Un trotamundos. Nació hace 59 años en Cafferata, provincia de Santa Fe, pero recién se le dio la chance dirigir por segunda vez en el fútbol argentino hace once meses. Gustavo Quinteros es un DT reconocido que, antes de tener su oportunidad en Vélez, condujo a Blooming, de Bolivia (dos veces), San Martín de San Juan, Bolívar y Oriente Petrolero (ambos de Bolivia), Emelec de Ecuador, Al Nassr, de Arabia Saudita, Al Wasl, de Emiratos Árabes, Universidad Católica de Chile, Tijuana de México y Colo Colo de Chile. En su recorrido, también dirigió las selecciones de Bolivia y Ecuador. Antes de arribar a Liniers, ganó 12 títulos, cuatro de ellos con el Cacique, en suelo trasandino. Estuvo dos veces cerca de dirigir a Newell’s, donde jugó en las inferiores, pero no se le dio. Y en el momento menos pensado, le tocó nuevamente regresar a la Argentina y ser el líder de un Vélez que no sólo fue campeón, sino que además recibió el reconocimiento unánime del fútbol argentino.
Quinteros es el DT del año. Gustavo Costas hizo algo gigante con Racing, llevándolo a ganar un título internacional luego de 36 años; el Kily González ganó su propio campeonato con el modesto Unión (sin refuerzos pero peleando con uñas y dientes en todas las canchas) y Eduardo Domínguez también hizo un buen trabajo en Estudiantes; ni que hablar lo de Omar de Felippe con Central Córdoba de Santiago del Estero, pero lo del técnico del Fortín fue sensacional desde la cantidad de puntos durante todo el año, desde la forma de conducir y cómo hizo jugar al equipo. ¡Qué injusto hubiera sido que el equipo que mejor jugó en 2024 no se consagre en una de las tres finales que disputó!
“Es un mérito de los jugadores la campaña. El 80% de estos chicos pelearon el año pasado por no descender y ahora son campeones. Nos apagamos un poco por el desgaste y la cantidad de partidos, pero pudimos haber hecho una diferencia mayor”, dijo Quinteros tras el partido. Y agregó: “Estamos muy felices, hicimos una gran temporada y había que coronarlo con un título”.
Es un fanático del asado, por tradición argentina, pero también de los mariscos y de la cocina peruana, la que descubrió por Grace García, su mujer. Tiene debilidad por sus hijos Sebastián, Nicole, Rodrigo y Gonzalo. Cada enseñanza a un juvenil de Vélez es como si lo hiciera en su casa: “Para ellos quiero lo mejor, siempre les manifesté que el estudio es importante. Que se perfeccionen es la herramienta más valiosa que les podremos dejar para que se desarrollen como personas y profesionales en el futuro. Yo recuerdo cuando estudié Farmacia y Bioquímica a la Universidad Nacional de Rosario, fue una época hermosa de mi juventud, aunque la pelota me tiraba mucho más”, le dijo a LA NACION en una entrevista a fines de 2015, mientras era DT de Ecuador.
EN LO MAS ALTO.
ACÁ ESTAMOS DE NUEVO.SOMOS CAMPEONES. pic.twitter.com/hW57Ldf59U
— Vélez Sarsfield (@Velez) December 16, 2024
Y agregó: “Tuve la fortuna de llegar, pero no me preparé para otra cosa en ese momento y uno nunca sabe si en verdad será futbolista profesional o quedará relegado. De esos años tampoco me olvido del sacrificio: vivía en la pensión de Newell’s, donde hacía las divisiones inferiores. No era como ahora, cuando los juveniles tienen comodidades. Nosotros a veces no teníamos comida. Esas experiencias son las que intento transmitirles a mis hijos y también a los jugadores jóvenes que vamos citando para que vayan conociendo cómo trabajamos”.
Vélez ganó la tabla anual, perdió la final de la Copa de la Liga ante Estudiantes por penales, pero levantó la cabeza y siguió adelante con el mismo plantel que se había salvado del descenso y con pequeños retoques. Así se consagró en la Liga Profesional en una última fecha apasionante, así llegó a la final de la Copa Argentina (eliminó a Boca en las semifinales en un épico 4-3 en Córdoba). “Sería maravilloso”. Cuando le consultaban a Gustavo Quinteros qué significaría para él ser campeón con Vélez, la primera respuesta que dio fue esa: “Sería maravilloso”.
Vélez logró sobreponerse a todo, a las injusticias por fallos arbitrajes y también al desproporcionado manejo del calendario, ecuación con la que el fútbol argentino decidió perjudicar al mejor equipo, al que peleó todas las instancias: “El resultado golpea mucho porque no merecíamos perderlo y nos pusieron dos finales tan seguidas, eso perjudicó a Vélez y esperemos que no vuelva a suceder. Creo que no es justo. Este partido se tendría que haber jugado después del domingo, porque lo más importante es la Liga y nos meten una final antes cuando nosotros hace poquito jugamos para pasar a la final y el rival hace un mes estaba clasificado. Jugamos cuatro partidos en 11 días. No hay buena planificación”, dijo luego de caer en la final de la Copa Argentina ante Central Córdoba de Santiago del Estero. Y tuvo el merecido desahogo este domingo ante Huracán, en Liniers.
Lo mejor de Vélez en la “final” ante Huracán
En marzo de 2019, le preguntaron qué era más complejo, si dirigir una selección o un club y respondió en declaraciones al diario La Capital, de Rosario, en la previa de un Central vs. Universidad Católica, por la Copa Libertadores: “Es mucho mejor para un entrenador poder mostrar un trabajo en un club y no en una selección. Cuando estás en un club el equipo al final de la temporada tiene que jugar como el entrenador quiere, más allá de hay clubes que no tienen presupuestos para incorporar. Yo prefiero estar en el día a día, corregir todas las semanas y tener a los jugadores siempre. La selección es mucho más difícil porque tenés que rezar para que los jugadores estén siempre bien, en actividad. Un técnico en una selección necesita entre cuatro o cinco años para que se vea un buen funcionamiento. Le pasó a Martino en Paraguay, a Tabárez en Uruguay, a Bielsa y Sampaoli en Chile”.
Esta campaña de Vélez lo encontró activo de principio a fin. Tuvo que gestionar un vestuario que venía de salvarse del descenso de la mano del Gallego Méndez para llevarlo arriba, transformarlo en un equipo que pelee por la vuelta olímpica: “Uno como entrenador, más allá de que hay un psicólogo en el club, debe motivar a los jugadores al margen de los análisis y los rivales, y de lo que tenemos que hacer desde el juego en el campo. Existe una motivación extra, buscamos palabras o motivos para que ellos crean: para ellos, ganar un título para Vélez Sarsfield, para los chicos del club es tocar el cielo con las manos, es el club donde se formaron. Y para la gente que vino a Vélez también, aprendieron a querer mucho a este club, que les da todo para que ellos rindan al máximo deportivamente. No tengo dudas de que ellos sienten ese compromiso. Y la búsqueda fue no pensar en los demás, sino enfocarnos en lo que éramos capaces de hacer nosotros como equipo”.
No bien asumió en Vélez, en enero de 2024, había dicho: “Siento mucha ilusión, mucha motivación. Es un club grande que tiene historia y fue campeón del mundo. Es un club que da la posibilidad de trabajar, formar un equipo competitivo y estar arriba siempre. Conozco el paladar futbolístico de la gente de Vélez y no tengo dudas de que coincidimos en tratar de tener un equipo protagonista para que la gente disfrute un buen fútbol”. El hincha, más allá de los incidentes en Santa Fe, se sintió representado por el juego del equipo.
Agustín Bouzat, que lo conoce por haberlo dirigido también en Colo Colo y que lo utiliza en varios puestos, define a Quinteros como DT: “Tiene una personalidad ganadora. No deja que ningún jugador se relaje. Busca ganar, se enfoca en el objetivo y busca ganar a toda costa. Y le gusta trabajar a full, sin bajar la guardia. Esa constancia y esa actitud ganadora fue la que el equipo absorbió para llegar a esta situación”.
Quinteros ganó el bicampeonato con Emelec en 2014 y entró en la historia del fútbol ecuatoriano. Sólo seis técnicos se habían consagrado dos años consecutivos en ese país. Pero con un detalle: aunque fue el tercer bicampeonato en su historia, fue la primera vez que Emelec sumó dos títulos seguidos con el mismo entrenador. Quinteros, al igual que en 2013, redondeó una gran temporada, en la que consiguió un 70% de efectividad gracias a 28 triunfos, ocho empates y 10 derrotas en 46 partidos. Y además, en la final venció al rival de siempre: Barcelona. “Esto es histórico, es algo que no había pasado nunca; una final entre Emelec y Barcelona. Van a pasar los días, los meses y los años, y nos daremos cuenta de que conseguimos algo grande. Esto no va a volver a pasar en 40 años”, había dicho el hoy DT de Vélez. Eso le significó el salto al seleccionado ecuatoriano.
“Vélez demostró a lo largo de toda la temporada fortalezas que la mayoría de las veces merecimos ganar los partidos”, afirma. Aunque tiene momentos en los que se enoja (y mucho) usa por lo general un tono pausado para explicarles a los jugadores por qué toma cada decisión, ya sea en un entrenamiento o en plena competencia. Y recurre a los chicles durante los partidos o en las previas de las conferencias de prensa, aunque no tanto como Carlo Ancelotti.
“Nosotros en la Copa (Argentina) jugamos contra San Lorenzo, Independiente, Boca, contra equipos grandes. Y del otro lado fue distinto, ¿no? Se siente la presión de ganar un título pero fue un gran mérito de los jugadores ese partido con Boca, porque en ese lapso de 15 minutos que pasamos a perderlo… No lo podíamos creer, no entendíamos por qué… Pero los jugadores lo ganaron”, los elogió. Incluso ganando, apuntó contra un calendario apretado que genera lesiones en los futbolistas. Lo dijo antes de jugar la final ante Central Córdoba.
Quinteros es un todoterreno que también fue piloto de tormentas. Le tocó más que nunca en esta última semana, previo a la “final” con Huracán. Y en febrero de este año, había generado mucho ruido en Vélez una dura derrota sufrida ante River por 0-5. Quinteros incluso había sido muy crítico en la conferencia de prensa del Monumental: “Es un resultado que da vergüenza, como entrenador me da vergüenza. No esperaba nunca una actuación, en el primer tiempo, de tanta fragilidad en la marca, dejar tan libres a los rivales en el área, regalamos dos goles de pelota parada, otro gol tocando para atrás. Un equipo muy frágil defensivamente. Perdimos casi todos los duelos, River fue superior en todo momento”. El equipo no estaba mal, pero evidentemente sintió el cimbronazo. ¿Cómo hicieron para que esas declaraciones no quiebren al grupo? “Lo hablamos con los jugadores, fue una derrota que nos molestó a todos. Y dijimos: ‘O de esta salimos todos juntos y tirando para adelante, o nos dividimos’. Y elegimos lo primero”, reconoció Valentín Gómez, un central con tanto futuro como presente. Y Quinteros agregó: “Las adversidades nos unieron más”.
No fue el único incidente que debió resolver en todo este camino. Durante el empate con River 1-1, otra vez en el Monumental, Quinteros tuvo cruces con dos futbolistas cuando los reemplazó. Claudio Aquino y Elías Gómez. El exlateral de Argentinos quedó tomado por las cámaras insultando al DT: “Si hubo una falta de respeto, habrá un castigo deportivo. No se tenga dudas. El que sale, tiene que mantener aceptar el hecho. Si hay una falta de respeto, habrá un castigo deportivo”, repitió el conductor, que lo sacó por tres partidos. Pero el grupo aceptó la sanción y Elías Gómez volvió a ser titular.
Aquino agregó: “Es un enojo. Tengo que dar el ejemplo, por eso pedí disculpas en el vestuario, no lo hablé ni con el Chavo (Desábato, el asistente de Quinteros) ni con el entrenador, lo del insulto fue al aire. Tenemos la confianza con el entrenador”. Y sumó Thiago Fernández, que se lesionó en el tramo final del año: “En el vestuario hablaron todos y quedó aclarado. Eso habla de nosotros, los problemas se arreglan adentro del vestuario”.
Quinteros ahora contempla su magnífica obra. “Estuve 18 años trabajando afuera y mi sueño era llegar a un club grande como Vélez, con una gran infraestructura, con todas las herramientas necesarias para trabajar bien. Me encantaría seguir, pero ojalá podamos clasificarnos a la Copa Libertadores. El proyecto tiene que ser ambicioso. La idea de juego les gusta a todos y eso es importante también”, decía Quinteros mientras daba sus primeros pasos en Vélez. Antes que lo saquen en andas por la muy merecida vuelta olímpica.