Anclado como uno de los ejes centrales de la reducción del gasto público, la supresión de la obra pública
es una decisión que el Gobierno planea sostener en forma permanente. “La obra pública no vuelve más”, afirmó el ministro de Desregulación del Estado, Federico Stuzenegger, ante un auditorio de empresarios convocados por la Fundación Mediterránea.
Para fundamentar el manejo poco claro de los fondos destinados a ese fin, Sturzenegger puso como ejemplo que existía un préstamo de organismos multilaterales por USD 1000 millones “para hacer alcantarillas. ¿El Estado necesitaba eso? Había un grupo de funcionarios que iban vendiendo las obras por los municipios y las provincias. Así, la obra pública era un mecanismo de corrupción y sometimiento político. Hacía falta decisión para eliminar todo eso de un saque. Y Javier Milei lo hizo”.
Sturzenegger destacó la intensidad y la obsesión que el Presidente tiene sobre el equilibrio fiscal. “Y eso que trabajé con Mingo”, dijo en relación al ex ministro de Economía Cavallo, presidente honorario de la Fundación Mediterránea, que lo escuchaba desde la mesa principal. También el hecho de que elogie en público a los ministros, algo infrecuente en los presidentes y, en particular, “la coherencia ideológica” del gabinete que armó.
Para graficar la profundidad del ajuste fiscal actual, Sturzenegger señaló que en un relevamiento que abarcó 200 países de todo el mundo en los últimos 70 años solo hay 34 casos de baja del gasto en 30% en un año. “Todos esos casos fueron de países que atravesaron una guerra. El único caso de un presidente que ha logrado un ajuste de esa magnitud sin esa situación es Javier Milei. Y lo hizo con el convencimiento de que cada peso que el estado gasta de más lo pone siempre lo pone el sector privado”.
El funcionario afirmó que “la mejor manera de promover la actividad económica es bajar el gasto público y tener equilibrio fiscal. Todo eso lo lograron el ministro Caputo y el presidente Milei en un mes. Insólito. Nadie lo hubiera creído si hablábamos de esto en noviembre del año pasado.”
“¿Ustedes se piensan que (Eduardo) Belliboni se levantó un día y dijo ‘no le hago más piquetes a Javier’? No, no fue así. Fue la valentía de la ministra Sandra Pettovello que se animó a desactivar esa bomba. Y eso nos devolvió la libertad de circular por el país”, señaló.
Explicó que “la Argentina acumuló capas geológicas de regulaciones por lo que esperamos la colaboración de los empresarios para desarmarlas”. Dijo que el objetivo de su cartera es “la desregulación para incrementar la competencia, no el lobby”, por lo que espera que cada sector económico, en lugar de pedir beneficios o políticas sectoriales, señale cuáles son las regulaciones que le impiden competir adecuadamente o que traban su actividad.
En ese sentido repitió dos veces ante su auditorio de hombres y mujeres de negocios que la Argentina ha sido gobernada durante décadas por la influencia del “Triángulo de las Bermudas: la casta sindical, la casta empresaria y un gran gestor de las castas que es el partido peronista, que es el gran partido conservador de la Argentina. Ha sido históricamente el gestor del statu quo y de lo que Milei llama el modelo empobrecedor”.
“Si algo caracteriza a este gobierno es la palabra gestión”, enfatizó.
Sturzenegger disertó en un almuerzo organizado por la Fundación Mediterránea llevado a cabo en el Hotel Alvear, con la presencia de numerosos empresarios y dirigentes como Roberto Urquía, de AGD, Sebastián Bagó, vicepresidente de la Fundación, Marcelo Figueras, de Laboratorios Richmond, el presidente del Banco Nación, Daniel Tillard, el ex gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez y la presidenta de la Unión de ART, Mara Bettiol, entre muchos otros
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