El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim (Estados Unidos-Nueva Zelanda-Japón/2024). Dirección: Kenji Kamiyama. Guion: Jeffrey Addiss, Will Matthews, Phoebe Gittins, Arty Papageorgiou. Música: Stephen Gallagher. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Warner. Duración: 134 minutos. Nuestra opinión: buena
Para esos espectadores que después de ver las casi 16 horas que duran, combinadas, la trilogía de El señor de los anillos y la de El hobbit, dirigidas por Peter Jackson, y las dos temporadas de ocho episodios cada una de la serie El señor de los anillos: Los anillos de poder (disponibles en Prime Video) todavía ansían conocer nuevos rincones y personajes de la tierra de fantasía creada por J.R.R. Tolkien, el estreno del largometraje de animación El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim, es una excelente noticia. La película está ambientada poco menos de 200 años antes de los hechos retratados en la trilogía original y se centra en la leyenda del rey de Rohan, Helm Hammerhand, y su lucha por preservar la paz en su territorio. Contada en el estilo del anime japonés, el film cuenta con la producción de Peter Jackson, Fran Walsh y Phillipa Boyens, el equipo creativo detrás de las exitosas películas basadas en las novelas de Tolkien.
El relato que rescata el pasado del pueblo de jinetes que formaba parte de la trama de Las dos torres y El retorno del rey se conjuga sin problemas con el estilo narrativo del cine de animación japonés, aunque está más cerca de las adaptaciones televisivas que de los poéticos films de Hayao Miyazaki y Makoto Shinkai, por citar a dos de los autores más celebrados y talentosos del género que a través de la animación construyen obras de arte tan bellas como significativas. En este caso, aunque en términos visuales la película tiene momentos visuales bastante logrados, especialmente en lo que se refiere a los escenarios que evocan a los impresionantes paisajes de Nueva Zelanda donde se rodaron los films originales, algunas secuencias muestras a sus personajes centrales con un estatismo no demasiado cinematográfico.
El guion, con mayor convicción que sutilezas, pone énfasis en el empoderamiento de Hera, su protagonista femenina, la única hija del rey de Rohan. La princesa de espíritu rebelde prefiere cabalgar antes que pasar tiempo en el salón de la fortaleza y defiende su independencia frente a las tradiciones que le quiere imponer su padre. Tiene el cabello de color rojo fuego, aparente marca de fábrica obligatoria para las princesas de espíritu salvaje animadas desde Disneylandia hasta la Tierra Media.
Con mejores cualidades para suceder a su padre que sus dos hermanos mayores, Hera queda atrapada en una encrucijada cuando Wulf, su amigo de la infancia y heredero del enemigo jurado de su pueblo, le propone casamiento para sellar una alianza. Convencida de que el matrimonio no es para ella, la negativa de la princesa desata la guerra del título y la tragedia que marcará la historia de los habitantes de Rohan.
A pesar de tratarse de un precuela enfocada en un rincón poco explorado de la fantasía de Tolkien, las menciones y apariciones de personajes centrales de la obra del autor británico, y de las adaptaciones de Jackson, seguramente emocionarán a los conocedores de la saga. Que también disfrutarán especialmente la versión original en inglés con subtítulos que se exhibirá en algunas salas locales. La narradora de la trama es Eowyn, la descendiente de la princesa Hera, a la que le presta su voz la actriz Miranda Otto, intérprete del personaje en las películas de Jackson. A ella se suma el vozarrón de Brian Cox, el actor escocés que como en Succession aquí es, otra vez, un patriarca lleno de orgullo, rodeado de hijos varones poco preparados para sucederlo y una hija mujer que podría ser su mejor opción si se detuviera a considerarla como una posibilidad.