Un nuevo cruce entre Juana Viale y Jimena Monteverde volvió a quedar en boca de todos. Este domingo, durante Almorzando con Juana, la conductora expuso en vivo a la chef por un bocado que, según ella, “no podía comer”.
Pero lejos de tratarse de un desplante, el momento dejó en evidencia la relación genuina y sin filtros que ambas construyeron a lo largo de las temporadas. Todo sucedió cuando Jimena entró al estudio con uno de los característicos bocaditos verdes que suele preparar para arrancar el programa.
Apenas lo recibió, Juana lanzó sin vueltas: “Esto no lo puedo comer… se me desbarramó todo”. Su cara de sorpresa mezclada con humor puro generó la primera carcajada de la mesa. Monteverde, lejos de incomodarse, siguió el juego: “Bueno, es todo verde… lindo igual”. Esa dinámica —medio reto, medio chiste— ya forma parte de su código.
Juana siguió con la broma, mirando el plato con desconfianza y explicando, entre risas, que “el bocado va para adentro sin masticar”. Jimena intentó justificar la preparación, pero enseguida saltó la chicana de la conductora: “Podríamos avisarnos si pasa, ¿no? Tener esa delicadeza”.
La frase, dicha en tono pícaro, dejó claro que no había enojo, sino la típica confianza de quienes se conocen y se permiten marcarse cosas en vivo. La escena subió un nivel cuando Juana recordó —aún más entre risas— el “chiste viral” de la semana anterior: la famosa “costura anal”, una frase que Monteverde había lanzado sin intención y que quedó grabada como uno de los momentos más delirantes del programa.
“Me olvidé, la verdad”, dijo la chef, mientras Juana insistía en que era necesario “hacer la costura” del look. Otro guiño interno entre ambas. Después del ida y vuelta humorístico, Jimena explicó en detalle qué contenía el bocado: un roll de masa philo con espinaca, queso feta y los ya famosos tomates de Don Pacho, que Juana mencionó como si formaran parte de la leyenda del ciclo.
“Mándeme el cajón, Don Pacho… ya te lo chequeé”, bromeó. Lejos de quedarse en la anécdota culinaria, el momento terminó delineando la esencia del programa: una conductora que juega, provoca y se ríe de sí misma y una cocinera que acepta cada desafío con espontaneidad y humor.
No hubo conflicto ni tensión, sino el tipo de interacción honesta que conecta con el público. En un clima que combinó risas, improvisación y complicidad de años, Juana y Jimena demostraron una vez más por qué su dupla funciona.
Entre tomates orgánicos, platos verdes y chistes imposibles de repetir, dejaron claro que la magia de Almorzando con Juana está justamente en esos momentos imprevisibles, donde nada sale “perfecto”, pero todo se vuelve memorable.
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