Una inmensa nube paseará este sábado por el barrio de La Boca, para terminar con una navegación en el Riachuelo. La nube que hablaba se titula esta obra instalativa, colaborativa y performática del artista visual y músico francés Yo-Yo Gonthier. La estructura, constituida por tres globos de poliuretano y satén de diferentes tamaños, desde hace casi una década y media viene recorriendo distintas ciudades del mundo reuniendo a más de 600 personas entre todas sus peregrinaciones. Como una suerte de aparición fantasmagórica, el fenómeno alterará las nociones de espacio y tiempo de la vida cotidiana de las calles y aguas de esta ciudad porteña. La acción comenzará a las cinco de la tarde y partirá desde Proa 21.
“La nube amplía el campo de posibilidades y permite que los sueños penetren en la realidad: cada una de sus representaciones es una oportunidad para crear vínculos y tejer encuentros entre habitantes y artistas”, cuenta Gonthier en comunicación con LA NACION.
“La historia empezó en 2011, cuando invité a doscientas personas, principalmente adolescentes, a participar de la construcción de un aerostato bordado de ocho metros de largo —continúa el artista—. Nació en aquel primer vuelo realizado en Saint-Denis, cerca de París, en el marco de una residencia, y luego se activó en varios puntos del mundo con artistas y científicos locales”.
Desde entonces la nube continuó su andar por otras latitudes. En 2013, se movió por la isla de la Reunión en el Océano Indico; en 2015, llegó a Abiyán, Costa de Marfil; en 2016, a Niamey, a orillas del río Níger. “Así, la experiencia de la nube se transmite, uniendo a las personas más allá de las fronteras —reflexiona Yo-Yo—. Me fascina la nube y su posibilidad de moverse con el tiempo capturando los sueños y pensamientos de los que se cruza y llevándolos a otros horizontes”.
Con esta instalación, que supone una acción participativa, el artista cuestiona la libertad de imaginación, de pensamiento, de movimiento, y muestra que el asombro es posible en un gesto poético y político colectivo. La nube, recubierta de bordados, pinturas y estampados, recoge los pensamientos de los participantes en cada activación, como una página en blanco en la que se inscriben ideas que de otro modo, nunca hubieran tomado forma.
“Me gustan los procesos de trabajo de tipo colaborativo. No solo en la construcción de las instalaciones sino también en la recopilación de información, deseos, testimonios de los artistas con quienes comparto el proceso. Al unir a un grupo de personas en torno a un mismo proyecto, el trabajo se torna multidisciplinario y participativo, y a la vez genera un acto colectivo muy poderoso. El encuentro con los artistas locales en cada una de las ciudades es maravilloso porque juntos generamos un espacio en el que compartimos historias personales, cuestiones filosóficas e históricas, recuerdos que fueron grabados y escritos en la nube en una serie de palabras poéticas en distintos idiomas. La creación es absolutamente colectiva. Junto con ellos co-escribimos y diseñamos esta performance”, explica el artista, sobre el proceso creativo del proyecto.
“Aporto a la obra de Yo-Yo en la construcción de manto que tapará la nube antes de salir a volar por las calles. Así mismo, junto a los otros artistas, colaboramos en el diseño de los aspectos complementarios de la performance y la exposición. Escribimos nuestros pensamientos sobre la tela de la nube y dijimos palabras y frases que fueron grabadas para ser reproducidas en la muestra, palabras de nuestro compromiso como artistas situados aquí y ahora”, suma a LA NACIÓN Paula La Fea, artista local argentina oriunda de Tucumán, sobre el trabajo colaborativo que emprendió junto a los otros artistas locales que se también participaron en esta iniciativa [Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca y Yhomara Muñoz]. “Estos días desarrollamos juntos una co-creación, un proceso colaborativo de construcción para dejar nuestra huella en esta nube que recorre mundos lejanos y diferentes”.
“Es exótico, amable, emocionante y vertiginoso imaginar el momento en que juntos sujetemos la nube ascendiendo a los cielos, con el viento en contra o a favor ¿Cómo saberlo? ¡Igual será algo espectacular!”, remata la artista Paula.
“Yo-Yo Gonthier pone en marcha protocolos técnicos y humanos cuyo fin último es captar un fragmento de lo maravilloso. El artista lo concibe como una emanación, una emergencia, la aparición de un fenómeno que, en su obra, no debe nada al azar. azar. Captar lo maravilloso requiere mucho tiempo de preparación y es objeto de un proyecto que se desarrolla a lo largo de varios años. Así, lo maravilloso, el compromiso y la lentitud se combinan en una filosofía en la que “el proceso es más importante que el resultado”, sostiene la curadora independiente, Julie Crenn en un texto.
El programa ha sido desarrollado por el Institut français d’Argentine – Embajada de Francia en la Argentina- en conjunto con la Fundación PROA y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de mediación artística Australia
Para agendar
- La performance La nube que hablaba, podrá verse este sábado desde las 17 en Proa 21. Entrada libre.
- La muestra Soy el hijo del río, que acompaña esta iniciativa, inaugurará el mismo día en Proa21 (av. Pedro de Mendoza 2073) exhibiendo las diferentes travesías de la nube del artista en distintas partes del mundo. Podrá visitarse durante todo el mes de diciembre de jueves a domingos de 12 a 19.