Aunque el presidente Javier Milei celebre a cuatro vientos el respaldo de un tercio de la Cámara de Diputados al veto a la ley jubilatoria, todos –empezando por los jubilados e incluido el oficialismo- perdieron.
El Gobierno se alzó con un triunfo pírrico que exhibe, de un lado de la moneda, a un Presidente que, en nombre del pragmatismo, se vio forzado a hacer de tripas corazón y retratarse con dirigentes de la casta de la que tanto abjuró con tal de cooptar un puñado de votos que le permitan blindar su veto. Una tarea que siempre esquivó y delegó en sus funcionarios con tal de preservar frente a sus fieles la imagen virginal de libertario impoluto.
El otro lado de la moneda expone a un oficialismo que arriesga en el altar del equilibrio fiscal una caída en las encuestas por el costo político de mostrarse insensible frente a uno de los sectores más vapuleados por el ajuste fiscal, el de los jubilados. Se lo advirtieron los diputados aliados de Pro a Karina Milei –el alter ego del presidente- cuando se reunieron en la Casa Rosada el lunes pasado. “El veto a la ley jubilatoria va a traer costo. También el veto a la ley de financiamiento a las universidades, cuando lo apruebe el Senado. ¿Otra vez vamos a tener que poner la cara por ustedes?”, reprocharon.
Pese a su condición de aliados incondicionales del Gobierno, los diputados de Pro mascullan que poco ha sido el rédito obtenido. Por segunda vez debieron deponer sus banderas en defensa de los jubilados que supieron enarbolar cuando el kirchnerismo hizo lo mismo que ahora los libertarios –licuar los haberes con la inflación- y soportar los reproches de sus exsocios de Juntos por el Cambio. La incomodidad del momento se reflejó en la adustez de sus rostros en la sesión. La misma incomodidad que exhibieron cuando, por mala praxis política del Gobierno, el radical Martín Lousteau les birló –en alianza con el kirchnerismo- la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia. O cuando se desayunaron con el decreto de Milei que mutiló la ley de acceso a la información pública, un emblema de la gestión macrista.
Si algún consuelo podría llevarse el bloque que conduce Cristian Ritondo de la sesión es que el radicalismo la pasó bastante peor. Promotor entusiasta de la ley luego vetada, el bloque que conduce Rodrigo De Loredo quedó como el chivo expiatorio del fracaso opositor con el transfuguismo de cinco diputados que, sin pruritos ni pudores, se sumaron a las fuerzas del cielo y trocaron sus banderas en defensa de los jubilados por el del equilibrio fiscal. Algunos lo hicieron por convicción; otros, más pragmáticos, en búsqueda de un cobijo en las listas libertarias del año próximo.
La ruptura de la bancada no se formalizó, pero ni falta hace. De Loredo quedó en la mira de Lousteau, el jefe del partido, sobre quien también recae todo tipo de suspicacias de sus correligionarios por sus ambigüedades en la relación con el kirchnerismo. El Gobierno, sin demasiado esfuerzo, aprovechó la balcanización del centenario partido para arrebatarle un puñado de legisladores, todos ellos del interior del país, que no toleran la visión “porteñocéntrica” que pretende imponer Lousteau, a quien ven enrolado en un juego político propio.
Ante el desbande de su bloque, De Loredo intentó salvar la ropa con la propuesta “sui generis” de rescatar del veto total el artículo que recompone en un 8,1% los haberes jubilatorios por la inflación de enero pasado. Esta vez no contó con el salvavidas del kirchnerismo, volcado a la estrategia de votar “a todo o nada”. Al final se llevó nada, el oficialismo logró blindar el veto y el Congreso se quedó sin la posibilidad de volver a insistir en la ley en lo que queda del año parlamentario.
Los kirchneristas, empero, no dan puntada sin hilo. No habrán podido voltear el veto pero, al menos, se llevan el triunfo discursivo en defensa de los jubilados que la oposición dialoguista, con sus dobleces, no pudo sostener, aseveran.
En el juego de la grieta con el oficialismo, los kirchneristas pretenden erigirse como los actores exclusivos. Siguen la senda que les marcó Cristina Kirchner los últimos días con los cruces epistolares que mantuvo por las redes con el propio presidente Milei. Continuarán este fin de semana con la reaparición pública de la expresidenta en Merlo y una disertación sobre la economía bimonetaria: una bandeja servida para la réplica de Milei cuando, este domingo, presente el proyecto de presupuesto 2025.
En la antesala electoral, oficialismo y oposición exhiben un estado de liquidez tal que los límites que antes parecían claros ahora se difuminan. Los libertarios podrán exhibir hoy una victoria parlamentaria, aunque rasguñando apenas un tercio de la Cámara de Diputados. Se necesita mucho más que eso para aprobar las futuras leyes.