
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) vivirá este jueves 27 de noviembre un hecho extraordinario en su historia: por tercera vez en 141 años, la entidad más influyente del complejo agroexportador argentino elegirá a sus autoridades en una contienda abierta, con dos listas, dos visiones de futuro y —como pocas veces— la política partidaria orbitando cada movimiento.
La fractura en la conducción, que en otros tiempos hubiera sido inimaginable en una institución acostumbrada a resolver sus diferencias puertas adentro, hoy expone un enfrentamiento más profundo: la discusión sobre el rumbo que debe tomar la BCR en un país en plena reconfiguración económica y en una provincia donde el vínculo entre el sector productivo y el poder político vuelve a tensarse.
Esta elección no solo definirá quién presidirá la entidad en los próximos dos años, sino qué modelo de conducción prevalecerá: la continuidad del oficialismo que encabeza Pablo Bortolato —bendecido por la actual gestión de Miguel Simioni— o la apuesta a un cambio encabezada por Víctor “Fiti” Cabanellas, referente del sector molinero, que reúne a históricos dirigentes de peso y reclama una Bolsa “más combativa”, “más lobbista” y, sobre todo, con mayor protagonismo político.
La grieta interna ya es inocultable. Y, como ocurre en la política partidaria, la pulseada de este jueves tiene también su correlato en alianzas, respaldos silenciosos y temores por el impacto institucional del resultado.
Una ruptura inédita: por qué la Bolsa llega dividida a las urnas
El quiebre no fue repentino. Durante meses, dirigentes del oficialismo y la oposición negociaron sin éxito una lista única como manda la tradición. Pero los tiempos cambiaron: hubo diferencias programáticas, acusaciones por falta de diálogo, tensiones por el armado del padrón, y presiones internas que detonaron el consenso.
La aparición de la oposición con un armado que reúne a representantes históricos del sector, algunos vinculados al ex presidente de Vicentin, Alberto Padoán, terminó de enrarecer el clima. “El oficialismo no quiso ceder”, dicen de un lado. “No hubo voluntad real de acordar”, responden del otro.
En el centro de la escena, dos figuras:
Pablo Bortolato
Vicepresidente del Mercado Argentino de Valores, hombre de la estructura interna de la Bolsa y continuidad del proyecto que intentó reconstruir la reputación institucional tras los daños del caso Vicentin. Su campaña se apoyó en el “trabajo de hormiga” dentro de la entidad y en la sintonía fina con los gobiernos nacional, provincial y municipal.
Víctor “Fiti” Cabanellas
Molinero, empresario de larga trayectoria y referente de sectores que reclaman una Bolsa con mayor protagonismo público. Su discurso se centra en la idea de una entidad “más lobbista”, con voz activa en temas estratégicos como la hidrovía, los corredores bioceánicos, la logística y la defensa de la cadena productiva.
Su lista incluye a figuras como Soledad Aramendi, presidenta de la Sociedad Rural de Rosario, quien acusa a la conducción actual de “actitud complaciente” y demanda una Bolsa que recupere el peso político de otros tiempos.
La discusión, para el campo, no es menor: la BCR es nodo técnico, financiero, institucional y político en un país donde el agro define buena parte de las tensiones entre los distintos niveles del Estado.
Acusaciones cruzadas y una campaña caliente
Aunque ambos sectores se esforzaron por mantener las formas, los últimos días expusieron la firmeza de la pulseada interna: La inauguración de un moderno laboratorio de 3.000 metros cuadrados fue acusada de “proselitismo institucional” por la oposición. Desde el oficialismo respondieron que se trataba simplemente del cierre de un proyecto largamente planificado. Hubo también reclamos por el acceso al padrón de votantes. Y versiones cruzadas sobre el rol de ex directivos de Vicentin dentro del armado opositor.
La semana previa a la elección dejó en claro que la disputa no será simbólica ni de nombres: se juega el mapa de poder dentro de una institución clave para la producción santafesina.
El factor político: Milei, Pullaro, Javkin y el juego de influencias
Las elecciones en la Bolsa no son solo empresariales. Detrás de cada lista, subyace una lectura política: El oficialismo es visto como un espacio con relación aceitada con los gobiernos de Pullaro y Javkin, así como con el equipo económico nacional. La oposición muestra puentes con sectores más críticos al oficialismo provincial, y recalca que “hay línea directa con gente del Presidente”.
Ambos sectores, cada uno a su manera, reconocen que la BCR debe ser protagonista en temas donde la política define el marco regulatorio del agro: Hidrovía, retenciones, logística, mercado de futuros, minería, exportaciones de legumbres y lácteos, y la ya demorada modernización de los mercados.
En ese tablero, nadie quiere perder capacidad de influencia.
Qué está en juego este 27 de noviembre
La elección definirá qué modelo se impondrá:
1. Continuidad moderada y de puertas abiertas
El oficialismo promete seguir con la política de reconstrucción institucional, apertura informativa, estudios técnicos y relación fluida con los gobiernos.
2. Cambio y mayor protagonismo público
La oposición pide una Bolsa “más fuerte”, con agenda propia, postura firme en temas estratégicos y liderazgo en debates nacionales.
Ambos modelos expresan, también, dos maneras de leer el nuevo ciclo económico y político del país.
La principal incógnita es qué ocurrirá al día siguiente. En una entidad acostumbrada al consenso, ¿cómo se sanearán las grietas internas luego de una campaña tan dura?
¿Será posible recomponer un diálogo que hoy parece fracturado?
Una elección que marca época
Las elecciones de este jueves no solo renovarán autoridades: definirán el rol político e institucional de la Bolsa de Comercio de Rosario para los próximos años, en un contexto donde la Argentina necesita acuerdos, logística eficiente, reglas claras y entidades fuertes.
En un país en transición, la conducción de la BCR puede ser determinante para el rumbo del sector productivo santafesino y nacional.
Y por eso, lo que ocurra el 27 de noviembre no será un simple trámite interno: será un capítulo clave en la disputa de poder real dentro del corazón económico de la región.
