Hace unos años, si una empresa quería agradecer o motivar a sus empleados, lo más común era regalar una cena, un voucher para un restaurante o tal vez entradas para un recital. Hoy, las cosas están cambiando. Y no es que las cenas hayan perdido su encanto, pero hay algo que está ganando terreno: las experiencias de salud y bienestar. Yoga, meditación, terapias alternativas en general… Estas opciones ya no son un lujo o un extra, sino que se están convirtiendo en un componente clave de los beneficios corporativos. Y no es casualidad.

En un mundo donde el estrés, la ansiedad y el agotamiento son moneda corriente, las empresas están empezando a entender que cuidar la salud de sus colaboradores no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino también una estrategia inteligente. Porque, al fin y al cabo, un empleado saludable -física, mental y emocionalmente- es un empleado más productivo, comprometido y, sobre todo, feliz. Según un informe de la consultora Mercer Marsh Benefits, el 46 % de los empleados dijo en 2024 que dejarían un aumento salarial del 10% para más beneficios de bienestar, un aumento comparado con el 32% de 2022.
La evolución de los beneficios: de lo tangible a lo experiencial
Recuerdo cuando, hace no tanto, las empresas competían por ofrecer los beneficios más llamativos: desde cajas de alimentos gourmet hasta viajes o entradas para eventos deportivos. Hoy, aunque estas opciones siguen existiendo, hay un giro hacia lo que podríamos llamar “beneficios con propósito”. Ya no se trata solo de regalar algo material, sino de ofrecer una experiencia que sume valor a la vida de las personas.
Y aquí es donde entra en juego el bienestar. Plataformas que ofrecen experiencias personalizadas -desde clases de cocina hasta vuelos en globo- fueron incorporando cada vez más opciones vinculadas a la salud. ¿Por qué? Porque hay una demanda creciente. La gente ya no quiere solo “consumir”; quiere sentirse mejor, más equilibrada, más conectada consigo misma y con su entorno.
En este contexto, las empresas están encontrando en el bienestar una forma de diferenciarse. No se trata solo de ofrecer un beneficio más, sino de demostrar que realmente les importa la calidad de vida de sus colaboradores. Y esto, más allá de ser un gesto noble, tiene un impacto tangible en la cultura organizacional.
El bienestar como inversión, no como gasto
Aquí viene un dato que no podemos ignorar: según estudios recientes, el 74% de la productividad de los empleados se ve afectada por problemas de salud mental. Es decir, si no cuidamos a nuestra gente, estamos perdiendo eficiencia, creatividad y, en última instancia, competitividad.
Pero hay más. Un informe de Forética reveló que el 79% de las personas consideran el bienestar como algo crucial en sus vidas, y el 42% lo colocan como su máxima prioridad. Esto nos da una pista de por qué las empresas están invirtiendo cada vez más en beneficios relacionados con la salud. No es solo una moda; es una respuesta a una necesidad real.

Y aquí es donde quiero detenerme un momento. Porque, aunque los números son importantes, lo que realmente me mueve es ver cómo estas iniciativas están cambiando vidas. En Briut Salud, por ejemplo, hemos visto cómo una simple sesión de terapia online o una clase de yoga puede marcar la diferencia para alguien que está pasando por un momento difícil. No es solo un beneficio; es una herramienta que empodera a las personas para cuidar de sí mismas.
La salud holística: un enfoque que va más allá de lo físico
Cuando hablamos de salud, es fácil pensar solo en lo físico: chequeos médicos, gimnasios, nutrición. Pero la salud es mucho más que eso. Es un equilibrio entre lo físico, lo mental y lo emocional. Y es aquí donde las terapias alternativas -como el coach ontológico, mindfulness o la meditación- están ganando terreno.
En este contexto, un dato clave: según el mismo informe de Mercer Marsh Benefits, el 39% de los trabajadores indica que sería útil recibir asesoramiento virtual para tratar la ansiedad, la tristeza o los problemas de relación.
Por eso en Briut Salud hemos incorporado estas opciones; porque creemos en un enfoque integral del bienestar. No se trata de reemplazar la medicina tradicional, sino de complementarla. Porque, al final del día, cada persona es única y necesita herramientas diferentes para sentirse bien.
Y esto es algo que las empresas están empezando a entender. No pasa por imponer un modelo único de bienestar, sino de ofrecer un abanico de opciones que permitan a cada colaborador encontrar lo que mejor le funcione.
El futuro de los beneficios corporativos: personalización y flexibilidad
Mirando hacia adelante, creo que la clave está en la personalización. No todos necesitamos lo mismo, ni en el mismo momento. Por eso, las empresas que logren adaptar sus beneficios a las necesidades específicas de sus equipos serán las que realmente marquen la diferencia.
Ya estamos viendo algunas tendencias interesantes. Por ejemplo, plataformas que permiten a los empleados elegir entre diferentes opciones de bienestar, desde sesiones de terapia hasta clases de mindfulness. O empresas que ofrecen días de desconexión para que sus colaboradores puedan recargar energías.
Pero más allá de las tendencias, lo importante es el mensaje que estamos enviando: “Tu bienestar nos importa”. Y esto, en un mundo donde el burnout y el estrés son cada vez más comunes, es un mensaje poderoso.
Regalar salud es regalar futuro
Al final del día, los beneficios corporativos no son solo una forma de retener talento o mejorar la productividad. Son una forma de decirle a las personas que son valoradas, que su bienestar importa. Y en un contexto donde el poder adquisitivo está bajo presión y la incertidumbre económica es una constante, este tipo de gestos adquieren un valor aún mayor.
Regalar una experiencia de bienestar no es solo un detalle; es una inversión en el futuro de las personas y, por extensión, en el futuro de la empresa. Porque, al fin y al cabo, una organización no es más que la suma de sus colaboradores. Y si ellos están bien, todos estamos bien.