De Visitante, la sección deportiva de Diego Díaz en Paparazzi, se dio un lujazo al entrevistar a Daniel Gastón Montenegro. Popularmente conocido como “El Rolfi“, el ex futbolista hizo un enorme repaso de su historia, que resumidamente, se la podría enmarcar en una frase: “De los porteros de Tablada a usar la 10 de Bochini en Independiente”.
Con una derecha mágica y sútil, su elegancia siempre estaba presente en cada tiro libre que pateaba, a donde la colgaba al ángulo, bah, o mejor dicho, la ponía donde quería. Su gambeta exquisita hizo delirar a hinchas de River, el Rojo y Huracán, club del cual es hincha y a donde debutó un 7 de abril 1997.
Además, tuvo una carrera plagada de éxitos, pero también con alguna que otra caída y no solo a nivel deportivo, sino por las tremendas patadas que recibía. Una de ellas y la más histórica, en un clásico ante Boca en La Bombonera, a donde Juan Krupoviesa lo enganchó de costado y recreó para muchos, lo que fue “la patada del siglo”.
“¿El mundo del fútbol sí lo sabe, el mundo Paparazzi no, por qué el apodo Rolfi?”, fue la pregunta de Diego Díaz que dio inicio a una charla de 30 minutos. Haciendo un repaso de su vida, Montenegro destacó las figuras de Lionel Messi, con quien jugó en la Selección Argentina, y de Diego Maradona, a quien tuvo como DT.
“Rolfi me dice por mi papá, muchos se creen que soy Rodolfo, cuando saben mi nombre no lo pueden entender (Daniel Gastón). Yo era Rolfi chico en el barrio, quedó el Rolfi de mi papá para el más chico. Yo vengo de Tablada, mi viejo jugaba al fútbol y bueno, viste como somos los deportistas, siempre algún apodo hay y el más fácil era Rolfi. Yo iba acompañaba a mi viejo, molestaba y me quedó”, contó entre risas Montenegro.
Los inicios que siempre marcan a un futbolista, y más si provienen de lugares humildes, fue lo que a Montenegro le dio impulso y ambición para que cada noche su almohada se llenara de sueños y alcanzar así, en algún momento de su vida, ser jugador como su papá y continuar con ese legado de Rodolfo.
“Éramos una familia de clase baja, mi viejo laburador, mi mamá al principio sí después ya no. Mi papá arrancó jugando. En la Reserva de Ferro no tuvo suerte, se usaba mucho ir a jugar al interior y entonces se iba a jugar a La Pampa los fines de semana, conocía gente, viajaba en tren, cobraba tu platita y volvía”, explicó.
“Hasta que un día, empezó a laburar en el ferrocarril y en el ir mucho a La Pampa, conoció al gobernador, y le dio la chance de trabajar en el Banco de La Pampa, era algo importante para él, un trabajo fijo y para familia”, siguió.
“Siempre tuve claro que quería ser jugador porque lo seguíamos mucho, al principio me costó, porque me tiraba más el boxeo, me gustaba más. Con mi abuelo éramos de quedamos más a la noche, a mirar las peleas, me entretenía. Y como veía que ellos jugaban y yo era chiquito y no podía jugar, eso me entretenía más. Mi viejo un día me dijo ‘decidite’ y arranqué a jugar, el click lo hice a los 7 u 8 años”, comentó Montenegro.
¿Rolfi boxeador? Sin dudas que es una imagen que cuesta creer, pero afortunadamente, para los amantes del fútbol se decidió por la pelota y el talento se fue la derecha, claro a su pierna derecha que lo llevó hasta conquistar el mismísimo Estadio Azteca, durante su paso por el América de México entre 2009 y 2012.
Con una tremenda trayectoria, que además de jugar en tres de los cinco equipos grandes de Argentina, tuvo su etapa por Europa al defender las camisetas de Olympique de Marsella de Francia, Real Zaragoza, Osasuna de España y Saturn Rámenskoye de Rusia.
Pero el gran amor de Montenegro y que jamás borró de su vida fue su Huracán querido de Parque Patricios: “Yo soy hincha de Huracán, desde chico. Te tira más cuando estás ahí, mamas un poco eso. Es un cariño especial el que tengo por el club. Yo soy hincha de un club pero respeto mucho los lugares que me dieron la oportunidad de jugar y trabajar”.
“¿Qué club te identifica más de los tres que has jugado? Huracán, has sido un tipo que ha marcado una época dentro del club, Independiente, has sido campeón, el último título local, y después lo que viviste en River“, fue la pregunta de Diego en medio de la entrevista.
“Lo que yo digo que es raro, es que en Huracán jugué tres veces, en Independiente 4, en River dos. Siempre me trataron bien, sería faltarles el respeto. A lo lugares donde voy hay recuerdos y eso es importante. Salí campeón en los tres lados, hasta en Huracán, que es algo que con lo que pasa en el club, y con todo lo que se vive son cosas puntuales. Tuve la suerte de disfrutar en los tres lugares, en alguno mejor que otro, pero eso es fútbol”, aseguró el Rolfi sin dudarlo.
La carrera de futbolista profesional a veces es adversa e ingrata. De estar en la cima se puede caer abismalmente; el Rolfi lo vivó de cerca, cuando en Independiente consiguió el último título local del club, en el 2002, pero también sufrió el descenso del 2013. Como todo caudillo, no se borró en las malas y se quedó a pelearla.
“¿Qué es el descenso dentro de una cancha?“, consultó Díaz y allí el Rolfi recordó uno de los peores momentos de su vida, a donde más allá de la presión deportiva, a nivel personal la pasó muy mal con amenazas de la barra dirigidas a su familia.
“No es solo ese partido, es todo una temporada, cuando se toca de promedios, el último es el que más sufre. Y las cosas sucedieron dos años antes, no es como ahora que el último se va, a mí me tocó el último semestre”, expuso el Rolfi, que ante el comentario de Diego, ‘que en Argentina se vive como una ‘vergüenza’, decidió ir al hueso.
“Y es algo así. Un sufrimiento. Y miedo también, un día entrenábamos acá, otro allá, por miedo a que pase algo con la barra, en el camino. Viví demasiadas apretadas. Yo era capitán de ese equipo y lo fui en el ascenso también. En ese torneo hubo cosas muy raras, en ese partido contra Huracán fue uno de los días más difíciles que me tocó vivir en el fútbol, pero de los dos lados”, contó.
“Yo en realidad me entero después del otro lado, porque ese día vino la barra, antes del último partido, que esto que lo otro, tuvimos unos entredichos. Después me entero que del otro lado amenazaban a mi casa, en mi familia. Fue raro todo hasta que terminó. Veíamos los momentos para salir, si la cosa no iba bien, no la iba a pasar mal yo, sino todo en familia”, agregó.
“Ellos también entendieron que había momentos a donde guardarse, lamentablemente era así. Lo vivíamos a diario, sigue pasando a día de hoy. Eso nunca va a cambiar, a mi nene le digo que siempre hay momentos en el fútbol, vamos a tener momentos donde podemos divertirnos y no, ir o no a cumpleaños, nacimiento o no de hijos, son más los momentos malos que buenos. Los buenos hay que aprovecharlos y disfrutar”, sostuvo el Rolfi.
Ya sobre el cierre de la entrevista, Montenegro habló en profundidad de Messi y Maradona; dos genios con quien tuvo la fortuna de coincidir, pero en la Pulga decidió focalizar en el favor que le hizo para cambiar su vida y lo hizo quedar muy bien ante los hombres más poderosos de todo México.
“Leo juega a otro deporte, que haga tres, cuatro goles por partido y creamos que es nada, ya dejas de tener el valor. El día que este muchacho se retire y veamos lo que es la realidad, porque él nos lleva a otra realidad. Una vez el capo del América, y él jugaba la final de la Champions en Londres, yo estaba de vacaciones en Disney, algún lugar de esos. Me llama el vice que tres capos de televisa estaban yendo y lo querían conocer”, sumó.
“Y yo qué tengo que ver, lo conozco pero no lo iba a molestar el día del partido. El día anterior lo querían conocer. Yo dije me la juego a ver qué me dirá el enano. Lo llamo y le digo, primero le mandé un mensaje contándole de qué se trataba, y me dice ‘si si, quedate tranquilo, no hay problema”, argumentó.
“Para que no sé ni en qué hotel estoy’. Y me mandó la foto del papelito del hotel donde estaba, con su número de habitación. Me dice, ‘lo único que te digo es que nosotros entrenamos, volvemos y vamos directo a cenar. Y después, vengan ese tiempo así los puedo ver antes’”, comentó el Rolfi.
Destacando el enorme gesto que tuvo, recordó ese día como uno de los mejores de su vida: “Yo nunca más me enteré les conté qué tenía que hacer y nada más, yo seguía de vacaciones, después me toca volver y ahí me dicen que estaban felices de la vida. Llegaron tarde, Messi ya estaba cenando, pero los atendió. Cuando termina de cenar baja y eran la familia con tres nenes, le firmó, se le amontonó mucha gente y cuando terminó preguntó si les quedaba alguien sin firmar”.
“Yo estaba anchote, siempre me sacó el sombrero, se portó siempre de 10, con mi hijo, para él es todo. Por lo que lo ve jugar y por todo lo que le dio en lo humano, como es con los hijos ahora, lo hacía con mi nene antes de ser papá, le enseñaba a hacer jueguitos”, sonrió.
Y al cerrar no se quiso olvidar de cómo Maradona lo marcó en su carrera: “La comparación ni en pedo. Son odiosas para mí, son dos personas que nos dieron mucho, son argentinos los dos, a los dos los disfrutamos a su manera, marcaron épocas diferentes. Diferencias futbolísticas, nada puede marcar. El carísima de Diego genera mucho más, nada que ver a lo que es Leo. Leo a partir de un tiempo comenzó a provocar más, hay gente que me decía mentiroso. Vos lo ves entrar y te genera algo en el cuerpo, estás viendo algo que no lo podés creer”.