El Presidente lo repite una y otra vez: no hay plata. Es un mantra que cristalizó en el Presupuesto 2025, que tiene como consigna que tanto los gastos corrientes del sector público como los intereses de la deuda se cubran con los ingresos que recaude el Estado, sin emisión, sin colocación de deuda nueva.
Lo que estamos discutiendo, no obstante, es otro tema. Pesos hay, como lo demuestra la reserva que acumula el Palacio de Hacienda en el Banco Central. Lo que le preocupa al Gobierno es que haya bolsones acumulados que puedan presionar el valor del dólar y mantener caliente la inflación. Las personas hacen malabares (a 52,9% directamente no le alcanza) y viven con lo justo; las pymes también; las empresas medianas se las arreglan y las grandes tienen otra espalda.
La pulseada no es por un monto nominal, porque el propio Ejecutivo reconoce que hay gastos indexados que tiene que respetar (salarios y jubilaciones), sino por cómo se gasta, para qué fines y con qué control.
El Gobierno está discutiendo con las universidades nacionales una asignación presupuestaria. A Milei le interesa sacar este tema de los escenarios de conflicto, ya que al menos una parte de los estudiantes de las instituciones públicas (más en el interior que en el AMBA) integran su legión de seguidores. Y después de veto a la ley de movilidad jubilatoria y el 52% de pobreza, no es aconsejable seguir acumulando focos de conflicto. El transporte se abroqueló detrás de los gremios aeronáuticos y promete un paro total el 17 de octubre. La elección de la fecha indirectamente le hace un favor a Milei: demuestra que hay política en la convocatoria.
El Ejecutivo intentó en abril instalar un sistema de auditorías en las universidades. Pero dada su autonomía, la iniciativa quedó archivada. En el Presupuesto 2025 se puso como condición que las entidades educativas remitan mes a mes a la Secretaría de Educación sus respectivos presupuestos, con la clasificación de sus funciones y el aviso de que pueden suspenderse los giros si no llega la información a tiempo. También especifica que los aumentos salariales de 2025 corresponderán al plantel que estaba en la plantilla a noviembre de este año.
El Gobierno apuesta a congelar este gasto, para que no tenga un crecimiento injustificado. Lo que no consiguió ni la Casa Rosada ni la comunidad educativa es distinguir entre pesos bien invertidos y pesos que solo financian empleos innecesarios. En educación plata hay, pero no va a ser para todos.