La expectativa respecto de los movimientos del Presidente está enfocada en Nueva York, a donde él viajó para asistir sobre todo a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ahí pronunciará un discurso donde se va a lucir más el Milei “profeta”, aquel que se siente llamado a dar un mensaje universal, enunciar situaciones internacionales desfiguradas y a decir hacia dónde debería ir el mundo en un retórica muy parecida a la de su paso por Davos en enero. Llega a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en un momento inquietante del escenario internacional, siendo un jefe de Estado que sostiene que una alianza principal de la Argentina es con Israel. Y en un ambiente adverso para el tipo de liderazgo que ejerce Milei, como puede ser también el caso de Donald Trump o en su momento Jair Bolsonaro. Es decir, presidentes que están enemistados con el multilateralismo.
El desembarco de Milei en Naciones Unidas se produce además después de recibir la diatriba de una figura universal que decidió convertirse por unas horas en un personaje local. El papa Francisco resolvió aproximarse demasiado a las polémicas argentinas y pronunciarse acerca de la forma en que reprime el Gobierno en las manifestaciones sociales, con uso de gas pimienta. Habló también sobre el tipo de manejo de la tierra y las intrusiones a la propiedad privada, como las que lleva adelante su amigo y funcionario en el Vaticano, Juan Grabois. Francisco mencionó al pasar sobornos que se enteró que percibió algún gobierno, sin aclarar si se trata del actual o del anterior. Las palabras del Sumo Pontífice derivaron en una gran polémica sobre el grado de distancia y/o universalidad que debe tener la voz de un Papa. Muchos suponen que Bergoglio es peronista. Podría recordarse, por lo tanto, aquello que decía el general Perón: “Si Dios decidiera bajar todos las semanas a la tierra, en poco tiempo le perderíamos el respeto. Y no faltaría algún tonto que comenzara a pensar en remplazarlo”.
Es evidente que él está preocupado por tres problemas que aparecen, de acuerdo a la plataforma política desde la cual mira el país, en la Argentina. Una de ellas es el deterioro de las condiciones sociolaborales, por lo cual no es responsable este nuevo oficialismo sino que vienen produciéndose desde hace décadas, específicamente en los últimos años, después de la pandemia. La otra, el crecimiento de la pobreza, que a nivel de ingresos se posiciona en un 55% y en el conurbano llega al 70% si nos concentramos en la población menor a los 17 años. Es un drama al que Bergoglio le presta atención desde que era cura y después arzobispo de Buenos Aires. Hay un Gobierno que al Papa le debe resultar incomprensible por confiar demasiado en la eficacia del mercado para resolver dichos conflictos. El último problema, algo a lo que el Sumo Pontífice presta especial atención, es una crisis en el peronismo, que deslegitima el discurso alrededor de valores como la justicia social o la solidaridad, mancillados por prácticas poco defendibles como el clientelismo y la intermediación en el manejo de los recursos destinados a los pobres.
La pregunta es: este mensaje del Papa, ¿fue un mensaje estratégico o estuvo muy condicionado por la presencia de Grabois? ¿Se entusiasmó de escucharlo y se fue de boca? Difícil saberlo, pero importante. Hay una versión muy insistente que emana de la Santa Sede que sostiene que si el Papa volvía en condiciones físicas aceptables de la gran gira que realizó por Asia, realizaría un viaje a la Argentina en marzo. Hace aproximadamente diez días, se reunió con el corazón de la CGT y algo de ello les insinuó. ¿Son estas declaraciones la preparación de ese viaje para empezar una negociación retórica con Milei? ¿O son el anuncio cifrado de que el viaje no tendrá lugar y habrá que seguir esperando? Dicen que si viene, estará poco en Buenos Aires. Irá a Luján, a Santiago del Estero, que convirtió en la diócesis primada, a Córdoba, donde pasó un exilio interior en conflicto con algunos de sus hermanos jesuitas, y a la Patagonia.
Hay otra curiosidad. El enfrentamiento del Papa con Milei es la pugna entre un líder espiritual, que para los católicos fue puesto en la sede de San Pedro por el Espíritu Santo, y un presidente que dice estar impulsado por las Fuerzas del Cielo. Es una pelea compleja de entender para quienes miran la política con ojos profanos, un ajedrez que se juega en otro lado.
Bergoglio emite este mensaje muy controvertido en una instancia especial de la trayectoria política del gobierno de Javier Milei en relación con la opinión pública. Hasta ahora, se experimentaba una gran adhesión de esa opinión pública por las expectativas que generaba el Presidente y los resultados obtenidos en materia de inflación. ¿Qué ocurre en este momento de acuerdo con distintos estudios de opinión? Empezarían a impactar en las encuestas algunos datos económicos que todavía no habían sido politizados, y permanecían en el terreno de la economía sin influir en el humor de la gente. Llega entonces a las encuestas la recesión, una contracción de seis puntos del PBI en tres trimestres. Un trabajo presentado por Hugo Haime a principios del mes de agosto fue el primero en mostrar las primeras aproximaciones a este fenómeno. Como consigna ese estudio, el malestar con el Gobierno comenzó a ascender entre junio e inicios de julio.
Todo esto tiene vínculo con dos de los problemas más difíciles que tiene para resolver el equipo económico: qué hacer con el dólar, es decir, qué hacer con el cepo. En Wall Street, el Presidente dijo que el control de capitales se mantendrá hasta que la inflación llegue a cero. Lo que él verdaderamente está señalando es que cuando la inflación converja con la devaluación del 2%, estarán en condiciones de levantar el cepo. Hay un consenso cada vez más extendido entre los especialistas de que el cepo ahoga la economía. Es dudoso que haya inversiones y dinamismo en una economía donde no se sabe cuál es el valor del dinero. Las restricciones cambiarias establecen distorsiones muy importantes. Producen una suerte de subsidio a las importaciones, que lleva a los empresarios y consumidores a querer ingresar productos con voracidad. Y son un impuesto sobre los exportadores, que tienden a exportar menos. Este ruido paraliza a la economía y, salvo en sectores muy determinados, posterga la reanimación o mantiene la inercia recesiva.
El Gobierno explica que si levanta el cepo, vuelve la inflación, un riesgo importante para el oficialismo. Pero la tendencia que plantea esta política económica es inquietante ya que, de acuerdo a un estudio de la consultora 1816, si la inflación del último promedio es 3,5%, se mantiene el crawling peg de 2% y además se quita del Impuesto PAÍS, el dólar de importación sería el más barato de los 20 años, salvo la última parte de los gobiernos de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, que retrasaron el tipo de cambio para abaratar los productos.
Es probable que de acá en adelante, la salida de dólares sea mayor porque el precio estará más barato y será más interesante quitarle dólares al Banco Central. Esto combina con otro problema: el ingreso de dólares va a estar resentido. Hay una caída en el precio de los productos de los que vive la Argentina, vinculados al sector agropecuario. Si observamos los precios actuales, la soja vale 22% menos de lo que valía en este mismo período el año pasado. El maíz y el trigo, 15% y 1% menos respectivamente. Profesionales que estudian el comportamiento de la economía agropecuaria dicen que hay que prever que habrá 6000 millones de dólares menos de ingresos por la caída de precios. ¿Se van a recuperar los precios? Probablemente. Si hubiera habido una suba de tasa en Estados Unidos, y no un recorte como el que hubo, el valor de las commodities hubiese descendido todavía más. Pero hoy, con los datos a la vista, la Argentina se puede encontrar con un conflicto cambiario. Expertos aconsejan al Gobierno en términos parecidos a estos: “No busques el mejor momento para levantar el cepo, porque ese momento pasó o estará más atrás todos los días. Corrés el riesgo de encontrarte con un problema de devaluación más cerca de las elecciones y que, por allí, retorne la inflación”. Los manuales y las opiniones son diversas. Aun así, es muy difícil que un gobierno devalúe preventivamente. Pablo Gerchunoff dice que hubo uno solo, el de Juan Vital Sourrouille, que hizo una devaluación virtuosa.
Hay algo que beneficia al Gobierno, que es el blanqueo. Ingresan dólares en los bancos mientras el Ejecutivo estudia cómo hacerse de esas divisas. Entre el 14 de agosto y el 16 de septiembre, entraron a las entidades bancarias 3300 millones de dólares más. Un gráfico de Fernando Marull, que registra el incremento de los depósitos en dólares en el sector privado, muestra una recuperación desde la victoria de Alberto Fernández en 2019 hasta la llegada de Milei a Casa Rosada. El oficialismo observa con detenimiento este movimiento ya que compensa los problemas de restricción de dólares que tiene la Argentina.
La recesión también está haciendo que la imagen del Gobierno caiga y se produzca una especie de recambio de agenda en la cabeza de la gente, de prioridades y de preocupaciones. De acuerdo con los datos publicados por la Universidad Di Tella sobre el Índice de Confianza del Gobierno (ICG) se ve un 14,8% de caída respecto al mes anterior. Un derrumbe. El índice es de 0 a 5, está en 2,16% y el promedio de Milei es 2,51%. O sea que este mes está muy por debajo del promedio. Milei y Santiago Caputo, los encargados de ver las formas en que se forma sintonía con la audiencia pública, deben estar mirando este fenómeno. Sobre todo porque estamos en presencia de un oficialismo que carece de capital institucional: carece de diputados, senadores, gobernadores, sindicalistas, piqueteros amigos. Todo lo que tiene es la adhesión que exponen las encuestas.
Federico Aurelio, líder de Aresco, presta atención a un tema de esos que los anglosajones llaman tercer riel. Cuando alguien va al metro en Nueva York, hay un tercer riel en el que pasa la electricidad; si uno lo toca, se carboniza. Los temas jubilatorios son como ese tercer riel. Los políticos que los tocan tienen problemas. Aurelio recordaba que, en 2017, Macri, que venía glorioso de haber ganado las elecciones intermedias, tocó el tema jubilatorio con esa sesión en el Congreso en la que se aprobó la movilidad jubilatoria, y con aquella colección de desmanes, y cayó por esa polémica un 8%. Muchos atribuyen el problema de caída del Gobierno a este problema jubilatorio, y él, con picardía, le toma la palabra a Máximo Kirchner, quien con ingenuidad y sin demasiados lotes de orador entrenado, dijo en el acto que realizó en el club Atenas de La Plata: “No hay que enojarse. El Presidente es elegido por el 56% de los votos el 22 de noviembre y el veto es una facultad constitucional. Hay que dejar de patalear”. Esto lo toma Manuel Adorni, el vocero, diciendo: “La vio”.
Por otra parte, ya en la interna peronista están los malpensados, maledicentes y pícaros que dicen que esto es parte del acuerdo entre la Cámpora y Santiago Caputo, el cual termina en la candidatura de Ariel Lijo en la Corte. ¿Qué está pasando? Lo que muestra el Índice de Confianza del Gobierno de Di Tella, que se proyecta de otra manera en las encuestas. Por ejemplo, en la última encuesta de Poliarquía, sube la imagen negativa de la gestión (a 47%) y la positiva cae (a 53%). Ese 53% no es un mal número de aprobación, para un Gobierno que tiene que hacer un ajuste salvaje, con una herencia muy pesada. No es para despreciar, pero lo que sí inquieta es la dinámica de los números. Está creciendo la desaprobación y está bajando la aprobación.
Se le suman dos datos muy interesantes: la imagen personal de Milei cayó 7 puntos en un mes; y la nube de palabras que elaboró Poliarquía revela que, cuando le preguntan a la gente quiénes son los responsables de que haya poco trabajo y muchas familias que no pueden llegar a fin de mes, el nombre más grande que aparece es el de Milei. Ya no es el kirchnerismo. No son los políticos en general. Tampoco los libertarios. Es el Presidente, más que el Gobierno. Acá está la pregnancia, el protagonismo y densidad que tiene Milei, para lo bueno y lo malo. También le atribuyen ser el responsable de calamidades que hace un mes eran parte de la herencia recibida.
Hay algo más sutil y mucho más importante. Es más brumoso y menos fácil de capturar. Tiene que ver con el sentimiento respecto del futuro. Si uno mira la trayectoria de la opinión pública durante el periodo electoral y, todavía antes, desde el segundo semestre de 2020, durante la pandemia y el encierro, se advierte un gran desasosiego respecto al futuro. Es una zona de niebla, de pérdida del sentido de la oportunidad, de pesimismo. ¿Cuál es el gran cambio que se produjo en la Argentina a partir de las elecciones del año pasado y la urgencia de Milei como algo novedoso? Algo cambió. El sentimiento de esperanza parece ir transformándose en otra cosa: ahora es ansiedad. Las mediciones de Casa 3, de Mora Jozami, nos muestran cómo la gente imagina en el futuro la situación económica personal y la del país. La aceptación empieza a ser descendente y se cruzan en agosto: 39% negativa contra 38% positiva. Esta es la situación del país. Un mes antes, en julio, el 43% pensaba que iba a estar mejor y el 38% pensó que iba a estar peor. Ahora se igualaron y hacen juego con los otros números, con las dificultades para salir de la recesión.
Vuelvo a Federico Aurelio para mostrar estos números, que son muy interesantes. Lo que nos viene a decir es: “Cuidado, no hay nada nuevo bajo el sol. Está pasando lo previsto”. ¿Qué pasa si de acá a fin de año la economía no mejora? El 38% dice que lo seguirán bancando. Estos son los libertarios puros, los que bancan a Milei sin condicionamientos y con entusiasmo. El corazón del oficialismo. Hay un 10% que dice que no sabe qué va a hacer. Y un 6% asegura que si la economía no mejora, no lo va a apoyar.
Aurelio explica que cayó un 6%, el mismo que ya había avisado en marzo, si no había resultados. No alivia en nada la mala noticia. porque hay más dificultades de las previstas para iniciar una recuperación en la marcha o dinamismo de la actividad económica.
Contra este telón de fondo, cambian las expectativas de la gente y los problemas que la angustian. Mientras que la inflación pasa a ser un asunto menor, que ya se está solucionando, y termina siendo más inquietante todo lo que rodea al empleo. No es la pérdida del puesto de trabajo, es el problema de perder capacidad adquisitiva, de tener un mal trabajo, o de perder uno para tener otro peor. Es prioritario en la mayoría de la gente. Muy distinto a lo que pasaba a fines de 2023.
Esto está sucediendo en un momento en que la política empieza a desperezarse, a reactivarse. En alguna medida, uno puede pensar que Milei pasa por estos impulsos y empieza a ser menos inhibitorio. El Gobierno también lo está haciendo políticamente y está tratando de armar un partido. Esta es la tarea principal de Karina Milei y de Eduardo “Lule” Menem. Están preparando un acto en Parque Lezama de La Libertad Avanza, el partido que están fundando, que será el próximo sábado cuando el Presidente vuelva de Estados Unidos. Este lunes por la tarde hubo una reunión en la calle Humboldt para prepararlo.
Hay un debate simpático dentro de este grupo humano que tiene que ver con llevar o no llevar gente a ese acto. Por un lado, quieren ser coherentes con lo que dicen y no poner ni un solo micro, porque si no son casta en cinco minutos. Ahora bien, se arriesgan a que sea un acto escuálido, al no tener confianza en que la gente vaya a ir voluntariamente. Es un gran dilema: ser o no ser casta. Ese es el problema del Gobierno, que está pensando en tener un instrumento electoral para el año que viene. Esas elecciones van a ser desafiantes porque, si sigue cayendo el nivel de actividad económica, y crece el sentimiento de malestar, ¿cuántos más van a ser los que no lo apoyen a fin de año? Esta pregunta es importante en el lugar donde se tiene que realizar la gran batalla: el conurbano bonaerense, que no le es favorable a Milei. Él tiene muy buena performance en el interior del país, incluso en provincias peronistas. En cambio en el conurbano, a pesar de que capture parte del voto de clase media baja, no le va tan bien.
Lo más importante es que el conurbano es dónde está el kirchnerismo, que sigue siendo una minoría dominante, homogénea, dentro del peronismo, y una referencia para los que buscan un instrumento de oposición. Ahí está Cristina Kirchner, haciendo malabares para dominar una situación compleja, porque no caben dudas de que ella es la líder de lo que fue derrotado en las últimas elecciones, más allá de que se le puede echar la culpa a sus delegados, como Alberto Fernández. Es evidente que está jugando un papel muy importante en relación con el Gobierno y con el rol de oposición. De hecho le ha frustrado a Milei una operación complejísima, como la postulación de Ariel Lijo. Esto empezó a empantanarse porque ella, con sentido común, dijo que nadie le preguntó si iba a poner los votos para un juez de Milei. Es evidente que alguien compró una mercadería en mal estado, cuando pensaron en la Casa Rosada que Lorenzetti traería los votos de Cristina. Él le ha hecho a Milei un daño enorme con esta operación, principalmente por las características de Lijo, quien levantó una ola de críticas con sus antecedentes de juez federal. Las dudas, como no hay mayoría, hacen que en la comisión nadie quiera poner la firma a favor. “¿Para qué me voy a gastar si después no sale del recinto la designación?”, dicen. Tagliaferri, ligada a Larreta y presidente de la comisión, ya no firmó el dictamen ni lo va a firmar. El otro senador, Lousteau, no habla. El que habla es Daniel Angelici, que le dice a Lijo que el voto de Lousteau lo pone él. Se ve que hay una relación de mucha subordinación con el binguero.
¿Es verdad que Lorenzetti le pidió a Santiago Caputo resolver esto antes de octubre para que los nuevos jueces voten en la Corte? Esto lo afirman en la Casa Rosada. Lo cierto es que por ahora va a seguir siendo Horacio Rosatti, que realizó este lunes un acto curioso, como una demostración de poder y popularidad en el mundo judicial en el que él ejerce funciones muy importantes, con una excusa aparentemente ingenua. Descubrieron que por ley hay un cuarto símbolos patrios: la bandera, la escarapela, el escudo y la bandera de la libertad civil. Creada por Manuel Belgrano y reglamentada por ley. Este lunes, Rosatti la recibió, de manos de otro Manuel Belgrano: el presidente del instituto belgraniano.
Cristina no solamente está mirando estos procesos institucionales, que para ella son muy importantes, sino que también pretende -como algo irónico- liderar el proceso de renovación interna del peronismo en contra de ella misma. Así, postula un programa donde dice que hay que prestarle atención al déficit fiscal para no estar en desequilibrio permanente con las cuentas públicas. Sostiene que carece de un sistema de seguridad más eficiente y que detrás de cada necesidad haya un derecho. Pero detrás de cada derecho hay una obligación. Esto para los movimientos sociales y el reparto fraudulento de prestaciones en ese mundo. Muy inteligente. Uno esperaba que fuese el discurso de Kicillof, de cualquiera que viniera a renovar el liderazgo de Cristina o desafiarla. Sin embargo, toma ella por adelantado las banderas que podrían ser agresivas contra su persona.
Hay mucho sentimiento persecutorio en el entorno del gobernador de la provincia de Buenos Aires. Dicen que les arman actos los días que ellos arman actos, que piensan en hacer un homenaje a Perón y se lo anticipan desde el otro lado. Cristina está muy enojada con esa interpretación. Le dijo a una amiga la semana pasada: “Que Axel se acuerde de que es gobernador porque yo lo hice gobernador. Y además lo hice ministro de Economía. Lo hice gobernador a él y no a mi hijo”. Algo de eso indicó Máximo cuando deslizó: “Los que se beneficiaron del dedo de Cristina se quejan. ¿Qué tendríamos que decir nosotros?”. Habrá que ver si nada tiene que ver el dedo de su madre con que sea diputado y presidente del PJ provincial.
Lo cierto es que tanto Máximo Kirchner como Wado de Pedro le piden a Cristina Kirchner que equilibre el juego en el PJ. ¿Qué significa? Que impida la candidatura de Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, para ser presidente del partido. No les molesta Quintela. Les molesta su vínculo con Kicillof. Se alienta entonces a otra fórmula: Sergio Uñac, del peronismo sanjuanino, y Lucía Corpacci, del peronismo catamarqueño. Esos serían los candidatos que tendrían el visto bueno de La Cámpora. Desde el lado de Kicillof, a modo de chicana, puntualizan: “Qué curioso. San Juan y Catamarca, los dos subbloques del bloque peronista que aprobaron el RIGI. Es decir, pactaron con Milei”. Hay gente del gobernador que fue a golpear la puerta del entorno de Horacio Rodríguez Larreta la semana pasada con la siguiente inquietud: “Queremos estudiar cómo manejaron ustedes la relación de Horacio con Macri. No queremos cometer los mismos errores”.
Es clave el sistema electoral en todo esto. ¿Y si Kicillof desdobla la elección? ¿Si hay una elección bonaerense antes de la elección nacional? ¿Qué efecto tendría sobre el aparato de Cristina y el que intenta construir Milei? La provincia de Buenos Aires y el conurbano serán trascendentales para Milei porque, en un entorno recesivo, no las tiene todas con él. Aparece una pregunta relevante. ¿Cómo está la relación Milei-Macri? Porque si fueran separados podrían estar provocando un triunfo de la lista peronista, que significa para la Argentina, inversores y mercados la posibilidad de un retorno kirchnerista anticipado. Interrogante de gran magnitud que seguramente se está haciendo Santiago Caputo.