el respeto a la soberanía de Siria, que según los analistas es una forma diplomática de criticar el apoyo constante de Turquía a los grupos rebeldes en función de sus propios intereses.
“Preocupación en los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Jordania, Irak e Israel por el posible colapso del régimen de al-Assad y la expansión turca en Siria”, publicó en la red social X el prestigioso periodista sirio Hassan I. Hassan, editor de New Lines Magazine.
En cuanto a Irán, durante el último año su actividad militar en Siria fue disminuyendo debido a la intensificación de los ataques aéreos de Israel, que destruyeron arsenales y unidades de milicias. Israel también mató a líderes de la Guardia Revolucionaria de Irán, que comanda a las milicias iraníes en Siria y trabaja en estrecha colaboración con las divisiones militares de al-Assad.
Esos ataques no sólo han dañado la capacidad de Irán para operar en Siria: según algunos analistas sirios, también han generado suspicacias entre los aliados y sus anfitriones sirios.
El reciente éxito de los rebeldes en asegurarse el control de importantes puntos militares en Alepo y sus alrededores, incluida una academia militar en las afueras de la ciudad, les ha permitido consolidar el control de la región, señala un informe presentado el domingo por el Centro Omran de Estudios Estratégicos, un grupo de investigación independiente con sede en Estambul y centrado en temas de Siria, y agrega que también allana el camino para eventuales nuevas operaciones ofensivas a futuro.
“Rusia está en una verdadera encrucijada y le cuesta adaptarse a la cambiante realidad del campo de batalla, lo que complica aún más su capacidad de brindarle un apoyo efectivo al régimen de al-Assad”, dice el informe del Centro Omran.
Tanto Turquía como Estados Unidos apoyan a grupos armados de Siria que vienen luchando desde hace tiempo contra los grupos respaldados por Rusia e Irán.
Turquía apoya al Ejército Nacional Sirio, que forma parte de la fuerza rebelde que lucha en Alepo. Hace tiempo que Turquía está abocada a ampliar una zona de amortiguación a lo largo de su frontera con Siria para protegerse de las actividades de los militantes kurdos con base en la región, a los que considera una amenaza. El gobierno de Ankara también quiere crear una zona en la que pueda reasentar a algunos de los 3 millones de refugiados que huyeron de Siria y hoy viven en Turquía.
Las fuerzas norteamericanas en Siria trabajan en coordinación con los kurdos y han armado y equipado a una milicia predominantemente kurda, las Fuerzas Democráticas Sirias, para luchar contra el grupo Estado Islámico, también activo en la región. En ocasiones, las fuerzas turcas y norteamericanas han chocado con las fuerzas rusas desplegadas en Siria.
A pesar de su disputa por el apoyo norteamericano a los kurdos, Turquía y Estados Unidos han logrado evitar enfrentamientos directos entre sus fuerzas alidadas en Siria. Según Moustafa, las fuerzas sirias aliadas de Estados Unidos y las aliadas de Turquía negociaron entre ellas para que, llegado el caso, las tropas kurdas se retiraran de esas posiciones sin luchar.
Moustafa dice que entre los rebeldes y Ucrania hubo y sigue habiendo coordinación, tanto en la lucha contra la campaña de desinformación de Rusia rusa como en la prestación de asistencia médica.
“Son dos países que están luchando para liberarse de la tiranía y de la ocupación extranjera”, dice Moustafa. “Es natural que trabajen en coordinación”.
El gobierno de Ucrania no ha hecho comentarios sobre la ofensiva de los rebeldes sirios, pero Kyrylo Budanov, jefe de la agencia de inteligencia militar de Ucrania, ha dicho en repetidas ocasiones que las fuerzas ucranianas intentarían golpear a las fuerzas rusas en cualquier parte del mundo donde se encuentren.
Los sirios que observan los acontecimientos desde fuera del país dicen que esta ofensiva, incluidas las retiradas negociadas, es distinta que otros ciclos de enfrentamientos anteriores, y son pocos los que creen que al-Assad pueda recuperar rápidamente el territorio perdido, debido a la baja moral de su ejército y de la población en las partes del país controladas por su gobierno.
La mayoría de la gente de esas zonas, incluidos los funcionarios del propio gobierno, están sumidos en la pobreza, y según los analistas, esa es una de las razones del rápido colapso de las fuerzas del ejército sirio.
Por Carlotta Gall
Traducción de Jaime Arrambide