Entre la resistencia y la rendición: la encrucijada de los medios ante el huracán Trump

Están exhaustos. El torbellino Trump 2.0 está dando vuelta por completo a Estados Unidos (y al mundo), pero entre los más desbordados están los taquígrafos de la Casa Blanca. No dan abasto para transcribir sus declaraciones: habla y habla sin parar. Sólo el día de su investidura pronunció 22.000 palabras. A tal punto que la Casa Blanca reconoció que está considerando contratar más personal. Ahí no habrá motosierra.

Seguirle el ritmo a Trump en estas primeras dos semanas de furia y fuego fue una tarea titánica. Pero detrás del aluvión informativo hay una estrategia deliberada: se la denomina “inundar la zona”, o flood the zone. El concepto fue usado en 2018 por el controvertido exestratega de Trump Steve Bannon, que dijo: “Los demócratas no importan. La verdadera oposición son los medios, y la forma de lidiar con ellos es inundar la zona de mierda. Solo pueden enfocarse en una cosa a la vez”.

El presidente Donald Trump habla con la prensa mientras firma órdenes ejecutivas en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el 4 de febrero de 2025, en Washington. (AP/Evan Vucci)

De la guerra comercial a la deportación de inmigrantes. De la retirada del Acuerdo de París a la salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Del “juego de TEG” con amenazas de anexar Canadá, Groenlandia, Gaza o Panamá a las mentiras sobre una supuesta donación de 100 millones de dólares de Joe Biden en preservativos para Hamas. Titulares tras titulares de breaking news de un Trump sin guardarrails que inundan todo y hacen imposible hacer foco. Terminan anestesiando y aturdiendo al público y contribuyendo a socavar el papel de los medios para discernir la verdad de las fake news.

Tiene apenas 27 años, la más joven en ocupar el cargo. Karoline Leavitt debutó la semana pasada como secretaria de Prensa con el libreto del showman Trump aprendido a la perfección. Anunció que por primera vez la Casa Blanca le hará espacio en la tan solicitada sala de prensa a lo que llamó “los nuevos medios”: podcasters, periodistas independientes e incluso influencers. Ya recibió más de 10.000 solicitudes de todo tipo: TikTok llega a la Casa Blanca.

La secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, explica a los periodistas la propuesta de Donald Trump para la Franja de Gaza. (AP/Evan Vucci)

Apenas unos días después, vino otra “venganza” contra los medios, la del nuevo secretario de Defensa, Pete Hegseth, exestrella de Fox y blanco de gran escrutinio de la prensa por sus escándalos. Anunció un programa de rotación que dejó afuera de la sala de prensa del Pentágono nada menos a que a The New York Times, NBC News, NPR (Radio Pública Nacional) y Político. En su lugar, entran los trumpistas One America News Network, Breitbart y The New York Post.

Cambios sutiles, para algunos. Para otros, una señal inequívoca de que Trump tiene todas las intenciones de cumplir con su promesa de tomar represalias contra lo que él denomina “el enemigo del pueblo”.

En paralelo, dos movimientos tectónicos se superponen en este nuevo escenario, muchas veces un espejo para el resto del mundo: por un lado, la avalancha de acuerdos legales para evitar la ira de Trump y, por el otro, un incipiente aumento en el tráfico y suscriptores de algunos medios tradicionales, un mini “Trump bump” (el rebote Trump). Se sabe: después del sopor de la era Biden, Trump es bueno para la audiencia.

Donald Trump, en una reunión en el Salón Oval, en Washington. (AP/Alex Brandon)

Sara Fischer, columnista del sitio Axios, lo bautizó “el momento chupamedias”. Antes incluso de su asunción, uno tras otro, magnates tecnológicos y destacados periodistas formaron fila para viajar a Mar-a-Lago y arrodillarse para “besar el anillo” de Trump.

“Ahora todos quieren ser mis amigos”, festejó el líder republicano, sin sonrojarse, en diciembre pasado, cuando aún no había asumido. Como fichas de dominó, muchos de los más fervientes críticos de Trump protagonizaron una extraordinaria capitulación, ante el miedo paralizante de quedar enterrados bajo la catarata de desafíos legales del magnate y la presión financiera. Todo en busca de paz. O de negocios: un control de daños preventivo, algo que los historiadores denominan “obediencia anticipatoria”.

La última ficha de este dominó, y posiblemente la señal más evidente de la magnitud de la presión de Trump, es el caso de CBS, nada menos que la cadena con mayor audiencia en Estados Unidos, fundada en 1928. Está viviendo momentos de zozobra por las versiones de que su propietaria, Paramount, está negociando un acuerdo en la demanda por 10.000 millones de dólares presentada por Trump por lo que él alega fue una “edición engañosa” de la entrevista con Kamala Harris en el programa “60 Minutos”, planteo que los expertos legales afirman no puede ser más disparatado. Ayer incluso fue más allá t disparó: “CBS debería perder su licencia. Hicieron algo que nunca se había visto antes. Fue un fraude electoral inaudito”.

“Esto es lisa y llanamente soborno”, dijo en X Richard Painter, especialista en ética que trabajó para la Casa Blanca durante el gobierno de George W. Bush. Se refería a que detrás de la decisión de Paramount está la intención de evitar que Trump frene la fusión de Paramount con la empresa de entretenimiento Skydance Media.

El presidente Donald Trump habla con periodistas en el Salón Oval. (Chip Somodevilla/Getty Images)

“Si organizaciones como CBS se arrodillan ante un presidente, eso significa que todos hemos dado un gran paso hacia la autocracia” dijo, en la misma línea, el excorresponsal de CBS Marvin Kalb. Si se concreta, el acuerdo sería otro gigantesco cheque -uno más- para Trump (o su eventual fundación-biblioteca), que a este paso será las más grande y lujosa del mundo.

Trump, que virtualmente no ha dejado medio o periodista sin demandar, incluso amplió su red, para incluir a la “decana” de las encuestadoras, J. Ann Selzer, y al Des Moines Register por supuesta “interferencia electoral” con la publicación de una encuesta que anticipaba una victoria de Harris en el estado de Iowa. Ni el comité que entrega los premios Pulitzer se salvó: lo demandó por haber otorgado galardones a la cobertura de sus vínculos con Rusia durante la campaña de 2016.

El acuerdo, o “capitulación” de CBS, si se concreta, sería apenas el último de una larga lista. En diciembre, ABC News sorprendió al aceptar pagarle a Trump 16 millones de dólares para cerrar su demanda de difamación contra la cadena después de que el presentador George Stephanopoulos afirmara incorrectamente que Trump era responsable de “violación”, cuando en realidad fue hallado culpable de agresión sexual.

“Cada uno de estos acuerdos debilita las libertades democráticas de las que dependen estas organizaciones”, dijo a The New York Times Jameel Jaffer, director ejecutivo del Instituto Knight, de la Universidad de Columbia. Además, Mark Zuckerberg, otro nuevo “mejor amigo” de Trump, que en enero anunció que dejará de haber verificación independiente de información en sus redes sociales, acordó pagar 25 millones de dólares para resolver otra demanda presentada por Trump, por la suspensión de su cuenta de Facebook después del ataque al Capitolio de 2021. Más y más fondos para la “biblioteca”.

El CEO de Meta, Mark Zuckerberg, en la ceremonia de investidura de  Donald Trump, en Washington. (Kenny HOLSTON / POOL / AFP)

Este “momento chupamedias” tiene otras vertientes. Amazon Studios, de Jeff Bezos, también propietario de The Washington Post, le pagará 40 millones de dólares a Melania Trump por los derechos para un documental.

El terremoto provocado en el Post por la decisión de Bezos de frenar el apoyo editorial a la candidatura de Harris sigue repercutiendo en la redacción. Además de la hemorragia de hasta 400.000 suscriptores, hubo una salida masiva de muchos de los periodistas más prestigiosos, algunos a The New York Times y a The Atlantic, que mantienen su dura política editorial contra Trump. En otros medios, críticos del mandatario como Chuck Todd, de la NBC, y Jim Acosta, de CNN, también han optado por renunciar ante los cambios en la programación que los degradaban a horarios de casi nula audiencia.

Lauren Sánchez y Jeff Bezos, en la ceremonia de investidura de Donald Trump, en Washington.

“Mini Trump bump

El otro movimiento que está reconfigurando el panorama de los medios es lo que algunos han llamado el “mini Trump bump, aunque está aún lejos de la bonanza de audiencia y suscripciones que vivieron durante el primer mandato de Trump. El columnista de medios de CNN Brian Stelter afirma que la reelección de Trump llevó a un récord de donaciones para The Guardian US, que en las últimas semanas de 2024 recaudó 5,13 millones de dólares, el doble que el año anterior. “Más que el repunte de tráfico que vimos entre 2016 y 2017, lo que estamos viendo ahora son cifras impresionantes de contribuciones”, dijo Betsy Reed, la editora. En una pícara estrategia de marketing, el sitio disparó mensajes a sus suscriptores con el slogan: “Trump, nosotros no queremos ser tus amigos”.

Del otro lado del espectro político, Fox News, que “aportó” nada menos que 19 exconductores o columnistas al equipo de Trump, vivió el mejor enero en ratings en sus 23 años de historia, con una audiencia de 2,78 millones en prime time, 53% más que un año atrás, según Nielsen Media Research. MSNBC, que como muchas otras cadenas viene de meses de letargo y ratings en baja, anunció que las últimas semanas vio un repunte de 26% en la audiencia, mientras que CNN reportó un aumento de 39%. El agobio tras la frenética campaña está dando paso a un nuevo interés -o preocupación- por las noticias.

Hay otros indicios: The New York Times, que ya cuenta con 11,4 millones de suscriptores, sigue siendo el gran faro en el horizonte y sumó 350.000 en el último cuatrimestre de 2024. A pesar de las turbulencias, fuentes del Post revelaron al sitio Semafor que están experimentando incrementos semanales de nuevos suscriptores, mientras que The Atlantic habló de un “dramático crecimiento” en suscriptores desde las elecciones.

El presidente Donald Trump, en una reunión en el Salón Oval. (AP/Alex Brandon)

“Creo que la llamada ‘resistencia’ a Trump se intensificará en los próximos meses, y esto llevará a un mayor interés en las noticias”, afirmó a LA NACION Jon Allsop, del Columbia Journalism Review.

Esta semana, la ofensiva de Trump tomó nueva forma: difundió falsamente que algunos medios, como The New York Times, Politico y The Associated Press, reciben millones de dólares en subsidios de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). La motosierra en marcha. Pero las versiones, replicadas en las redes sociales con la furia de las fake news, obligaron a una inusual desmentida de los medios: revelaron que en realidad no son subsidios, sino suscripciones de los organismos del gobierno, y que en algunos casos incluso son con notables descuentos, como para militares en servicio y retirados.

Las primeras dos semanas han dejado en evidencia que Trump está entrando en una fase más expansiva y radical en su manejo de poder, esta vez en un escenario mucho más global, y el ataque a los medios será seguramente su punta de lanza.

“El término sin precedente se ha convertido en cliché cuando uno se refiere a Trump, pero estamos viviendo en un mundo peligroso en lo que respecta a las amenazas a la libertad de prensa. El periodismo y el acceso a información confiable son partes integrales de la democracia. Un ataque a uno es necesariamente un ataque al otro”, afirma Clayton Weimers, director de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en Estados Unidos.