“Cuando me preguntan ¿de dónde sos?, respondo: ¡de Caballito!, claro. Fue mi zona de influencia durante mi infancia y adolescencia… hasta los 19 años que me fui de casa. Aquí conocí a Charly en el secundario del Instituto Dámaso Centeno y formamos Sui Generis”, contó a LUGARES el talentoso músico Nito Mestre, quien vivía a unas seis cuadras de García.
Coincide María del Carmen, en la vereda de enfrente a la Facultad de Filosofía y Letras: “Para mí es todo, yo nací acá, es hermoso, no lo cambio”, dijo mientras posaba la mano en su corazón. Ciertamente, “soy de Caballito” suena con cierto énfasis en la voz de los vecinos para expresar su orgullosa localía y el pasado que los une.
Mérito circunstancial, está ubicado en el preciso punto medio de la Ciudad de Buenos Aires. Martín de Gainza N° 635 es el centro geométrico y geográfico, como lo certifica la placa de bronce impuesta en el frente de esa casa: “Caballito, corazón de la Ciudad”. Así dice.
Único barrio de la Comuna 6, con 140 arterias (avenidas, calles y pasajes) y una superficie de 6,8 km2 (la cuarta en tamaño de la urbe) es habitado por poco más de 200.000 personas. Junto con Palermo son las que más crecen, según determinó el censo 2022. La avenida Rivadavia es el eje medio y su cruce con Acoyte/José María Moreno es el epicentro distrital.
En el sentido del tránsito, sus arterias límite son Ángel Gallardo (a partir de Río de Janeiro) hasta el Cid Campeador, luego Avenida San Martín hasta Juan B. Justo. Tras cuatro cuadras a la izquierda se gira por Donato Álvarez (que luego de pasar Rivadavia se llama Curapaligüe) hasta doblar en Directorio. Luego de 2 km se dobla hacia el Norte por Av. La Plata (que luego de cruzar Rivadavia es Río de Janeiro) para volver al inicio, Ángel Gallardo.
En los tiempos coloniales, aquí se dio una repartija de terrenos a funcionarios del virreinato; sin embargo, no se ocuparon. Cosa que sí hicieron cultivadores esclavos negros atendiendo quintas de frutales, así como había algunas chacras y hornos de ladrillos. Recién a mediados del siglo XIX empezó a poblarse. Para entonces, ya atendía la Pulpería Caballito.
Una identidad de dos siglos
A principios de 1800, en la zona de la esquina de Camino Real y Polvorín (luego Rivadavia y Emilio Mitre), se instalaron emprendedores genoveses: Navone, Montarchioli, Cánova, Villa… Este último, argentinizado como “Nicolás Vila”, compró el 15 de febrero de 1821 la quinta donde levantó su pulpería usando tablones de un viejo buque ballenero desguazado y puso una veleta con forma equina –que compró en una herrería– en la punta del mástil de ese barco.
En aquellos tiempos, estas postas eran como un supermercado, tenían lo necesario para la vida cotidiana, alimentos, bebidas, botas, velas, cintos, cuchillos… Rápidamente, la pulpería tuvo tanta fama como las empanadas que vendía y seguro que más de una vez sonó alguna guitarra y brotaron payadas.
La silueta del corcel se hizo sinónimo del barrio. “Voy hasta el caballito”, se decía. Aunque fue un poco nómade ya que el icono tuvo reubicaciones en fondas muy cercanas. La pieza original se conserva en el Museo Histórico de Luján, una réplica está emplazada en la terraza del Colegio Marianista (Rivadavia y Mitre) y varias casas tienen imitaciones en sus techos o tejados.
Como en el resto del país, el motor de desarrollo fue ferroviario ya que tuvo la suerte de que Floresta (ahí cerquita) fuera la terminal del Ferrocarril del Oeste, el primero del país, vías que inauguró la ilustre locomotora “La Porteña” y cuyos trenes utilizaba la aristocracia incipiente para ir a sus quintas de descanso los fines de semana.
El “verde” Club Ferro fue precisamente fundado por 95 ferroviarios, en su mayoría ingleses, en 1904 y su primer presidente fue, lógicamente, británico: William Beeston. Se enarboló como el representante futbolero con su estadio sobre avenida Avellaneda, donde otrora se jugaba al rugby. Ferro está insertado en el vecindario por su labor deportiva y educativa, por lo cual sus colores, logo y escudo abundan en carteles y muros.
También secuela de la etapa inmigratoria, los clubes aglutinaron a sus connacionales, como el Club Italiano, fundado en 1898. Tiene, desde 1910, su asiento en Rivadavia 4700, en una construcción inspirada en el neoclasicismo italiano; mientras que en su interior la ornamentación, alfombras, mobiliario e iluminación respetan esa línea.
Ha ido perdiendo parte de su amplísimo frente con locales comerciales; empero gestiona disciplinas artísticas y deportivas, incluso hay espectáculos, conferencias y eventos en su teatro, el mismo donde iban Charly y Nito a ver recitales. “¡Ahí vimos por primera vez a Los Gatos!, que en esos años usaban camisas de colores. Ah, y abrió el show el grupo sueco The Con’s Combo”, recordó divertido.
Algo similar de lo gregario de las colectividades puede decirse del Club Portugués, fundado en 1918 y con edificio propio desde 1952 en Av. Pedro Goyena 1468. Ofrece actividades recreativas, deportivas y culturales. Dato culinario: para quienes quieran probar la cocina lusa con pescados y mariscos, está el restaurante AMO, que sirve algunos platos típicos. Uno: bolinhos de bacalhau con papa, perejil y cascaritas de limón confitadas.
En la misma línea los ingleses e irlandeses
Por la referida llegada de miles de ingenieros, técnicos y operarios anglos por la cuestión ferroviaria, a partir de 1923 –gracias al respaldo financiero del Banco El Hogar Argentino– se edificaron seis manzanas de viviendas amplias y lujosas que en los años 60 las inmobiliarias denominaron (por conveniencias marketineras) como “Barrio Inglés” por su similar estilo arquitectónico Tudor con detalles italianos y franceses. El calmo bloque de cuadras está delimitado por Pedro Goyena, Valle, Emilio Mitre y Del Barco Centenera y atravesado por la calle Antonino Ferrari (quien fuera director del referido banco).
Las residencias las proyectaron el ingeniero Pedro Vinent y los arquitectos Eduardo Lanús y Coni Molina. Hay homogeneidad en varios aspectos: jardines o patios frontales, ausencia de garajes y muy cuidados frentes en calles tranquilas, angostas y arboladas. La exclusividad de este oasis se hizo turística y junto a lo típico está lo nuevo: bordean varios cafés y restaurantes, elegantes o refinados, con propuestas tentadoras para sentarse en una mesa tras el paseo.
Con semejante tendencia migratoria, hay un rincón irlandés de unos 91.000 m2 con un perímetro de 1,2 km. En este territorio se halla la inmensa Plaza Irlanda (inaugurada en 1927 en terrenos que a fines del siglo XIX pertenecían a la familia Duggan) y también el imponente edificio estilo Tudor isabelino con 15 torres e innumerables ventanales del prestigioso Colegio Santa Brígida.
Fue inaugurado en 1889 sobre Av. Gaona por la Asociación Católica Irlandesa y está cargado de historias por las distintas funciones que transitó… como las habitaciones para niñas huérfanas de antaño o los claustros de monjas. En lo educativo, es una escuela mixta y bilingüe con unos 1.500 alumnos cuyos escuditos incluyen el alegórico trébol que representa al país.
18 hectáreas fundamentales
El mayor espacio verde es el Parque Centenario con sus 12 hectáreas, un vergel legado del ilustre arquitecto, naturalista y paisajista francés Carlos Thays.
Se colma de visitantes los fines de semana en un universo de ferias de libros usados, discos, artesanías, indumentaria y antigüedades. Como si fuera poco, contiene el espectacular Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, uno de los más antiguos e influyentes de la Argentina, ya que se creó en 1812. Dado que fue construido con ese fin, es rico en ornamentaciones de flora y fauna. Adentro, sorprenden los esqueletos completos de dinosaurios. ¡Imperdible!
Es estupendo también el Anfiteatro. Caben 1.600 espectadores, tiene un grosso escenario de 18 m, foso para la orquesta, parrilla de luces, cabina de sonido e iluminación y una pantalla de proyección de 17 m.
Circundan el perímetro del Centenario el observatorio de la Asociación de Amigos de la Astronomía, el Hospital María Curie y el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, en tanto que fuera de su redondez sobresalen los hermosos edificios del Colegio y Capilla Divino Rostro, la palaciega Escuela N°17 Presidente Uriburu (recién refaccionada) y el Hospital Naval con su llamativo estilo náutico que tuvo entre sus diseñadores al arquitecto Clorindo Testa.
Por otra parte, el segundo sitio de recreo al aire libre es el Parque Rivadavia, de 6 hectáreas, también diseñado por Thays, con una gran diversidad de especies arbóreas y arbustos donde anidan distintas aves y suelen sobrevolar amenazantes chimangos, caranchos y halconcitos. Se hizo jardín público en 1928 en el solar que era una primitiva finca de la familia de don Ambrosio Plácido Lezica, de la cual queda una noria de agua con una fuente. Se destacan además los monumentos a Simón Bolívar (realizado por José Fioravanti) y Madre (de Luis Perlotti).
Atracción habitual es su reconocida y muy concurrida feria de libros, revistas y discos. Aportan a la atracción parquizada el sencillo anfiteatro para titiriteros y clowns, la pista de patinaje, una calesita, improvisados patios de tango o gym, patio de juegos, áreas para tomar sol y lugares ideales para los picnics.
Característica peculiar es la histórica movida de compra/venta o canje de filatelia y numismática donde concurren aficionados para encontrar la estampilla soñada o vender una preciada moneda. En años recientes se sumaron otros artículos relacionados con el coleccionismo, como figuritas, muñecos de personajes, autitos o juegos.
Argumentos de la identidad
El Monumento al Cid Campeador es el insoslayable punto de ubicación desde 1935. El hidalgo y guerrero castellano con su caballo Babieca –hechos en bronce sobre un pedestal de mármol traído de Burgos (España) que se eleva a 12 m– es lugar de referencia porque convergen cinco incesantes avenidas y, si don Rodrigo Díaz de Vivar pudiera girar su cabeza, vería al menos una curiosidad: siete esquinas. Aclaremos, todo muy hispánico, pero la obra escultórica es de la artista estadounidense Anna Hyatt Huntington.
A unas 12 cuadras al sur conserva su espíritu original el afamado Mercado del Progreso, frente a la plazoleta Primera Junta, que abrió sus puertas hace 135 años con una preeminencia de puesteros y trabajadores inmigrantes para vender carnes, frutas, verduras, pescados, especias, plantas. El espacio se edificó –según los dictámenes de la Revolución Industrial– con hierro, ladrillos y mármol. Cuenta con un espacio central resuelto en dos plantas, cuatro naves y dos galerías laterales, disponiendo de locales internos y comercios que dan a las veredas. Una posterior remodelación le dio ese aire art decó de su fachada, sobre todo en su cartel y el reloj.
Donde no hay visitas y solo se lo aprecia exteriormente es el fenomenal Depósito de Gravitación de Aguas, que sigue operativo, de la empresa Aysa, con 12 tanques de acero y 180 columnas de hierro importados del Reino Unido. Es una especie de palacio neo-renacentista francés de 1915 que ocupa una manzana sobre la avenida José María Moreno, calificado como Monumento Histórico Nacional. Se lo montó ahí por ser uno de los puntos más altos de la ciudad.
Renglón aparte, por su importancia académica y los miles de estudiantes que concurren, desde 1981 es foco de atención la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, llamada coloquialmente como “Puan” o “Filo”, que funciona donde antes operaba la tabacalera Nobleza Piccardo.
Y el más pintoresco emblema barrial es el tranvía. El primero empezó a circular en Buenos Aires en 1863 y los servicios cesaron una centuria después. Afortunadamente, gracias a la pasión de la Asociación Amigos del Tranvía, en 1980 se recuperaron añosas unidades que efectúan viajecitos gratis. Un imán para los chicos… y adultos.
Desde luego, está lo edilicio de la oferta educativa y una de las señeras, al lado del Parque Rivadavia, es el Normal 4 Estanislao Zeballos, construido en 1911. Llegó a ser la escuela con más alumnos del país y donde en el presente circulan unas 5.000 personas cada jornada. Casi vecina y más añeja es la Escuela N° 3 Primera Junta, de 1883, que está rodeada de jardines, árboles y ligustros preservando cierta intimidad.
Ni qué hablar del Colegio San José de Calasanz sobre la calle Senillosa 854, regida por los padres escolapios, que se fundó en 1900 y que abarca una hectárea, incluida la impactante torre de 70 m de alto de su Parroquia, concebida en estilo románico bizantino, con bellos vitrales; edificios diseñados por el arquitecto Antonio Buschiazzo que forman parte del Patrimonio Arquitectónico Argentino.
A propósito de lo religioso, son convocantes –además de valiosas sus arquitecturas– la parroquia Nuestra Señora Caacupé (frente a Parque Rivadavia), obra del arquitecto Alejandro Christophersen que atrae a muchos feligreses paraguayos y son clásicos los chipás y otros productos típicos que se venden en la puerta. Y otro caso es la admirable Basílica Nuestra Señora de los Buenos Aires, sobre avenida Gaona, construida en estilo neogótico lombardo en 1932 por la orden de los mercedarios.
Un floreciente polo gastronómico y cultural
A la hora de agradar al paladar, han crecido los circuitos con propuestas distintas, respondiendo a preferencias y posibilidades económicas, donde poco a poco sobresalen la Avenida Goyena y el Barrio Inglés.
Con otra onda, un lugar de encuentros con platos fast está sobre Donato Álvarez y Bacacay. Se trata del Patio de los Lecheros, un centenario galpón que nació como el Servicio de Leche de Caballito del F.C. del Oeste. A la izquierda, se conserva milagrosamente una descuidada arcada de cemento sobre dos columnas de ladrillos rojos que refiere ese pasado.
Entre los sitios locales (no de cadenas) más identificados está Sócrates en la intersección de la arbolada Goyena y Puan, con mesas en ambas veredas. El gerente, Diego Rodríguez, asegura que allí conocen al 80% de los clientes y entre las sugerencias culinarias destaca las pastas caseras, sobre todo los fusilli al fierrito con salsa fileto con camarones y pistacho rallado o los ribs de cerdo a la barbacoa con ensalada coleslaw y papas fritas.
También son apreciadas otras propuestas, como Otero, Napulé, Chill Garden y Cacto. Desde luego, pasa igual con confiterías, panaderías y casa de pastas que tienen renombre, como Roma, Rinvol, La Matildita, El Vasquito y El Greco. Respecto a esta última, Nito Mestre relató divertido: “Nos juntábamos en el fondo del salón, a la derecha, para poder fumar tranquilos porque los bedeles del Dámaso Centeno –que eran alumnos de quinto año– controlaban que los estudiantes no dejáramos mal al colegio ante la gente por andar con el uniforme y el escudo del colegio… y fumando”.
En cuanto a los hábitos culturales del vecindario, el cine marca una constante. A mediados del siglo pasado fue clave el Cine Moreno (en Rivadavia 5050), que en 2001 pasó a ser Dúplex y, posteriormente, Arteplex, hasta que cerró en 2010. En el presente funciona una librería y papelería. Sin embargo, enfrente, suple el rol el Complejo Atlas Caballito (antes Village) con nueve salas, galería comercial, patio de comidas y playa de estacionamiento.
En términos de artes plásticas, es primordial el Museo de Esculturas Luis Perlotti, en homenaje al escultor argentino, quien ahí vivió y tuvo su taller hasta que murió en un accidente automovilístico en 1969. La refuncionalización estuvo a cargo del arquitecto Mario Roberto Álvarez. Dibujos, pinturas, grabados, murales y variados géneros escultóricos y dos murales del pintor Benito Quinquela Martín, forman parte del patrimonio que se expone en dos salas en planta baja y primer piso.
De Sui Generis a Duki
En lo musical, el barrio ha sido cuna del rap, más puntualmente en Parque Rivadavia y pasaje Doblas. Desde hace unos 15 años es la posta de adolescentes raperos con sus improvisaciones desprejuiciadas para denunciar cuestiones cotidianas y sociales. Largas sesiones de intérpretes interpelaban los atardeceres, domingo por medio, sobre la vereda o el cemento, en la rampa y donde surgió icónico “El Quinto Escalón”, la pequeña escalinata del parque usada como escenario de las “batallas” de rap.
Ni bien arrancaban los duelos con energía y creatividad –y sin equipos de sonido–, eran rodeados por quienes paseaban dejando de lado las milongas improvisadas junto al monumento a Bolívar o los repetitivos pasos de gym o step. De aquí surgió Duki, quien un día dejó las batallas de freestyle con otros intérpretes de la enorme talla de Wos, Trueno o Paulo Londra y pasó a ser figura mundial… y no para de crecer.
El talento se activó en ese espacio público y lo demás lo hizo la viralización. Incluso, la casa en que vivió Duki, en Antezana 247 –alias “La Mansión”–, junto con sus colegas Y$Y A y Neo Pistea entre 2017 y 2018, es hoy un santuario con sus paredes grafitadas y donde los fans dejan sus firmas o mensajes, se sacan fotos o cuelgan alguna ofrenda.
Pero décadas atrás, un hit (como se decía entonces), mezcla de rock y blues fue Avenida Rivadavia, que formó parte del primer álbum de Manal en 1970, tema que compuso el baterista, cantante y líder de la banda, Javier Martínez (quien murió el año pasado), en el bar El Cóndor, en la esquina de Rivadavia y Pasaje Balcarce, frente al Parque.
Quizás también concibió aquí el celebrado Jugo de tomate, que fue uno de los lados del disco simple que reunió esos dos éxitos. Incluso fue en el departamento de una conocida que vivía en el edificio del Hogar Obrero en Caballito, donde junto con el guitarrista Claudio Gabis tocaron por primera vez Avellaneda Blues.
Vale acotar que, en el pasado, el café era frecuentado por el notable escritor y poeta Conrado Nalé Roxlo (1898-1971), ya que vivía en el quinto piso. Es más, Nalé solía reunirse aquí con Roberto Arlt y Antonio Berni, que vivía enfrente. Años después el sitio pasó a llamarse El Coleccionista –uno de los bares notables– para empatizar con su clientela de los hobbistas del Parque.
Y lo más trascendente… Caballito fue testigo de un suceso bisagra del rock nacional: ¡aquí nació Sui Generis! “En la secundaria –contó Nito– yo vivía en Miró y Rivadavia y fui al Instituto Dámaso Centeno porque mi madre me quería mandar a un lugar más estricto y que no tuviera que cruzar la avenida Rivadavia. Cuando estaba en tercer año, entré a la sala de música y me dijeron: ‘ahí está el otro’. Estaba sentado en el piano, era Charly. Los dos sabíamos de ambos y nos hicimos amigos”. En José María Moreno 63 residía la familia García.
Fue en 1968 que esta dupla que merodeaba Primera Junta y Acoyte y Rivadavia tenían cada uno su banda, Charly con Two Walk Spanish y Nito con The Century Indignation. “La armé con amigos de la primaria esa bandita, incluso uno de ellos es Carlos Piegari, que fue el autor de Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris, tema que luego formó parte del álbum Vida de Sui”, precisó Nito. De la fusión y eterna amistad estalló la fabulosa propuesta revolucionaria Sui Generis; un alarde de innovación y poética.
Por esta impronta, dentro de la escuela que cursaron hay un mural de mosaico que los homenajea. Es una obra realizada por Osky Di Biase, el artista que retrata a figuras del rock nacional. En tanto que otro fresco estilo street art está en la Plazoleta Crisólogo Larralde (Rojas y Yerbal) gracias a una iniciativa del Museo de Esculturas Luis Perlotti.
Datos útiles
- TRAMWAY HISTÓRICO Emilio Mitre y José Bonifacio. T: 4431-1073. @amigosdeltranvia. Son 25 minutos de paseo. Los horarios son estacionales, pero casi siempre funciona sábados, domingos y feriados. Gratuito. Parte de Emilio Mitre y José Bonifacio.
- MUSEO DE ESCULTURAS LUIS PERLOTTI Pujol 644. T: 4433-2341. @museoperlotti. Lleva el nombre del escultor argentino que fue vecino de Caballito y el patrimonio artístico incluye más de 1.600 piezas. El horario, en general, oscila entre las 11 y las 19.
- PATIO DE LOS LECHEROS Donato Álvarez 185 o Bacacay 1686. @elpatiodeloslecheros. Un original paseo y mercado gastronómico. Lunes y martes de 18 a 00, miércoles, jueves y domingos de 12 a 00 y viernes y sábados de 12 a 02.
- SÓCRATES Av. Pedro Goyena 1402. T: 4432-5082. @ socratesbardesabios. Con el lema “Bar de sabios” desde hace medio siglo es una fija del vecindario. Siempre abierto, solo cierra entre las 2 y las 6 de mañana.
- CHILL GARDEN Pujol 935. T: 6057-4833. @chillgarden.ba Es una vieja casona reciclada con jardines internos. La carta incluye platos gourmet con opciones veganas y sin TACC. Martes a domingo de 10 a 0:30. Es pet friendly.
- OTERO CAFÉ Av. Directorio 801. T: 3887-8353. @oterocafeok. Ideal para desayuno, café y brunch (apto para vegetarianos). Tiene otro local en Guayaquil esquina Beauchef. Llevan 7 años y es propiedad de unos españoles nacidos en Otero (España). Abre todos los días hasta las 20:30.
- CACTO Pujol 946. T: 2396-3195. @cactopizza. Su razón de ser es la pizza napolitana, con mesas en la vereda y delivery. Innovación reciente: pizza de bondiola braseada con muzzarella más chips de batata. Miércoles a lunes, de 12 a 16 y de 19:30 a 00.
- EL GRECO Av. Rivadavia 5353. T: 5429-7020. @confiteriaelgreco. Confitería, pero también panadería, con salón para degustar manjares con café o té o almorzar y cenar. Abre todo el año entre las 7 y las 22. El salón espera a que se vaya el último cliente.
- Roma Pane & Dolci Avenida Rivadavia 5391. T: 4901-0959. @romapanedolci. Centenaria panadería artesanal con influencia italiana, local y contemporánea con el chef pastelero Fabio Mandia. Lunes a sábados de 6 a 21, domingos y feriados de 7 a 20.