La siembra de maíz que comienza en las próximas semanas en la región central del país enfrenta dos amenazas que lo pueden hacer tambalear: el riesgo de ataques de la chicharrita y la humedad escasa para la implantación.
Respecto de la chicharrita comienzan a vislumbrarse tres actitudes. La más refractaria será la que tomarán muchos productores, que dejarán de lado los lotes dudosos, de mediana fertilidad, y los reorientarán a girasol, soja o sorgo. En esta categoría también podrían entrar los lotes alquilados por algunos pools.
La intermedia podrá darse en campos mixtos, donde se sembrará temprano en las lomas agrícolas, para mantener la posibilidad de utilizar el grano para alimentación animal.
Y la tercera opción es la que va a tomar el productor Juan Balbín, que anticipa: “Si llueve en las próximas semanas voy a ir a maíz de primera”. Para los cultivos de segunda resolverá su inclusión o no “de acuerdo con los recuentos de población de chicharrita que se vayan conociendo”.
Más allá de estas conductas empresarias que comienzan a delinearse, hay consenso en que el área sembrada con maíz va a sufrir un desflecado, sobre todo en los cultivos tardíos.
Estrategias defensivas
“Todavía tenemos mucho que aprender de la fisiología y del control de la chicharrita. Por ahora no se ve en los lotes, pero puede reaparecer rápidamente luego de las heladas, gracias a su gran capacidad de vuelo”, alerta Balbin.
Respecto de los lotes con suelos fríos y con humedad escasa, “la estrategia de siembra debería ser defensiva”, aconseja un técnico experimentado. En siembras tempranas será conveniente agregar barrerrastrojos a la sembradora para elevar rápido la temperatura del suelo y acelerar la germinación.
El profesional recuerda que para iniciar la implantación este cultivo se deben medir 12°C o más durante tres días seguidos a la profundidad de siembra, que puede ser mayor que otros años buscando la humedad. Otra medida defensiva podría ser disminuir la densidad de siembra apelando a la capacidad de adaptación de los híbridos Flex y de los que son capaces de generar una segunda espiga si las condiciones mejoran más adelante.
La tercera estrategia sería una fertilización nitrogenada dividida en función de las lluvias a lo largo del ciclo del cultivo, que puede instrumentarse de forma fraccionada hasta el estadio V12.