En su mensaje a la Asamblea Legislativa del 1° de marzo, cuando inauguró el último período de sesiones ordinarias, el presidente Javier Milei se pronunció en forma contundente a favor de una ley de ficha limpia para que ninguna persona condenada por corrupción en segunda instancia pudiera presentarse como candidata en elecciones nacionales. Pero desde hace algunas semanas, a medida que esa iniciativa con fuerte apoyo ciudadano avanzaba en la Cámara de Diputados con el impulso del macrismo y de no pocos legisladores de la fuerza gobernante, el primer mandatario comenzó a manifestar sus dudas sobre la conveniencia de su sanción. Lo reconoció, aunque a regañadientes, el propio jefe de Gabinete, Guillermo Francos, al sugerir que, con la aprobación de la ficha limpia, se iba a generar una “sensación de proscripción” de Cristina Kirchner y que el oficialismo no estaba dispuesto a regalarle al kirchnerismo la épica de la proscripción que se remonta a tiempos del general Perón.
Hay quienes creen, especialmente en la oposición, que a Milei “le calentaron la cabeza” sus estrategas políticos más cercanos, con Santiago Caputo en primer plano, sobre la necesidad de archivar el proyecto de ficha limpia para no impedir que Cristina Kirchner estuviera en la vereda de enfrente como candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires en los comicios de 2025. Para ese grupo, la expresidenta de la Nación es la enemiga perfecta. Hacer lo contrario, según suponen algunos dirigentes mileístas, solo contribuiría al éxito de la estrategia de victimización de Cristina y a la probable unificación del peronismo.
No hace mucho, el Presidente había expresado que le encantaría ponerle el último clavo al ataúd del kirchnerismo “con Cristina adentro”. Si bien no se arrepintió de esa frase, su mesa chica se replanteó esa idea para que quede claro que lo mejor para La Libertad Avanza sería sepultar a la líder del kirchnerismo en las urnas y no en un escritorio. De distintas maneras, fijaron esa posición la diputada Emilia Orozco, quien sostuvo que “quienes tienen el poder para proscribirla son los ciudadanos” y el militante e influencer Daniel Parisini, más conocido en las redes sociales como el “gordo Dan”, quien afirmó: “Qué la puta gente decida. Y no que un juez de turno, que no sabés de qué lado juega y a qué intereses responde, pueda decidir el destino entero de una nación”. Este último ofreció otro argumento en contra de la ficha limpia que sorprendió a muchos: “En Estados Unidos, con ficha limpia, Trump no hubiera podido competir”.
Las burdas simplificaciones de la realidad para justificar lo injustificable también estuvieron en boca de Francos, quien sugirió que la frustrada ley de ficha limpia hubiera podido ser objetada por la Justicia. Esta explicación, escuchada también en otras voces del mileísmo, apunta a que esa norma, de ser sancionada, solo podría ser aplicada para condenas en doble instancia acontecidas de ahora en adelante y con efecto retroactivo. Quienes eso sostienen solo están confundiendo una ley electoral con el principio de irretroactividad de una ley penal.
Sorprende que tantos dirigentes de La Libertad Avanza se estén dejando psicopatear por la estrategia de victimización que ya está llevando a cabo la propia Cristina Kirchner y que asuman prácticamente como propio el relato de la expresidenta sobre su presunta persecución política, mediática y judicial o de su fiel servidor Oscar Parrilli, quien consideró que “con la ficha limpia están ensuciando la democracia”. Es preciso reiterarlo: no estamos ante una perseguida ni ante una proscripta; tan solo, frente a una funcionaria corrupta.
Claro que detrás de los en muchos casos inverosímiles argumentos esgrimidos desde el oficialismo para no acompañar el proyecto de ficha limpia, sobrevuela la hipótesis de que no solo Milei y sus acólitos quieren competir contra Cristina Kirchner porque están convencidos de que le ganarían en las urnas, sino que también creen que la presencia de la expresidenta en la próxima contienda electoral contribuirá a partir a los electores de Pro. El miedo al retorno del kirchnerismo obraría, según esa especulación, para que la mayoría de los votantes macristas acompañe en la votación a la lista de candidatos que apadrine Milei.
Por último, aparece la hipótesis más oscura de todas: la que habla de un pacto entre el Gobierno y Cristina Kirchner, y que daría cuenta de la no disposición del mileísmo a romper lanzas prematuramente con una fuerza política que, hasta el 10 de diciembre de 2025, tendrá 33 senadores nacionales con capacidad para trabar las designaciones en la Corte Suprema de Justicia, entre otras prerrogativas. No faltan quienes, además, creen que la moneda de cambio por la no sanción de la ficha limpia que clausuraría una candidatura de Cristina sería el apoyo del kirchnerismo a la reforma electoral que impulsa el gobierno nacional y que contempla la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), una decisión con la que discrepa el macrismo.
Las ocho inasistencias registradas entre los 39 diputados nacionales de La Libertad Avanza y el fracaso de la sesión que debía tratar la ficha limpia han significado un costo político para el Gobierno. El tiempo dirá si es grande o absolutamente menor. Pero que el Presidente sintió el impacto del malhumor social que provocó lo muestra la propia actitud del primer mandatario de c omunicarse con la principal inspiradora del proyecto, la diputada de Pro Silvina Lospinnato, con quien se comprometió a trabajar en un nuevo proyecto de ley de ficha limpia. La aclaración de portavoces gubernamentales de que esta vez se tratará de “un proyecto mejor redactado” y “sin persecuciones políticas” solo genera más confusión: ¿por qué el oficialismo esperó, entonces, tanto tiempo para hacer públicas sus sugerencias tendientes a perfeccionar un proyecto que había sido acompañado en las respectivas comisiones legislativas por La Libertad Avanza?
No se descarta que, para sembrar aún más confusión, el oficialismo impulse en breve otra norma, tendiente a terminar con el cupo femenino en las listas de candidatos a cargos electivos, de modo que solo la idoneidad sea el criterio para nominar postulantes.
Los expertos aconsejan no modificar las reglas de juego electorales en vísperas de una inminente contienda electoral. Al hecho de que ningún sistema electoral es perfecto ni completamente inocente, se suma la necesidad de que todo proceso de reforma de un componente tan esencial del sistema democrático sea el fruto de amplios consensos políticos y de un profundo debate legislativo para que reúna la necesaria legitimidad.
Tanto el gobierno de Milei como los diputados desaprovecharon una oportunidad para avanzar hacia una reforma que hace al sentido común. Con el fracaso del tratamiento de la ficha limpia, la mayoría de los miembros de la Cámara baja no hicieron más que consagrar indirectamente la posibilidad de que cualquier delincuente con condena judicial confirmada en segunda instancia pueda seguir presentándose como candidato a un cargo electivo.