Otra marca internacional aterrizará en la Argentina. En este caso, se trata de una vuelta. La brasileña Penalty, históricamente conocida por sus pelotas y botines de fútbol, retomará su actividad en el país, suspendida completamente -productiva y comercial- en el último trimestre de 2023 por la incertidumbre política que magnificaba las complejidades económicas que tenía en ese momento el país.
Roberto Estefano, presidente de Cambuci, la fabricante de Penalty, anunció que su empresa volverá a estar totalmente operativa en la Argentina en los próximos años. “La Argentina es un país impresionante, con cerca de 44 personas que son apasionadas por los deportes”, declaró el empresario, segunda generación de la familia fundadora de la empresa y co-creador, con sus hermanos, de la popular etiqueta, en los ’70.
Estefano brindó un testimonio a la agencia Reuters, en el que develó que, recientemente, se había asegurado un acuerdo de cinco años con un distribuidor para el mercado argentino. Así, reducirá su exposición a una cancha en la que perdió, y por goleada, la última vez que jugó.
Penalty había llegado a la Argentina a mediados de los ’90. Proveedor del San Pablo de Telé Santana, campeón de las copas Libertadores e Intercontinental de 1992, en 1994 empezó a vestir a San Lorenzo de Almagro y su logo lució en la camiseta azulgrana que obtuvo el Apertura 1995, primer campeonato que el equipo de Boedo ganó en 20 años. Luego, se sumarían Rosario Central, Talleres de Córdoba, Chacarita y Nueva Chicago, entre otros clubes.
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Otros tiempos: Nicolás Otamendi, de Vélez, cubre la pelota contra “Tito” Ramírez, de Racing, en 2009, cuando Penalty vestía a ambos equipos.
Sin embargo, su gran carta de presentación fue el contrato con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para hacer la pelota con la que se jugaron los campeonatos oficiales. Los distintos modelos de balones de Penalty -algunos, de diseño tan innovador como criticado por los futbolistas- se usaron entre 1996 y 2004. También fue la pelota oficial de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). En esos años, se usó en la Copa América, la Libertadores -como las que conquistó el Boca de Carlos Bianchi en 2000 y 2001- y las precursoras de la actual Sudamericana: Supercopa, Mercosur y Conmebol.
Desde 2004, Penalty permaneció en la Argentina vistiendo sólo a equipos, entre ellos, Racing, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Banfield y el Vélez campeón del Clausura 2009.
La apertura comercial que hubo desde 2016 la llevaron a cerrar sus plantas en Florencio Varela y, desde diciembre de 2018, abastecer el mercado local de productos fabricados, principalmente, en Brasil.
A fines de 2021, en pleno éxodo de empresas de la Argentina, Cambuci retomó un audaz plan de volver a fabricar en la Argentina. Anunció la producción inicial de 15.000 pares mensuales de botines, junto con la reactivación de la confección de indumentaria. Para el calzado, había llegado a un acuerdo con Bicontinentar, la empresa que compró la ex planta de la también brasileña Paquetá en Chivilcoy. Para ropa y componentes de suelas y capelladas, recurrió a otras dos instalaciones, ubicadas en en Agronomía y Olivos.
“Nuestro retorno es apostando a la industria nacional y generando mano de obra y puestos de trabajo, tanto en la industria como así también en los comercios de todo el país”, dijo en ese momento el presidente de Penalty Argentina, Emerson Shiromaru. Penalty mantenía en el país una cartera de 800 clientes activos (mayoristas y minoristas). En ese entonces, reconoció el retorno como un gol del Pichichi, Daniel Scioli, quien ocupaba la Embajada argentina en Brasil.
Poco más de dos años después, Cambuci decidió el cierre de su operación en la Argentina. Fue en octubre de 2023, días antes de las elecciones presidenciales que llevaron a Sergio Massa y Javier Milei al ballotage. En el medio, Penalty no pudo jugar contra la cancha inclinada que significó la restricción para importar insumos y el endurecimiento continuo del cepo para los pagos en el exterior, que llevó a situaciones insólitas, como que en 2022, año de Mundial, no se consiguiesen botines de fútbol -prácticamente, de ninguna marca- en las casas de deportes.
“El mercado de la Argentina es enorme y tiene un déficit en la línea de productos que atendemos. Daría para facturar u$s 50 millones, u$s 60 millones tranquilamente”, declaró el año pasado Estefano al portal brasileño Neo Feed.
El cierre de la operación se ejecutó no más de 90 días. Cambuci, que cotiza en la Bolsa de San Pablo, asumió un perjuicio de 18 millones de reales (u$s 3,5 millones de ese momento).
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El entonces presidente de Penalty Argentina, Emerson Shiromaru, con Daniel Scioli, quien como embajador argentino en Brasil contribuyó al retorno de la marca con producción local en 2021.
“¿Cómo podía producir todo un mes para recibir el pago en 180 días? Tenía que aportar un capital de trabajo monstruoso y sin saber cuándo conseguiríamos recibir el dinero”, explicó Estefano. En esa entrevista, ya había contado que, si bien la operación estaba cerrada, la sociedad local continuaba activa en un estudio contable. Con estabilidad política y económica, que facilite la inversión extranjera, podría reabrirla en 30 días, comentó.
En 2023, los ingresos consolidados de Cambuci crecieron 4,3%, a 459,2 millones de reales (cerca de u$s 95 millones). La Argentina aportó 31,6 millones (u$s 6,5 millones), un 50,7% menos que un año antes, cuando había retomado su producción en el país. La ganancia bruta de la operación argentina se derrumbó 78,9%, a poco más de 5,5 millones (u$s 1,13 millones). Tuvo una pérdida neta de 18,3 millones en el país, u$s 3,8 millones de ese momento. En 2022, había ganado 3,9 millones de reales (unos u$s 700.000 a cotización de fines de ese año).
“Durante el transcurso de 2023, la crisis económica y política en curso en la Argentina se intensificó, trayendo cada vez más inestabilidad e incertidumbre”, explicó Cambuci en el balance de ese ejercicio.
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Grandes momentos del fútbol argentino se hicieron con pelotas de Penalty, como el gol de Martín Palermo a River, en la Copa Libertadores de 2000.
“La inflación oficial, medida por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), registró un avance del 211,4% en el período y la moneda argentina sufrió una fuerte desvalorización frente al dólar. Los atrasos en las liberaciones de las licencias de importación y el plazo de pago de importaciones fijado en 180 días volvieron todavía más complejo el ambiente de negocios”, describió.
“Durante todo el año, la compañía (Penalty Argentina) buscó adecuar su estructura de costos a esa situación más adversa, a través de la reducción de personal, corte de gastos, ajuste de stocks y liquidación de deudas”, continuó.
“Durante el cuarto trimestre de 2023, con el deterioro adicional del escenario económico argentino, cuando el mercado experimentó una fuerte restricción del consumo en relación a las incertezas políticas y económicas, y con la amenaza, cada vez más real, de una maxidevaluación del peso argentino, la Administración puso en marcha un plan de suspensión temporaria de nuevas operaciones comerciales, a fin de reducir al máximo los efectos adversos adicionales”, indicó.
“Los stocks remanentes fueron facturados, las deudas fueron liquidadas y los contratos de trabajo vigentes fueron cerrados, delegando en un renombrado estudio local, miembro de un grupo que opera en 150 países, los servicios de outsourcing administrativo, contable e impositivo. Con ese movimiento, el costo de mantenimiento de la sociedad fue drásticamente reducido, hasta que el escenario político y económico se muestre más receptivo a la reactivación de las operaciones comerciales”, completó.