La muerte de Jorge Lanata el pasado 30 de diciembre no solo dejó un vacío inmenso en el periodismo y la sociedad argentina, sino que también abrió una compleja disputa familiar en torno a su herencia. Tras haber pasado los últimos seis meses de su vida en terapia intensiva, el reconocido periodista dejó un legado que ahora deberá ser distribuido entre sus hijas, Bárbara y Lola Lanata, y su viuda, la abogada Elba Marcovecchio.
Desde el inicio de su hospitalización, comenzaron a surgir rumores sobre la falta de un testamento y las posibles tensiones entre las partes involucradas. Según la periodista Natasha Niebieskikwiat, quien habló al respecto en A la Barbarossa (Telefe), no existe un testamento ni un acuerdo prenupcial que organice los bienes del periodista. “Tampoco hay bienes gananciales importantes”, aseguró Niebieskikwiat, lo que complica aún más el proceso de sucesión.
Al no haber testamento, los bienes de Lanata deberán dividirse en tres partes iguales: una para cada hija y otra para su viuda, Elba Marcovecchio, quien, según explicó la periodista, “hereda como una hija más”. Entre los activos que se encuentran a nombre del periodista figuran su departamento en el exclusivo Palacio Estrugamou en Buenos Aires, una casa en Punta del Este y una valiosa colección de arte.
Sin embargo, existe una particularidad: el departamento del Palacio Estrugamou fue adquirido por Marcovecchio durante su matrimonio con Lanata, pero quedó estipulado como un bien exclusivo para ella gracias a un acuerdo de división de bienes que firmaron en vida.
“Ese departamento queda para Elba porque así lo solicitaron cuando se compró”, agregó Niebieskikwiat, destacando que la abogada ya había manifestado su intención de proteger el patrimonio adquirido en conjunto, particularmente en favor de sus hijos de una relación previa.
Otro tema relevante en la sucesión de Lanata es el manejo de sus derechos de autor e imagen, que podrían seguir generando ingresos. Al respecto, el abogado Mauricio D’Alessandro explicó que este tipo de derechos no siempre son reclamables por los herederos.
“Lo único que pertenece a los herederos es el honor”, enfatizó, sugiriendo que, a menos que el periodista haya cedido estos derechos a una productora o editorial antes de su muerte, no habría ingresos futuros significativos que puedan repartirse entre las partes.
Además, D’Alessandro señaló que si existieran deudas pendientes, estas se cubrirán con los bienes de Lanata antes de que se proceda con la distribución del patrimonio.
A pesar de que en vida hubo acuerdos apalabrados, la ausencia de un testamento formal y los bienes en juego hacen inevitable el juicio de sucesión. Mientras tanto, tanto las hijas de Lanata como Marcovecchio se enfrentan a este proceso en medio del duelo por la pérdida de una figura tan importante en sus vidas. Las tensiones podrían aumentar a medida que se desarrolle el litigio, especialmente si surgen discrepancias sobre cómo interpretar los acuerdos previos.