ROMA.- La recuperación del crecimiento de Italia tras la pandemia del Covid-19 se está agotando mucho más rápido de lo esperado, al resurgir las debilidades estructurales, lo que aumenta los riesgos para las frágiles finanzas públicas de la tercera mayor economía de la zona euro.
Tras el inesperado estancamiento del producto bruto interno (PBI) en el tercer trimestre, el instituto nacional de estadística (ISTAT) declaró este mes que no esperaba una recuperación a corto plazo y pronosticó para 2024 un crecimiento de sólo el 0,5%, la mitad del objetivo oficial del gobierno del 1%.
La estimación del ISTAT devolvería a Italia a su lugar habitual entre los países más débiles de la zona euro y contradiría el optimista panorama pintado por la primera ministra Giorgia Meloni, así como por algunos economistas, hace tan solo unos meses.
Los datos recientes son desalentadores. La confianza empresarial está en su nivel más bajo desde 2021, la crisis del sector manufacturero se agrava y el sector servicios, que había sostenido la economía durante la mayor parte del año, también se contrae.
“El modelo empresarial de Italia, compuesto por pequeñas empresas, ya no favorece el crecimiento, la inversión pública es insuficiente y está luchando contra la transición ecológica en lugar de abrazarla como una oportunidad de crecimiento”, afirma Francesco Saraceno, profesor de economía en las universidades Science Po de París y de Luiss de Roma.
Según los analistas, la situación es aún más preocupante si se tiene en cuenta que Italia recibe de Bruselas un flujo constante de decenas de miles de millones de euros como parte del Fondo de Recuperación de la Unión Europea posterior a la crisis de Covid.
España, el otro gran beneficiario del fondo, crece al menos cuatro veces más rápido.
Impulso a corto plazo
Saraceno afirmó que el auge de Italia en 2021-2022 se basó principalmente en los incentivos estatales para el sector de la construcción –el llamado “superbonus”-, que impulsaron un aumento de la inversión que se ha invertido este año al eliminarse gradualmente el costoso plan.
Italia ha sido la economía más lenta de la zona euro desde el lanzamiento de la moneda única hace 25 años, y su último desplome amenaza con hacer descarrilar sus finanzas públicas, ya comprometidas por el superbono.
El gobierno prevé que la deuda pública, proporcionalmente la segunda mayor de la zona euro, aumente hasta cerca del 138% del PBI en 2026, frente al 135% del año pasado.
Si el crecimiento en 2025 se sitúa muy por debajo del objetivo del 1,2% fijado por Roma, como esperan ahora la mayoría de los analistas, es probable que la ratio de deuda aumente más rápidamente. Los inversores podrían entonces mostrarse más reacios a comprar bonos italianos, aumentando la pesada carga del servicio de la deuda del gobierno.
Italia ya recibió órdenes de la UE de reducir drásticamente su déficit presupuestario debido a los excesos masivos de los dos últimos años, lo que elimina cualquier esperanza de crecimiento.
España sigue adelante
La debilidad del país contrasta con la de España, cuyo PBI crecerá en torno al 3% este año. En el último año, España ha crecido a tasas trimestrales de entre el 0,7% y el 0,9%, mientras que Italia ha oscilado entre cero y el 0,3%.
Ángel Talavera, director de Estudios Europeos de Oxford Economics, afirmó que el éxito de España a la hora de atraer inmigrantes e integrarlos en su economía había sido un motor clave de su crecimiento, junto con el auge del turismo y la firmeza del gasto de los consumidores.
En Italia, el número de inmigrantes es mucho menor: rara vez realizan trabajos cualificados o semicualificados, y a menudo se limitan a la economía informal.
Mientras tanto, miles de jóvenes italianos abandonan el país por falta de perspectivas profesionales prometedoras. La disminución de la población es en sí misma una fuente de debilidad económica.
“España depende en gran medida de los servicios y el turismo, mientras que Italia sigue teniendo un importante sector manufacturero que cada vez es menos competitivo y frena su expansión”, explicó Talavera.
“España también parece haber modernizado mejor sus infraestructuras y servicios públicos en los últimos 20 años”, añadió.
Es la educación, estúpido
Los economistas están de acuerdo en que una lista incompleta de los problemas de Italia incluye una inversión insuficiente en educación, infraestructuras y servicios públicos, una burocracia asfixiante, unos bancos reacios al riesgo, un mercado de valores poco desarrollado y un sistema judicial ineficaz, cuestiones todas ellas que llevan años sin resolverse.
También existe un sorprendente grado de consenso sobre cuál debería ser la principal prioridad política para mejorar las cosas, una pregunta formulada por Reuters a cinco destacados economistas italianos.
Roberto Perotti, catedrático de Economía de la Universidad Bocconi de Milán, Lorenzo Bini Smaghi, antiguo miembro del Consejo del Banco Central Europeo, Andrea Roventini, catedrático de Economía de la Universidad Sant’Anna de Pisa, y Saraceno, de Science Po, afirmaron que la prioridad debe ser la inversión en educación e investigación.
Lorenzo Codogno, director de LC Macro Advisors y antiguo economista jefe del Tesoro italiano, afirmó que su prioridad sería una mayor liberalización del mercado laboral.
Por Gavin Jones
Agencia Reuters