La química del amor y su efecto en el enamorado: “No podemos elegir sentirnos atraídos por una persona, pero sí cómo reaccionamos a esa sensación”

Paul Mescal y Daisy Edgar-Jones en 'Normal People' (HULU)

Escribía Walt Whitman: “Yo me celebro y me canto, / y cuanto hago mío será tuyo también, / porque no hay átomo en mí que no te pertenezca”. Los más puristas, aquellos que no se permiten dejarse arrastrar por el impulso del amor de manera irracional, alegarán que este sentimiento es precisamente eso: átomos, hormonas, simples reacciones químicas. Pero las reacciones químicas también pueden coordinarse entre ellas, como los músicos de una orquesta, y dar lugar al sentimiento más fuerte que experimentamos las personas.

El español, pese a su amplísima riqueza, debe pedir prestado una palabra al balinés para describir aquello que es caótico y bello al mismo tiempo: ramé. Para algunos, ramé podría definir el amor y la combustión de sentimientos que nos provoca. Es la intensidad de esa sensación la que lleva a Whitman a ceder cada átomo de su cuerpo a su persona amada o a Pedro Salinas a regalar sus propias palabras en La voz a ti debida.

¿Cuánto hay de biológico en esa fase del enamoramiento? ¿Qué papel juega nuestra cultura para iniciar una relación romántica con alguien? Luis Miguel Real es psicólogo y, para una entrevista con Infobae España, analiza el efecto del amor en nuestro comportamiento, cómo condiciona nuestra manera de actuar o el margen de maniobra que tenemos cuando estamos enamorados.

Pregunta: ¿Es verdad que el enamoramiento solo dura unos pocos meses?

Respuesta: Esto va a cambiar en función de la persona y la relación, pero en las relaciones pasamos por una primera fase de enamoramiento, de subidones químicos porque prácticamente todo nos parece una novedad. Todo nos parece relativamente intenso mientras conocemos a la persona. Hay factores cerebrales y también factores de la interacción que promueven que pasemos por esa fase más intensa. El problema es que muchas veces hay muchas personas que se acostumbran a pensar que esto que sentimos en esas primeras fases de enamoramiento es lo que deberíamos sentir continuamente tenemos una relación de pareja. Los vínculos que tenemos con la persona van evolucionando y se da paso a unos ritmos más rutinarios.

P: Tampoco es sostenible en el tiempo esa bomba química para nuestro cerebro.

R: El proceso normal es que la cosa se vaya moderando y, sobre todo, que seamos capaces de disfrutar de la compañía de la otra persona y lo que nos aporta en la rutina, en la normalidad del día a día. Por supuesto que hay que hacer espacio a maneras de redescubrir a la otra persona, seguir haciendo cosas juntos y sorprendiéndonos. Esa convivencia es al final lo que hace que una relación de pareja funcione y sea sana.

P: ¿Cómo nos condiciona el amor en nuestro propio comportamiento y nuestra forma de pensar?

R: Cuando estamos al principio de una relación nos esforzamos más por intentar impresionar a la otra persona. Para empezar, lo normal es que nos parezca maravillosa, que estemos súper sesgados y que solamente nos fijemos en las cosas buenas. Con el tiempo, según vamos conociendo a la persona, también vamos viendo sus grises, sus defectos, sus vulnerabilidades… También es más probable que no le mostremos todo realmente como somos a la otra persona, porque buscamos impresionarla y esconder determinadas debilidades.

P: ¿Qué papel juega la oxitocina y por qué se le conoce como la “hormona del amor”?

R: La oxitocina se segrega especialmente en relaciones de pareja a largo plazo, cuando damos abrazos, con determinadas acciones… que ayudan a fortalecer la relación con los demás. Pero tanto la oxitocina como otras muchas hormonas y neurotransmisores participan de muchos procesos cerebrales. Creo que es incorrecto encasillar completamente una determinada hormona, porque la oxitocina no aparece solo cuando estamos teniendo una cita romántica, también cuando tenemos una conversación tranquila por la mañana con nuestra madre o una charla agradable con nuestros compañeros de trabajo.

P: El enamoramiento (o la oxitocina) nos provoca una serie de reacciones fisiológicas que no podemos controlar: risas nerviosas, aumento de la presión cardíaca o problemas para comunicarse claramente. ¿Podemos racionalizar el amor?

R: No podemos elegir sentirnos atraídos por una persona, pero sí cómo reaccionamos a esa sensación. Por ejemplo, en una relación tóxica, raramente todas las interacciones con esa persona van a ser negativas. El hombre que maltrata a su mujer también tiene momentos de darle caricias y decirle cosas bonitas. Lo que ocurre ahí es que muchas veces la mujer maltratada está quitándole importancia a las conductas de maltrato, tanto físico como psicológico, y está sobredimensionando esas poquitas conductas de cuidado que todavía tenga el maltratador. Aunque esto también pasa en menor escala.

P: Existen ciertos sentimientos positivos que asociamos al amor o a la persona que nos gusta, como la tranquilidad, la seguridad, la confianza… Si muchas de estas sensaciones también se comparten con un buen amigo, ¿cuál es la diferencia entre el amor y la amistad?

R: Entre una buena relación de amistad y una relación romántica, hay poca diferencia más allá del sexo. Para muchas personas, el sexo es la única frontera entre un amigo y una pareja. En las sociedad actual occidental, la pareja romántica suele cumplir ese rol de apoyo emocional porque es a la que contamos nuestras intimidades y preocupaciones del día a día. Hay personas que no comparten ese nivel de intimidad ni siquiera con sus mejores amigos, o al revés. La intimidad se reduce al plano sexual.

P: ¿Podemos perder la capacidad de enamorarnos?

R: Diría que no, pero sí podemos desengañarnos bastante con la idea del amor romántico o de la relación monógama o tradicional. Dependiendo de las experiencias que hayamos tenido en la vida es posible que nos decepcionemos con ese estilo de vida y que dejemos de “creer en el amor” y no estemos dispuesto a conocer a otras personas a nivel romántico. Hay quienes ya no creen en ese modelo de felicidad y se plantean otras opciones.