Esta vez, el peso de la historia jugó a favor de Boca. En casa y frente a uno de sus clásicos verdugos, el Xeneize se sobrepuso a un primer tiempo que rozó el papelón y despachó 3-2 a San Lorenzo en un partido emotivo y que dejó mucha tela para cortar. Boca y el Ciclón jugaron mezclaron titulares y suplentes en la previa de las revanchas coperas ante Cruzeiro y Atlético Mineiro, pero ofrecieron un espectáculo colorido y de trámite cambiante. Se lo llevó el equipo de Diego Martínez, que cambió silbidos por aplausos y llega confiado al compromiso en Belo Horizonte.
Ante el peor Boca en mucho tiempo, San Lorenzo jugó el mejor primer tiempo del campeonato y acumuló méritos para liquidar el pleito al cabo de la primera mitad. Los de Romagnoli, que como jugador había ganado solo dos veces en el Alberto J. Armando (Mercosur 99 y Apertura 2010), aprovechó cada falencia del desdibujado conjunto de Diego Martínez y acalló el aliento de una Bombonera a reventar con una actuación de otros tiempos, sobria y sin fisuras. El Ciclón ocupó mejor los espacios, tuvo más la pelota (68% de posesión en la primera mitad) y dominó el trámite con holgura ante un Boca irreconocible que regaló, otra vez, los primeros 45 minutos.
Boca era un espectro en la cancha y sufría ante cada aproximación del equipo de Boedo. No atacaba, no defendía, no hilvanaba una sola jugada de gol. Apático, desganado y sin tesón, y con niveles subterráneos en casi todas sus líneas (Marcos Rojo, Tomás Belmonte, Ignacio Miramón, Exequiel Zeballos), el Xeneize ofreció ventajas de principio a fin en una primera mitad para el olvido.
Marcos Rojo, que sumó 45 minutos con vistas a la revancha de este jueves ante Cruzeiro, protagonizó su peor tarde desde su llegada al club: lento, impreciso y sin reacción, cometió el penal con que San Lorenzo abrió el marcador (mano separada el cuerpo y roce leve sancionado por el VAR), se mostró frágil ante cada embestida de Vombergar, autor del primer gol. Rojo fue el punto más flojo de un Boca que padecía cada ataque del Ciclón. A los 29, Anselmino salvó la segunda caída de su valla con un cierre de antología ante Vombergar tras otra salida en falso del capitán.
Y dos minutos después, otra vez Vombergar ganó de arriba ante Rojo y tras combinar con Ceurutti quedó a mano a mano frente a Brey, que le achicó el ángulo de tiro y obligó al esvoleno a definir de manera defectuosa. Pareció penal del arquero ante el 9, aunque no hubo revisión en el campo.
La Bombonera despidió con reclamos a un Boca apático y sin atisbos de reacción. Peor no se podía jugar. Y menos ante el penúltimo del campeonato. Pero Boca parece tener siempre una vida más. Sobre todo en la Bombonera, donde ostenta una racha de 18 partidos sin derrotas. Y en especial en los segundos tiempos, en los que Boca marcó 11 de sus 14 goles en el torneo (frente a 7 de 11 sufridos en la primera mitad). Murmurado por los hinchas, y pese a la intención inicial de cuidar piernas para el compromiso en Belo Horizonte, Martínez tiró toda la carne al asador y el Xeneize demoró apenas 8 minutos en revertir el marcador. Fueron tres los cambios en el entretiempo: Luis Advíncula, Cristian Medina y Miguel Merentiel por Rojo, Zeballos y Miramón.
Romagnoli, en cambio, perdió a Tripicchio (el mejor de la primera mitad) por lesión y el ingreso de Irala desordenó por completo al medio campo del Ciclón. Advíncula encendió la Bombonera con sus guapeadas y el sacrificio innegociable de Merentiel calentó definitivamente un clásico cargado de condimentos. El destino premió a los únicos dos jugadores de Boca que se habían salvado de los murmullos. A los 4, Anselmino ganó de arriba contra Irala y Milton Giménez, que en el primer tiempo había impedido el segundo del Ciclón, dibujó una pirueta en el aire para fusilar a Altamirano a centímetros de la línea de gol. Un homenaje a Edinson Cavani, que preservado por el DT alentó a sus compañeros desde el palco.
Lo mejor del partido
San Lorenzo sintió el golpe y Boca aprovechó su momento para volver a sacar ventaja, esta vez, con complicidad del arquero del Ciclón, que volvió a dejar dudas. Un débil remate del indultado de Saracchi ingresó pidiendo permiso entre el primer palo y el brazo derecho de Altamirano. Nueve minutos y tres cambios le alcanzaron a Boca para revertir un trámite complicado y cambiar fastidio por alegría ante uno de sus rivales predilectos. Boca salió con otro espíritu, otra mentalidad, y barrió de la cancha a San Lorenzo en un clásico entretenido y con dos tiempos bien distintos.
En el final, una corrida de Merentiel tras un pase profundo de Anselmino le pusieron el moño a un celebradísimo triunfo en casa que acercó a Boca al pelotón de los punteros y apagó un foco de incendio en la previa del viaje a Brasil.