En medio del debate por la permanencia del cepo cambiario y la dificultad para sumar divisas a las reservas del Banco Central, el Gobierno transita por estas horas la necesidad de acelerar el mecanismo previsto para captar dólares a mediano y largo plazo: el Régimen de Incentivos para Grandes Inversores (RIGI).
La demora en la reglamentación, que
en la propia ley
se había autoimpuesto cumplir en 30 días, aún mantiene un espacio por completar en la presentación con la que el titular del Banco Central, Santiago Bausili, y el jefe de asesores del Presidente, Demian Reidel, buscarán seducir a inversores este fin de semana en Nueva York.
Pero sobre todo complica las chances de éxito para el ministro de Economía, Luis Caputo, que prepara la carpeta con las bondades del RIGI para llevar cuanto antes hasta Arabia Saudita, de manera de atraer la atención del fondo soberano más grande del mundo antes de que sea tarde.
Y es que según un artículo publicado por Financial Times, la era en que Arabia Saudita era percibida como una fuente de dinero fácil está llegando a su fin, porque a medida que caen los ingresos petroleros y el reino reevalúa sus prioridades, el Fondo de Inversión Pública, que maneja casi un billón de dólares, cambia su foco hacia proyectos de crecimiento interno por sobre la montaña de propuestas internacionales que le acercan empresas y gobiernos de otros países.
Presidido por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, el fondo se está centrando más en inversiones estratégicas, para las que pretende destinar 40.000 millones anuales. Entre otras, una serie de megaproyectos que incluyen el desarrollo de nuevas industrias e infraestructura para grandes eventos, con el faro puesto en el Mundial de fútbol que esperan organizar en 2034.
Así, convencerlos de que suelten los petrodólares para proyectos del otro lado del mundo, se torna cada vez más complicado. “Definitivamente no habrá inversiones globales de gran magnitud en los próximos dos o tres años”, alertó al matutino británico un ejecutivo saudí. Pero planteó algunas excepciones como la inteligencia artificial y la tecnología, un sector en el que el gobierno de Javier Milei espera posicionar a la Argentina como polo mundial. A lo que puede sumarse el interés árabe, ya expresado en su momento, por la minería y el yacimiento de Vaca Muerta, entre otros.
El Gobierno asegura que tiene el compromiso empresario de que, al menos, unos u$s 50.000 millones llegarán al país por los beneficios del RIGI. Y que hay muchos sectores interesados en que se amplíe su alcance para sumarse. Dependerá de la definición de la letra chica que las promesas se conviertan en inversiones.