Golpeado por resultados de 2025: El repliegue táctico de Maximiliano Pullaro

Golpeado por resultados de 2025: El repliegue táctico de Maximiliano Pullaro
Golpeado por resultados de 2025: El repliegue táctico de Maximiliano Pullaro

Hay decisiones políticas que hablan más que un discurso. Y la de Maximiliano Pullaro, en este cierre de 2025, es una de ellas. El gobernador de Santa Fe decidió dejar pasar —por tercera vez consecutiva— la propuesta de sus propios correligionarios para asumir la conducción nacional de la UCR. No es un gesto menor. Tampoco es modestia. Es cálculo. Cálculo político puro.

Porque Pullaro, que este año sintió por primera vez el golpe seco de perder elecciones, no quiere volver a exponerse. No quiere arriesgar su cara, ni su capital político, en un año que lo trató con menos amabilidad que en 2023. Y lo sabe.

Los números no mienten: en la elección de convencionales, donde encabezó, el oficialismo perdió más de la mitad de los votos que había logrado en 2023. El único triunfo que pudo mostrar llegó con sabor a poco. El resto de las apuestas perdió todas. Ese registro —que él leyó en frío— es lo que le marcó el límite.

Frente a ese escenario, aceptar la presidencia del Comité Nacional radical justo ahora, en diciembre, cuando el partido atraviesa una crisis histórica, era meterse en una tormenta sin paraguas. La UCR está por renovar sus autoridades nacionales en medio de su peor retroceso legislativo en décadas, con apenas seis diputados propios y una discusión existencial sobre qué hacer frente al mileísmo. Es un incendio en cámara lenta. Y Pullaro no quiere ser el bombero que llegue al incendio justo cuando no hay agua.

Prefiere observar desde un costado. Incidir, sí; protagonizar, no. Por eso dejó que la conducción provincial siga su curso natural y que Felipe Michlig, continúe al frente del Comité Santa Fe. Es otro dato: Pullaro sostiene su estructura, pero sin mostrarla demasiado.

De hecho, hoy prefiere operar sin estridencias. Elige trabajar en las sombras, en los apoyos, en los equilibrios finos. Incluso en terrenos donde pocos se animan a jugar abiertamente: como en las elecciones de Newell’s Old Boys, donde respalda al concejal electo de Alvear, su correligionario “Nacho” Boero. Una jugada audaz, pero difícil: Boero compite contra Cristian D’Amico, el candidato que juega con el aval del propio “Chiqui” Tapia, Presidente de la AFA.Pullaro sabe que esa batalla no es sencilla, pero igual pone la ficha. Porque también ahí se juega parte de su mapa de poder territorial.

Algunos lo leen como prudencia. Otros, como repliegue. Pero casi con seguridad es una estrategia de supervivencia política tras un año esquivo. Pullaro no quiere seguir perdiendo. Ni en convencionales. Ni en internas. Ni en instituciones partidarias. Ni en clubes.

Además luego del balance electoral donde los protagonistas fueron el Peronismo reciclado y La Libertad Avanza, quedó la sensación de que se viene dos años difíciles, en los que si no revierte esquemas de gestión y mueve fichas en su equipo, la caida sera sin atenuantes. 

La apuesta es clara: consolidar Santa Fe, evitar exposición nacional, y llegar a 2026 más entero que hoy.
No es miedo. Es método.

Y, guste o no, es una jugada que define el tono político del radicalismo santafesino frente a un partido nacional que llega a fin de año desgastado, fragmentado y sin una brújula clara.

Pullaro eligió no quedar atrapado en ese laberinto. Eligió postergar el centro de la escena. Y eligió —como vienen eligiendo los dirigentes que sobreviven a las crisis— guardarse para un momento mejor.