En el mes de febrero, Gerardo Romano realizaba temporada teatral en Mar del Plata cuando se supo que había sido internado. Al ser dado de alta reveló que padecía la enfermedad de Parkinson. La misma que afecta a otras figuras como como Javier Lombardo o Michael J. Fox y ataca el sistema nervioso.
Invitado al programa de Jey Mammón y sin dramatizar contó cómo transita su enfermedad. El conductor le preguntó en qué le cambió la vida el Parkinson. El actor primero aclaró que no tenía “ningún problema” en hablar de lo que vivía para luego reflexionar: “Valoro más… Me enojo menos… Como el final se acorta porque uno tiene pensado una expectativa de vida y de repente te pasa esto”.
“Te va a pasar lo mismo, pero más rápido, te queda menos. Esto te produce un dolor psíquico y cómo venís en el partido pesa definitivamente. Cuanto mejor vengas, mejor podés transitar el devenir de lo que te pueda quedar. Te volvés más solidario”, siguió Romano.
Pese al diagnóstico, Romano se encuentra en plena actividad. “Empiezo a grabar En el barro que es el spin-off de El marginal y pienso tengo 78 años, voy a ser este personaje, con esa productora, y con ese elenco. Con Rita Cortese, con Cecilia Rosetto, qué actrices”, para cerrar con humor “tengo miedo que me caguen a trompadas”.
Ya desde el comienzo Romano mostró un envidiable estado físico. Jey lo desafió a realizar “lagartijas”, un ejercicio físico que consiste en posición inclinada y recostado hacia abajo, levantar el cuerpo únicamente con los brazos para bajar de nuevo al suelo. El actor aceptó el reto y sorprendió con 22 flexiones. En otro momento del programa contó como cuida su físico. Almuerza siempre pescado con puré y realiza mucho ejercicio: “El cuerpo es tu casa y hay que cuidarlo para estar mejor preparados”, explicó.
También hubo tiempo para anécdotas no tan conocidas. Romano recordó la época donde trabajó de policía, le tocó participar de un tiroteo pero se olvidó el arma reglamentaria. “Iba a un entrenamiento de rugby cuando llegué a Cabildo y Paroissien, un policía -que en esa época dirigían el tránsito-, estaba con la pistola en la mano y le tira a un auto. El auto arranca, lo miré al policía desde el semáforo y me salió decirle ‘vení que soy cana’. Subió corriendo el auto. Anduvimos por Cabildo, los delincuentes doblaron hacia el río a la derecha, yo doblé detrás. En un momento pararon, sacaron las armas y tiraron”.
Romano reconoció que lejos de sentirse un héroe al ver que disparaban “me cagué todo”. Con el policía salen del auto pero “cuando empiezo a buscar la pistola debajo del asiento la 45, no la encuentro. Me doy cuenta que me la había olvidado en casa y si querés estar en un tiroteo es un detalle fundamental tener una pistola”, cerró con humor. El episodio terminó con él en una comisaria haciendo la denuncia de lo sucedido y con el comisario diciéndole “usted es pelotudo”, pero seguramente sin el talento de Romano para insultar.
Como policía el actor contó que fue custodio de Arturo Illia, presidente constitucional y de Juan Carlos Ongania Onganía, que llegó por un golpe de estado. Al primero lo recuerda como “un divino, un radical un tipo honesto, muy transparente, muy trabajador. El único presidente que conocí que se quedaba los sábados y los domingos en la Rosada a trabajar”. Remarcó que “había que estar en la Casa Rosada un día feriado, un sábado y domingo. Un sitio lúgubre que sin las luces prendidas sin el bullicio no es muy agradable”.
En uno de esos fines de semana a Romano le tocó trabajar. Con otro oficial fueron hasta el lugar que Illia usaba como dormitorio y entonces vieron al presidente “canoso, con su pelo largo muy frondoso un canoso. Se estaba levantando y tenía esos calzoncillos celestes” . Y entonces vieron al entonces Presidente no solo en paños menores sino “con el codo apoyado en el fémur y un huevo colgando. Era uno solo que se le escaba el otro estaba metido en el calzón”.